LEGIÓN CÓNDOR

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Los generales sublevados FRANCO y MOLA se dan perfecta cuenta de que la contienda va a ser larga.


Al poco de producirse el levantamiento militar que desencadena la Guerra Civil en España, los generales sublevados FRANCO y MOLA se dan perfecta cuenta de que la contienda va a ser larga, y su desenlace dependerá en gran medida de los medios materiales con que cuenten. Por ello, al igual que el gobierno de la República, deciden buscar ayuda en el exterior. La predisposición de los mandatarios del Frente Popular francés a favor de su homónimo español y la indecisa postura británica hacen que el futuro generalísimo dirija su mirada hacia Roma. FRANCO, sabedor de las buenas relaciones existentes entre el gobierno de Mussolini y algunos de los sublevados, despacha a Italia al periodista Luis Antonio Bolín del ABC y al marqués de Luca de Tena con una nota manuscrita en demanda de ayuda.

La tardanza en recibir de Italia una respuesta mueve a FRANCO a explorar la vía alemana.


La tardanza en recibir de Roma (Italia) una respuesta -que acabará siendo afirmativa- mueve a FRANCO a explorar la vía alemana. Lo hace por mediación del teniente coronel Beigbeder, dados los excelentes contactos que el antiguo agregado militar en Berlín mantiene en la capital del Reich. El encargo no llega a fructificar. Se opone el jefe de la Cancillería. Lo mismo ocurre más tarde con la comisión enviada por el gobierno republicano con idéntico fin, aunque esta vez la negativa corra a cargo del ministro de Asuntos Exteriores alemán. Se temen las consecuencias diplomáticas de una directa implicación en el naciente conflicto.

FRANCO decide tantear a Johannes Bernhardt, un reputado comerciante prusiano.


Al tiempo que explora la vía oficial alemana, FRANCO decide tantear las posibilidades que le ofrece Johannes Bernhardt, un reputado comerciante prusiano que, instalado en el protectorado español en Marruecos, mantiene unas amistosas relaciones con la oficialidad allí destacada. Tras sostener dos entrevistas con FRANCO, este miembro de la Auslandsorganisation (el organismo nacionalsocialista que atiende las necesidades de los alemanes en el extranjero) acaba aceptando el encargo de viajar a Berlín en busca de una ayuda militar que se hace cada vez más perentoria. Lo hace en compañía del capitán Francisco Arranz, enviado personal de F?RANCO, y de Adolf Langenneim, jefe del partido nazi en Tetuán, quienes revisten la misión de un carácter más oficial.

Rudolf Hess se interesa por la embajada dispuesta por FRANCO.


Tras varias escalas a bordo de un requisado Junkers 52 de pasajeros de la compañía Lufthansa, la embajada dispuesta por FRANCO llega a la capital germana. Los dos alemanes, que no consideran conveniente la presencia del oficial español, acuden a las oficinas de la Auslandsorganisation para exponer a su jefe el motivo de su viaje. Éste, lejos de informar al Ministerio de Asuntos Exteriores, con el que mantiene una enconada rivalidad, decide telefonear a Rudolf Hess. La respuesta del lugarteniente de Hitler es inmediata. Da instrucciones para que los emisarios sean trasladados a su residencia en Turingia, donde se halla, para lo que les brinda su propio avión personal.

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Hitler acepta dar curso a la petición de ayuda efectuada por FRANCO.


Convencido por las explicaciones de Bernhardt -y atisbando las posibilidades geopolíticas de un posicionamiento favorable a Alemania al otro extremo de la frontera francesa-, Hess, probablemente el único con autoridad para hacerlo, establece inmediata comunicación telefónica con HITLER. Éste se encuentra en Bayreuth asistiendo a una ópera en el marco de los festivales anuales dedicados a Wagner. Una breve conversación es suficiente para que el Führer ordene que los valedores de FRANCO sean llevados a su presencia. El encuentro dura unas tres horas. Se entrega al canciller la carta en que el general pide aviones de transporte y material militar, que al estar en castellano es traducida pausadamente por Bernhardt. Hitler acepta dar curso a la petición, ordenando la inmediata presencia de las máximas autoridades militares del Reich: los ministros de Defensa y Aire, Von Blomberg y Góring, que también asisten al festival, así como un oficial de la Kriegsmarine (la Marina) en representación de su ministro.

