Gran Bretaña tiene dos objetivos básicos, que son mantener el imperio y evitar una guerra en Europa que agudizaría todavía más sus problemas. Estas dos circunstancias unidas a la sensación de que las condiciones de paz impuestas sobre Alemania han sido excesivas- explican que adopte frente a HITLER una «política de apaciguamiento». De esta manera, no se opone a que Hitler abandone la Sociedad de Naciones (14 de octubre de 1933), y tampoco se opondrá a que inicie el rearme (1935), a que remilitarice Renania (1936) en contra de lo establecido en el Tratado de Versalles, a que se anexione Austria (1938) y a que provoque la desmembracíón de Checoslovaquia y se apodere de los Sudetes. Con ese comportamiento condenará a Francia a actuar de una manera similar.
PACTO DE MUNICH (Ocupación de los Sudetes) (29/9/1938)
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Hitler: La cuestión del espacio vital es un problema de grandes proporciones. Su solución es la fuerza.
El cinco de noviembre de 1937, HITLER decide dar un paso trascendental. Al atardecer, reúne discretamente en la Cancillería a su ministro de Asuntos Exteriores, Von Neurath, y a los militares: el de Guerra, Vón Blomberg; el jefe del Estado Mayor del Ejército, Vón Fritsch; el de las Fuerzas Aéreas, Goering; el de Marina, almirante Raeder, y a su ayudante para asuntos militares, coronel Hossbach. El Führer les exige bajo juramento que guarden secreto de lo tratado y ordena a su ayudante que redacte el acta. «Caballeros el objetivo primordial de la política exterior alemana debe ser la seguridad del pueblo y su elevación moral y material. La cuestión del espacio vital es un problema de grandes proporciones, para cuya solución no queda otro camino que la fuerza».
Hitler: Hay que reunir en la Gran Alemania a todos los alemanes, comenzando por los austriacos.
Hitler inicia un monólogo que se prolonga durante tres horas y media, en cuyo transcurso va afinando propósitos, plazos y teorías, hasta poner ante su atónito auditorio un panorama aterrador. Hay que reunir en la Gran Alemania a todos los alemanes, comenzando por los austriacos y siguiendo por los Sudetes; es imprescindible unificar el propio territorio alemán, partido por Danzig, y resulta ineludible ensanchar las fronteras para permitir la expansión de la población alemana, lo que se hará, inicialmente, a costa de Polonia. Todo eso ocurrirá cuando Alemania haya terminado sus programas de rearme, entre 1943 y 1945, y antes de que Gran Bretaña y Francia hayan concluido los suyos. Gran Bretaña y Francia no tenían que ser ningún problema que entorpeciese los planes de Hitler. Pero el ataque contra Austria y Checoslovaquia tendría que ser inminente: «La fecha más indicada parece el verano de 1938».
HITLER dispone a las tropas alemanas para invadir Checoslovaquia.
Como más de 3.500.000 alemanes de Checoslovaquia viven a lo largo de la frontera, en el país de los Sudetes, el partido pro-nazi de Konrad Henlein pide autonomía. A tales pretensiones se opone Checoslovaquia, que cuenta con la ayuda, al menos moral, de Francia, Inglaterra e incluso de la Unión Soviética, por lo que cede un poco la presión alemana sobre esa región. Pero, en septiembre de 1938, Alemania vuelve a la carga y HITLER -fiel a sus propósitos- pide abiertamente la cesión de los Sudetes y dispone a las tropas alemanas para invadir Checoslovaquia.
La política de «apaciguamiento» consiste en ceder gradualmente a las peticiones de HITLER.
La «política de apaciguamiento a la que invoca CHAMBERLAIN, consiste en ceder gradualmente a las peticiones de HITLER y evitar una guerra general. Sus ideas, serán calificadas por algunos como «de clara inoperancia política». Pero está claro que la perspectiva histórica da al investigador una capacidad de estudiar los hechos que supera ampliamente la capacidad de análisis que tiene el sujeto histórico sobre su época y situaciones que le toca vivir. El sujeto de la historia no sabe qué acontecerá el día siguiente al que vive, el historiador ya conoce las consecuencias que acarrea la actuación del sujeto que estudia. Sólo cabe decir que Neville CHAMBERLAIN en esta ocasión, hace lo que cree conveniente para mantener la paz y no sin esfuerzo.
Pacto de Munich entre Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania.
En vista de los acontecimientos, Édouard DALADIER (Francia), Arthur Neville CHAMBERLAIN (Gran Bretaña), Benito MUSSOLINI (Italia) y Adolf HITLER (Alemania), se reúnen en Munich y firman un acuerdo que será conocido como «Pacto de Munich». En él se permite que Alemania ocupe la región checa de los Sudetes a condición de que renuncie a ulteriores expansiones. Toda Europa respira tranquila viendo alejarse el fantasma de una guerra que se tenía por inminente. Toda, menos Checoslovaquia, que ve con impotencia como, a consecuencia de lo acordado a sus espaldas en la capital bávara, perderá 30.000 km2 de su territorio y 3.500.000 habitantes a favor de Alemania. CHAMBERLAIN, por su parte, cree que su política de «apaciguamiento» ha triunfado, pues HITLER le ha prometido que no realizará ninguna otra reclamación territorial. Este éxito de la política exterior alemana coloca al país en situación predominante en el centro y oriente de Europa y marca el fin de la hegemonía francesa en Europa.
De acuerdo con el Pacto de Munich, La Wehrmacht ocupa los Sudetes.
De acuerdo con el Pacto de Munich, La Wehrmacht ocupa los Sudetes, zona germanoparlante de Checoslovaquia.
Otros acuerdos de la Conferencia de Potsdam. Danzig pasa definitivamente a Polonia.
Los acuerdos de Potsdam fijan la independencia de Austria, la devolución a Checoslovaquia de los Sudetes y la incorporación de Prusia Oriental en parte a la URSS y en parte a Polonia, que recibe también los territorios de Pomerania y Silesia y definitivamente la ciudad de Dánzig; se fija como frontera la del Oder-Neisse. La tarea de desarmar en Vietnam a los japoneses vencidos es confiada en la conferencia de Postdam a chinos y británicos. Aquéllos al norte y éstos al sur del paralelo 16. La promesa a Corea de su independencia es reafirmada por las potencias aliadas, en la fecha, en la Conferencia de Postdam.
Unos 14 millones de alemanes de diversas regiones deben abandonar sus hogares.
Después de la capitulación del III Reich, unos 14 millones de alemanes de diversas regiones -Prusia Oriental, Pomerania, Silesia, Sudetes, etc…- deben abandonar sus hogares porque esos territorios son amputados de Alemania, en virtud de los acuerdos entre los aliados. De los Sudetes y otras regiones de Checoslovaquia que han sido habitadas por población germana desde la edad media son expulsados unos tres millones de alemanes.