En 1887, el grupo cercano al diario ‘La Renaixença’, que opta por una vía más regionalista y conservadora, abandona el Centre Català por discrepancias con las concepciones ideológicas de Valentí ALMIRALL, que defiende una orientación progresista y federal, y constituye, en la fecha, la Lliga de Catalunya. La nueva formación, experimenta un gran crecimiento. Contrariamente, a partir de esta coyuntura, el Centre Català inicia una rápida decadencia. Es entonces cuando Sebastià Farnés empieza a utilizar el término nacionalismo como equivalente de catalanismo en algunos artículos publicados en ‘La Renaixensa’. La Lliga de Catalunya es presidida por el ingeniero Pau Sans i Guitart i forman parte de ella, entre otros: Guimerà, Permanyer, Ferran Alsina, i Domènech i Montaner. Está apoyada por el Centre Escolar Catalanista. La Lliga de Catalunya reivindicará la oficialidad de la lengua catalana, la defensa del derecho civil catalán, el proteccionismo y ejecución de una política exclusivamente catalanista.

La Reina regente, MARÍA CRISTINA de Habsburgo, preside unos Juegos Florales en Barcelona, donde toma la palabra Menéndez Pelayo. Aprovechando la ocasión, la Lliga hace público un documento conocido como Mensaje a la reina regente, en el cual se pide la autonomía política para Catalunya. Angel Guimerá ha escrito el mensaje en catalán y se ha referido a la regencia en su condición de Condesa de Barcelona. Solicita la reinstauración de las Cortes Generales de Catalunya, la enseñanza del catalán y la catalanización de los tribunales, y perfila un régimen autonómico sobre el modelo de la monarquía austrohúngara.

El 1889, Catalunya reacciona contra el proyecto de nuevo Código Civil del ministro Alonso Martínez. La concepción unitarista del derecho a todo el estado elimina el ordenamiento jurídico catalán, todavía muy vivo. El rechazo del mundo jurídico catalán es unánime. Las tesis sobre el mantenimiento del derecho civil catalán son apoyadas por el resto de la opinión pública catalana. La Lliga de Catalunya tiene un papel central en las movilizaciones que organizan los partidos y las instituciones catalanas. Narciso Verdaguer y Callís, un joven abogado y periodista, es el principal promotor de la campaña. El éxito de la campaña contra el código civil unitario convierte a la Lliga en la fuerza hegemònica del catalanismo. Y las diversas asociaciones catalanistas comarcales quedan bajo su órbita. Las nuevas condiciones producidas por el crecimiento hacen necesario un marco más efectivo desde el punto de vista político y organizativo. La defensa del derecho histórico catalán ya se ha hecho patente en el Congreso Catalán de Jurisconsultos de 1881.

El éxito de la campaña contra el artº 15 del Código Civil hace necesario un nuevo marco para las diversas organizaciones catalanistas, más allá del ámbito de la Lliga de Catalunya, considerado estrecho para conducir la nueva situación. La acción más decidida y ya claramente política, en términos de recuperación efectiva del poder político perdido con la abolición de la Generalitat por Felipe V, es, en la fecha, la Asamblea constitutiva de la Unió Catalanista que trata de unir entidades catalanas dispersas, periódicos y personas particulares. La iniciativa parte del Centre Escolar y de la Lliga de Catalunya. En el umbral del siglo XX el catalanismo político enlaza con un importante renacimiento cultural, artístico y literario. Catalunya sale de una etapa de crisis y postración. Gracias a la revolución industrial y al dinamismo de su sociedad, ya muy vinculada a Europa, se convierte en el motor económico de la península. En su trayectoria, la Unió conseguirá despertar en amplios sectores de la sociedad catalana la consciencia de su particularismo y significará el triunfo definitivo de las tesis propiamente catalanistas sobre las regionalistas.

Verdaguer publica en la “La Publicidad” el primero de los once artículos “En defensa pròpia” de la serie “Un sacerdot calumniat”, donde explica cronológicamente con pelos y señales su versión de las desavenencias. Estos textos son el origen de un escándalo monumental que divide la sociedad catalana entre partidarios y detractores del mossèn. Paradógicamente, Jacinto Verdaguer recibe el soporte de los sectores más liberales y de izquierdas. Los jóvenes modernistas loan sus ideales de intelectual libre y rebelde y la identificación con los más desfavorecidos lo convierten en un personaje de una grandísima popularidad. De otro lado, desde las filas conservadoras -teóricamente las suyas- se le da la espalda. La Lliga de Catalunya, propietaria de La Veu de Catalunya, rehusa publicar los escritos de Verdaguer, y el escritor se ve obligado a hacerlo en diarios progresistas. Se abre una gran campaña de difamación sobre la integridad mental del sacerdote.