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HITLER pone en marcha la operación de ayuda al ejército de FRANCO: Fuego Mágico.


El Führer insta a sus generales a tomar las disposiciones oportunas para poner en marcha la que será conocida como operación “Fuego Mágico”, en alusión a una escena del último acto de La Valkiria, la ópera que ha visto aquella noche. Antes tiene que vencer las reticencias del jefe de la Luftwaffe, a quien duele desprenderse de todo aparato que debilite la fuerza aérea que está forjando. Eso sí, temerosos aún de la reacción internacional que puede despertar semejante ayuda, acuerdan envolverla de la más absoluta discreción, otorgándola única y exclusivame la persona de FRANCO. De ahí que la respuesta dada a la petición oficial del general MOLA quede reducida a cierta cantidad de fusiles y su correspondiente munición, que éste tiene que pagar en divisas.

Góring, nombrado máximo responsable de la ejecución de la operación Fuego Mágico.


Góring, nombrado máximo responsable, y sus colaboradores acuerdan la creación de varios organismos a través de los cuales canalizarán la ayuda alemana a los franquistas. Serán la Plana Mayor especial “W”, que desde el Ministerio del Aire se encargará de los temas técnicos y militares, y las empresas Hisma y Rowak, creadas más tarde para vehicular los aspectos financieros de la operación, que incluirá la pretensión de hacerse con la explotación de diversas minas españolas. Mientras tanto, la embajada de FRANCO regresa a Tetuán en el mismo aparato utilizado para la ida.

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Berlín envía un nuevo contingente de tanques y piezas anticarro para engrosar el ejército nacional.


Deseoso de conocer de primera mano el desarrollo de las operaciones y evaluar la situación militar, el Alto Mando alemán envía a España al teniente coronel Walter Warlimont como sustituto de Scheele, con instrucciones para remitir informes periódicos. Desde su primer escrito, el recién llegado advierte la falta de elementos blindados y artillería antitanque que padece el Ejército nacional. Para subsanar la deficiencia, Berlín envía un nuevo contingente de tanques y piezas anticarro, que configuran la base del Gruppe Imker (Apicultor). Su principal unidad es el Panzergruppe Drohne (Zángano), cuyas tropas llegarán al puerto de Sevilla en poco tiempo.

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Alemania decide enviar más aviones hacia España bajo el mando de un oficial alemán.


Sin embargo, ante la internacionalización que experimenta la Guerra Civil española, en Berlín se duda entre enviar a España unidades regulares de la Wehrmacht o seguir la línea utilizada hasta el momento aunque incrementando su fuerza e implicándola decididamente en la guerra. Finalmente se decide, que el nuevo contingente, que integrará a las tropas germanas ya en suelo español, será mayoritariamente aéreo y estará mandado por un oficial alemán. Este oficial deberá coordinar sus acciones no sólo con el Estado Mayor español, sino también con la jefatura de las tropas italianas del Corpo Truppe Volontarie que ya combaten en España, aunque sólo acatará las órdenes directas de FRANCO. También se incrementará el envío de material para las tropas españolas, siempre por vía marítima y escoltado por navíos de guerra germanos -cuyo flujo, con altibajos, se mantendrá durante toda la contienda-, y se seguirá formando a mandos y tropas españolas en el uso de los nuevos materiales. Ha nacido la Legión Cóndor.

Llegan por mar a Sevilla los primeros 697 hombres de la Legión Cóndor.


El 11 de noviembre de 1936 llegan por mar a Sevilla los primeros 697 hombres de la Legión Cóndor. Estarán bajo las órdenes del general de la Luftwaffe Hugo Sperrle. Su número aumentará hasta formar una fuerza permanente de unos 6.500 soldados y 100 aviones. Al llegar se les otorga un grado más del que han tenido en Alemania y dependen orgánicamente de la Jefatura del Aire dirigida por el general Kindelán. En líneas generales, sus relaciones con sus camaradas del Ejército nacional son buenas, a pesar de las muestras de superioridad de las que hacen gala los germanos con frecuencia. Existen también situaciones de extrema tirantez motivadas por desacuerdos operativos, dado que los alemanes consideran al mando español poco contundente, lo que a su entender alarga una contienda a la que quieren poner fin con rapidez.

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