Durante estos largos siglos grupos esporádicos de judíos, atraídos por la nostalgia de Sión (nombre de la colina de la parte noroeste de Jerusalén sobre la que se encontraba el templo de Salomón) han emigrado a Palestina: tal el célebre Maimónides y, también, rabinos y sabios, comerciantes y artesanos venidos de diversos lugares de Europa. La historia judía en Palestina, como en el resto del mundo durante estas épocas híbridas para ellos, está salpicada de duras pruebas y renacimientos cíclicos. Pese a esa más o menos floreciente permanencia de hebreos en Palestina, en 1845 sólo hay unos 12.000 judíos en todo el país.

De los casi seis millones de judíos existentes, más de cuatro viven en la diáspora, es decir, en decenas de comunidades situadas fundamentalmente en el mundo mediterráneo. Lo que une a estos judíos y protege su identidad frente al mayoritario paganismo circundante, es una profunda fe religiosa, peculiaridad que, al mismo tiempo, les aparta de la cultura dominante y de las manifestaciones cotidianas de la vida civil pagana. El judaísmo es, en realidad, una teocracia, un reino de Dios en la tierra. A diferencia de lo que sucede entre los paganos, los judíos no solamente no someten la religión a la política, sino que dirigen y explican todas las manifestaciones de la vida por sus preceptos y por su profundo sentido religioso. El monoteísmo y la promesa de un Mesías han constituido y constituyen el núcleo central de esta religión.

Moses HESS, compañero de juventud de Marx y Engels, escribe, en la fecha, su obra «Roma y Jerusalén», donde hace una profesión de fe del sionismo y que contiene por primera vez la idea de la vuelta del pueblo judío a su tierra ancestral, como una parte integrante y en el contexto de la expansión colonial europea, con la fundación de un estado judío en Palestina. Pero el libro y la idea de HESS tienen escaso eco.

Nace el judío Theodor HERZL en Budapest. Fue el primero en teorizar sobre la creación de un estado judío en la bíblica tierra de Israel.

Hacia 1864, la población judía residente en Jerusalén constituía la mayoría de los habitantes de la ciudad, de acuerdo con el Cónsul británico en Jerusalén, Noel Temple Moore, que estimó la población de la ciudad en 15.000 almas: 8.000 judíos, 4.500 árabes musulmanes y 2.500 cristianos y árabes cristianos. Todos los judíos vivían dentro de la Ciudad Vieja, principalmente dentro del barrio judío.

En 1871 se produjo el primer “pogrom” (revuelta en masa contra un sector de la comunidad judía) en Odesa (Rusia), una ciudad con un 25% de comunidad judía. Los desposeídos atacaron las barriadas pobres de los judíos con un saldo de decenas de propiedades incendiadas, personas gravemente heridas y violaciones.

Ola de antisemitismo que se extiende por Europa oriental y central principalmente desde 1880-1881. Esta situación plantea con crudeza la cuestión del regreso a Sión.

En estos años, no pasan de 25.000 los judíos que viven en toda Palestina, mezclados con 550.000 árabes. A partir de 1881 hasta 1914, llegarán a Palestina más de 60.000 judíos, en su mayoría de Rusia, Galizia, Rumanía y Polonia, buscando refugio y un nuevo hogar en el Dominio turco. Muchos se instalarán en regiones abandonadas, médanos y pantanos, que desecarán, irrigarán y cultivarán. Este impulso cobrará nuevos bríos con el ideal sionista (reunir a los judíos en lo que consideran su tierra, el monte Sión).

En 1882, un médico judío de Odesa, Leo Pinsker, publica un folleto titulado «Autoemancipación», el más poderoso manifiesto del sionismo, donde expone que la única solución del problema judío es la reagrupación de los hijos de Israel en un territorio nacional independiente. El estilo del folleto es emotivo y en ciertos pasajes dramático. Se crea en Odesa la sociedad Amigos de Sión (1885).

En los años 80 empiezan a llegar a los EEUU. los primeros judíos.