El sultán MOHAMED V asume, en la fecha, el título de rey. Miembro de la Dinastía alauí. Entre sus esposas está Lalla Abla bint Tahar, quien será la madre de su hijo y sucesor HASSAN II.

Muerte de Mohamed Ibn Yusuf (MOHAMED V). Su hijo Muley Hassan (HASSAN II) le sucede en el trono del reino de Marruecos. HASSAN II revela un carácter tan autoritario como astuto, jugando siempre con el apoyo de los EEUU. Esta actuación del nuevo monarca provocará la oposición del Istiqlal -Partido de la Independencia de los nacionalistas marroquíes- y de otros sectores del país. Las rebeliones de la oposición serán frecuentes ya que el rey reúne en su persona los poderes ejecutivo y legislativo. Por referéndum  hará aprobar una Constitución que mantiene las prerrogativas reales.

Al rey HASSÁN II le preocupa más la aparición de un régimen revolucionario en Argelia, por la influencia que pueda tener sobre el nacionalismo marroquí. Prueba de ello es que el 6 de julio de 1.963, tiene lugar un encuentro entre el General FRANCO y el rey HASSÁN II, cuyas conclusiones principales (recogidas en el famoso “Espíritu de Barajas”) no reflejan sino la postergación por parte del monarca marroquí de sus reivindicaciones territoriales sobre Melilla y Ceuta con lo que pretende así aliviar sus tensiones con España.

En Marruecos, después de dos años de funcionamiento, la monarquía constitucional resulta bastante desilusionadora, tanto para los partidos (ninguno de los cuales ha conseguido obtener la mayoría en la Cámara de Representantes) como para el rey, que no logra encontrar una fórmula eficaz de gobierno y una mayoría estable sobre la que apoyarse. El rey HASSAN II, después de intentar hacer un llamamiento a los dirigentes de los partidos políticos y después de los sangrientos Disturbios de Casablanca (30/3/1965), suspende temporalmente el Parlamento y asume, en la fecha, plenos poderes ejecutivos y legislativos, actuando como primer ministro durante dos años.

HASSAN II presta un gran apoyo a la causa árabe en la guerra de los Seis Días en 1967 y con posterioridad hace intentos para asegurar la unidad árabe.

Los problema políticos internos y el aislamiento del régimen franquista favorecen que el Rey HASSAN II de Marruecos coincida con la oposición en considar que ha llegado el momento oportuno para intentar hacerse con el control del Sáhara Occidental. En la fecha, para presionar al Gobierno español, el rey HASSAN II de Marruecos anuncia su denominada “Marcha Verde” que consistirá en el avance hacia la provincia de el Sáhara Occidental español de 300.000 civiles desarmados que se están concentrando durante las últimas semanas en sus fronteras. El ejército español está dispuesto a rechazar la invasión a pesar de que ya se está preparando para abandonar el territorio.

Después de celebrarse en Agadir el día 8/11 una última entrevista entre Carro Martínez, subsecretario español de la Presidencia y el monarca alauita, el día 9, HASSAN II da por cancelada la “Marcha Verde”. En principio, el hecho se interpreta como un éxito de la firmeza española. El Sáhara por fin podrá optar libremente por la independencia o la vinculación a alguno de sus países limítrofes, Marruecos y Mauritania.

Coincidiendo con el tercer aniversario de la “Marcha Verde”, HASSAN II jura sobre el Corán que defenderá la unidad territorial de Marruecos “desde el estrecho de Gibraltar hasta el Sáhara”. De nuevo, pues, sale a relucir el tema de Ceuta y Melilla. Desde que en 1975 España se viera obligada a ceder el Sáhara a Marruecos, el monarca alaui supedita la “recuperación” de Ceuta y Melilla a que Gran Bretaña devuelva Gibraltar a los españoles. En más de una ocasión ha afirmado que reivindicando Gibraltar, “España trabaja para nosotros, porque si recupera el Peñón, nosotros recuperaremos Ceuta y Melilla”. En concreto, Rabat utiliza el mismo argumento que Madrid -el principio de integridad terrritorial de los estados- para hacer valer sus pretensiones ante el Comite de Descolonización de la ONU.

HASSAN II organiza, en la fecha, un Gobierno de unidad nacional.

Marruecos durante estos años se ha limitado a lanzar veladas referencias al supuesto conflicto territorial como las que tuvo que oir Felipe González en Rabat, en marzo de 1983, durante su primera salida oficial al extranjero como presidente. En medios políticos españoles se interpreta la prudencia de Rabat sobre este contencioso, a la incomodidad que supone exigir la descolonización de Ceuta y Melilla mientras, en ese mismo foro internacional, Rabat se niega a celebrar un referéndum sobre la autodeterminación en el Sahara.