Tras la muerte de Almanzor, estallan disensiones en el Califato, luchas intestinas para controlar el poder. El gobernador del distrito o región al que pertenece Elvira, el beréber Zawi ben Ziri, venido a la Península en tiempos de Almanzor con un grupo de la tribu de los “zenetes”, erige esta región en reino, derrotando al Califa al-Mustazhir. Esta actitud precipitará la desintegración del Califato de Córdoba en los llamados “Primeros Reinos de Taifa”, distribuidos entre las distintas etnias: eslava, árabe y berberisca. La ciudad resulta seriamente dañada por lo que los árabes de Elvira buscan refugio en Garnata Akyejud, a orillas del Darro. Los musulmanes ya no se moverán del lugar y, desde el punto donde hoy se encuentra el barrio de San Matías, la villa comenzará a extenderse hasta unirse a la antigua Elvira, a la que acabará imponiendo su nombre: Granada.

Al desaparecer el Califato de Córdoba y declararse independientes los gobernadores de los distintos distritos, al-Ándalus pierde su unidad política. Estos gobernadores son señores árabes, jefes beréberes y clientes eslavos, que reinan a partir de entonces en reinos independientes que se agruparán en dos partidos que lucharán, durante el siglo XI, por la hegemonía del islam español. Uno, el partido nacional, acaudillado por los monarcas abbadies de Sevilla, está integrado por celtarromanos, árabes, eslavos y beréberes españolizados, unidos por un sentimiento común de profundo odio al beréber. El otro partido, el africano, formado por beréberes traídos por los califas como tropas auxiliares, que no han llegado a españolizarse, gobernados por los hammudies, se llaman califas y residen en Córdoba, formando mas tarde reinos independientes en Málaga y Algeciras, a partir de este momento la jefatura de este partido pasará al monarca ziri granadino.

A Zawi ben ziri, rey ziri de Granada, le sucede su sobrino Habus Ben Maksan (1019-1038). Los Ziries no confían en sus súbditos árabes, para la administración ni el gobierno, y como los súbditos beréberes son rudos e ignorantes poco capacitados, tendrán judíos por ministros, de los que hay una numerosa población. Así Habús designa ministro a Samuel ben Nagrela, erudito, experto en administracion, domina varios idiomas y hábil político. Gracias a su ministro Samuel ben Nagrela, Habus dejará un reino floreciente y bien administrado. En cuanto a la cultura, los beréberes, no se preocuparán de la poesía, no habrá corte literaria como en otros reinos de la época. Tampoco tendrán un arte propio, aunque dejarán numerosas construcciones de carácter militar, de estilo califal.

A Habus Ben Maksan, rey ziri de Granada, le sucede su primo Badis (1038-1073). Es la época de mayor esplendor del reino ziri granadino, se anexiona Málaga y Baeza. Badis nombra ministro al hijo de Samuel ben Nagrela, José.

Sin embargo, el reinado de los ziríes está marcado por su falta de legitimidad y, en consecuencia, son constantes las disputas internas y las intrigas por hacerse con el poder. Fruto de este ánimo fratricida son las guerras vecinales, los asesinatos y la persecución y matanza de los judíos granadinos de 1.066. En efecto, el poder de los judíos provoca en Granada muchas envidias por parte de la población bereber. En la fecha, se provoca un progrom y son asesinados el ministro José ben Nagrela y 3.000 judíos granadinos.

Abd-allah (1073-1090), rey ziri de Granada, nieto de Zawi ben ziri. Abd-Allah completará la cerca de la medina de Granada, mediante un paño de muralla unirá la puerta de los Tableros con Torres bermejas. Reinará hasta que sea depuesto por los almorávides

Durante estos años, junto al esplendor fugaz de las cortes de los reyezuelos taifas, donde se bebe en abundancia el vino tan prohibido por el Corán, destaca, en poderoso claroscuro, el colectivo de los alfaquies, es decir, el clero musulmán. Aquellos varones severos se escandalizan de la decadencia de las buenas costumbres, de las fiestas, de las chanzas, y hasta de los poetas que en lugar de componer obras edificantes dedican su arte a pergeñar poemas de amor o a recitarlos en los festines cortesanos a la luz de la luna. El clero musulmán ve, por otra parte, desvanecerse su poder e influencia a medida que la sociedad se vuelve menos observante de los preceptos coránicos y más laica. Por el contrario, este clero, había quedado impresionado de la acendrada fe demostrada por los fanáticos almorávides.

En 1090 Yusuf ibn Tashufin desembarca en al-Ándalus por tercera vez. Yusuf ibn Tashufin declara la guerra a Sevilla y al resto de Taifas andaluces, por su impiedad y costumbres anticoránicas, para lo cual, después de cruzar el Estrecho y conquistar Tarifa (noviembre de 1090), asciende por el valle del Guadalquivir deponiendo a los emires considerados traidores al islam. También es depuesto Abd-allah de Granada. Yusuf ibn Tashufin (1090-1106), primer rey almorávide intenta de nuevo unificar al-Ándalus.

Fallece YUSUF IBN TASHIFIN, fundador del imperio almorávide. Ali ben Yusuf (1106-1143), su hijo, es nombrado rey almorávide de al-Ándalus. Su tumba se encuentra en Marrakec.

ALFONSO I el Batallador, se dirige de Granada hacia Córdoba, cuya campiña somete a saqueo, al igual que hace en plazas como Ecija, Baena y Lucena. Sin embargo, carente de fuerzas suficientes para intentar la conquista de Córdoba, ALFONSO I regresa hacia la costa con intención de volver a dirigirse hacia Granada. Sin embargo una epidemia le obliga a emprender el camino de retorno a Zaragoza. Con él marchan unos catorce mil mozárabes granadinos que se asentarán en las tierras recien conquistadas del valle del Ebro.