Algunos alemanes desdeñan las palabras y actuaciones de HITLER, incluso se oponen abiertamente al monopolio del poder por los nacionalsocialistas, pero otros muchos aceptan sus puntos de vista sobre la superioridad de la raza aria y la necesidad de ampliar el territorio alemán. En un principio son los judíos quienes sufren leyes discriminatorias, son privados de la ciudadanía y excluidos de actividades civiles y profesionales. Se expropian y venden las empresas judías por debajo de su valor, que pasan a ser de los no judíos.

En Alemania, la persecución y segregación de los judíos fueron realizadas en varias etapas. Después de que los nazis llegaran al poder a través del «Putsch de Röhm», en el verano de 1934, el racismo impuesto por el estado acaba en legislación antisemita, con las «Leyes de Núremberg» aprobadas el 15 de septiembre de 1935 durante el congreso del partido nazi en Nuremberg negando la ciudadanía del Reich a los judíos, y con la ley para la protección de la sangre, prohibiendo todo matrimonio mixto entre judíos y alemanes; viéndose poco a poco despojados de todos sus derechos como ciudadanos. Las leyes también definen la categoría racial de «judío». De este modo las leyes de Nüremberg servirán de fundamento jurídico para la persecución de los ciudadanos judíos.

En 1936 los judíos censados en Palestina son 400.000.

Como en otras ocasiones, la violencia empieza cuando, en la fecha, tres judíos son asesinados por árabes y al día siguiente lo son dos palestinos en represalia. En estos años los palestinos comienzan a actuar como guerrilla. Poco a poco los británicos van perdiendo el control de los núcleos urbanos árabes. Sólo recuperan algunas zonas gracias al apoyo del clan de Raguib al Nashashibi. Éste, rival del muftí, mantiene relaciones con ABDULLAH, hijo del jerife HUSSEIN Ibn Ali de La Meca, rey de Transjordania -Estado creado por los británicos en 1923-, que ambiciona unir bajo su Corona a la Palestina que no está en manos judías.

17.000 judíos polacos que habitan en Alemania son expulsados.

El gobierno alemán llega a controlar todos los asuntos de la Iglesia luterana, pero no resulta tan fácil la solución del problema con la Iglesia católica, por lo que la policia hace continuas irrupciones en órdenes católicas de frailes y monjas. La persecución de los judíos alcanza su momento culminante durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 mediante un pogromo u ola de destrucción, saqueos e incendios, en Alemania y Austria en represalia por el asesinato de Ernst von Rath, secretario de la embajada alemana en París, por un judío llamado Herschel Grunszpan. Por la noche de este día, Goebbels lanza sus huestes nazis quienes incendian 191 sinagogas y 17 viviendas de judíos en territorio alemán; 7.500 tiendas son saqueadas y destruidas; 90 judíos son asesinados; 20.000 judíos son deportados en masa, etc . Es la denominada «NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS». Cientos de miles de judíos huyen del país. Con la política del terror se pretende acelerar el proceso de emigración de los judíos. Con estos acontecimientos se encaminan a aislar sistemáticamente a los judíos del resto de la sociedad alemana para posteriormente forzarlos a salir de Alemania.

Dentro del sionismo también existen tensiones enfrentadas e, incluso, escisiones. A lo largo de los pasados 25 años, se han formado distintos grupos revisionistas del futuro de la comunidad judía internacional. La llegada del laborista Ben GURIÓN a la dirección del movimiento sionista provoca que el ala derecha radicalice sus posturas, abogando por la creación de un Estado en Palestina del cual serán expulsados los árabes al otro lado de un «muro de hierro». Esta tendencia, conocida como «sionismo revisionista», está encabezada por Vládimir Jabotinsky. Tras su muerte se encarnará en dos grupos terroristas, el Irgun y el Lehi o Stern, dirigidos respectivamente por dos futuros primeros ministros de Israel: Menahem Beguin e Itzhak Shamir.

La población judía ya alcanza en Palestina, las 430.000 personas. Se convoca una reunión en Londres entre árabes y judíos, en marzo y abril de 1939, que tampoco resulta fructífera.

Gran Bretaña, agobiada por la presión centroeuropea del nazismo, termina elaborando un Libro Blanco pactado con los países árabes pero sin tener en cuenta a los palestinos que trata de limar asperezas con el mundo al que necesitará en caso de confrontación con Hitler. Este libro limita a 75.000 el número de inmigrantes en cinco años:»Tras la entrada en Palestina de 75.000 judíos durante los próximos cinco años, la inmigración judía debe cesar, a menos que los árabes lo consientan». Por otra parte, se impide la venta de tierras entre árabes y judíos, y se promete a los árabes la independencia en un plazo de diez años. El muftí lo rechaza y, como consecuencia de las nuevas revueltas, algunos de sus partidarios son ejecutados por los británicos.

En todo el territorio del Reich (Alemania, Austria, Checoslovaquia) hay unos 375.000 judíos a quienes se les prohíbe salir a la calle a partir de las 20 horas en invierno y de las 21 en verano. Se lleva a cabo la confiscación de todas sus radios.