ABDERRAMÁN III para fortalecer su posición personal ante la problemática interior, y también para alejar algunas posibles pretensiones exteriores ante la amenaza fatimí, renuncia al título de emir y se proclama en Córdoba califa Amir al-Muminín (príncipe de los creyentes) (929-961) que los mozárabes, al pronunciarlo mal, llaman «Miramamolín». En efecto, fragmentado el califato de Bagdad, carece de sentido continuar reconociéndole la primacía religiosa. Además, con esta decisión, ABDERRAMÁN cobra ascendiente sobre los musulmanes del norte de África. Este título le otorga, además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma (comunidad de creyentes). Por supuesto, el escándalo en Damasco es enorme ya que se tiene asumido que califa (sucesor de Mahoma y máxima autoridad islámica) no puede haber más que uno. Es el primero que hace grabar su nombre en las monedas, donde también se puede leer: «En el nombre de Dios, no dios, sino Dios, este dinar ha sido acuñado en Andalucía». Parece ser que su madre era hija de padres cristianos, cosa que tenían a gala los mozárabes andaluces.
ABDERRAMÁN III (Primer emir, 912-929, que toma el título de califa 929-961)
Total de piezas: 35
ABDERRAMÁN III, proclama el Califato omeya de Córdoba.
ABDERRAMÁN III proclama, pues, en la fecha, el Califato omeya de Córdoba (929-1031), rompiendo, así, la unidad teórica del Islam. Este momento es la culminación de un programa de gobierno cuyos objetivos principales son la restauración del prestigio omeya en al-Ándalus, la reconquista de todos los territorios disidentes y, sobre todo, la supresión definitiva de los levantamientos muladíes. ABDERRAMÁN III logrará acabar con todas las rencillas internas en al-Ándalus. Las fronteras entre al-Ándalus y los núcleos cristianos del norte, no sufren la menor modificación, inclusive habrá reyes cristianos que se mostrarán sumisos a ABDERRAMÁN III. El Califato de Córdoba alcanzará un gran prestigio al entrar en relación tanto con el Imperio bizantino como con el recién nacido Imperio germánico.
Una flota omeya, al mando del general Farach ben Ufair, desembarca en Ceuta.
Una flota omeya, al mando del general Farach ben Ufair, desembarca en Ceuta en la fecha y ocupa la ciudad sin que la población se oponga a la penetración extranjera. Ceuta se halla en este tiempo sometida a una pequeña dinastía de origen beréber, los BANU ISAN. La ocupación de Ceuta, una de las más importantes plazas marítimas, representa para el omeya ABDERRAMÁN III un logro de suma importancia, pues dispone de una situación mejor que Melilla y Tánger, que también domina.
RAMIRO II, rey de León/Galicia, escucha la petición de ayuda de Toledo, sublevada contra ABDERRAMÁN III , y acude en su auxilio.
RAMIRO II, rey de León, escucha la petición de ayuda de Toledo, sublevada contra ABDERRAMÁN III , y acude con un ejército en su auxilio. Mientras viaja hacia allí, recibe la noticia de que su hermano ALFONSO, cansado de la vida monástica, ha salido del convento, ha vuelto a proclamarse rey en Simancas y se ha apoderado de la ciudad de León. Se entera también de que ALFONSO FROILAZ de Asturias y sus hermanos han aprovechado la circunstancia para combatirle. RAMIRO divide a su ejército. Hace que un contingente siga hasta Toledo y él regresa con otro para aplastar a los disidentes.
Expedición de RAMIRO II de León contra la fortaleza de Magerit a la que acude Fernán GONZÁLEZ.
RAMIRO II, rey de Asturias y de León, privado de prestar una ayuda decisiva a Toledo por la sublevación de ALFONSO FROILAZ y habiendo caído aquella ciudad en manos de ABDERRAMÁN, organiza una expedición contra la fortaleza de Magerit a la que posiblemente acude Fernán GONZÁLEZ; la ciudad es tomada así como su castillo obteniendo de ello un gran botín, sin embargo Magerit será retomada por los musulmanes tras ser abandonada por el monarca leonés.
RAMIRO II y Fernán GONZÁLEZ vencen a las huestes de ABDERRAMÁN III cerca de Osma.
ABDERRAMÁN III devuelve el golpe a RAMIRO II, pretendiendo que sea una repetición del que asestó en 920. ABDERRAMÁN III cerca Osma y San Esteban de Gormaz, RAMIRO II acude en ayuda de Fernán GONZÁLEZ logrando levantar el cerco de San Esteban de Gormaz y venciendo a las huestes califales cerca de Osma.
ABDERRAMÁN III, realiza una amplia campaña de hostigamiento contra los reinos cristianos del norte.
ABDERRAMÁN III, una vez asegurada la paz interna, realiza una amplia campaña de hostigamiento contra los reinos cristianos del norte durante el verano del año 934. En el transcurso de la misma sus aliados norteafricanos, los magalawa, pasan a cuchillo a los 200 monjes de San Pedro de Cardeña, cerca de Burgos, consiguiendo así mantener atemorizados a los cristianos del norte de la Península.
ABDERRAMÁN III, decide la construcción de una medina (ciudad) a la que decide dar el nombre de Zahara.
ABDERRAMÁN III, en su imitación de los grandes soberanos de Oriente, y aprovechando que una de sus concubinas le ha dejado al morir una crecida suma, decide la construcción de una medina (ciudad) a la que decide dar el nombre de Zahara (flor), una de sus favoritas a la que amaba profundamente. El emplazamiento elegido es en la parte de occidente de la Sierra de Córdoba, al pie de Yebel Alarus (el Monte de la Novia). En la fecha, comienzan las obras de Medina Azahara. (Esta fecha figura en la parte inferior de una columna de Medina Azahara como fundacional del Califato de Córdoba). Las obras serán continuadas por su hijo Al.Hakam II, con quien el conjunto tomará su forma definitiva. Para terminar la parte esencial del palacio se tardarán trece años; para darlo por acabado en su más mínimos detalles, cuarenta. (Tanto trabajo y tanto esplendor, sin embargo, tendrán una vida corta, porque en 1010 será saqueada e incendiada por los beréberes amotinados.)
Las fronteras de al-Ándalus manifiestan general tranquilidad. Se paraliza el avance de los cristianos.
Las fronteras de al-Ándalus manifiestan general tranquilidad lo que motiva el desarrollo económico y la prosperidad. El califa ABDERRAMÁN III controla el poder de manera absoluta e inicia contactos diplomáticos con los Estados europeos, especialmente con Bizancio y el emperador OTÓN I. Dentro de este próspero ambiente destaca la construcción de numerosas obras públicas y monumentos en Córdoba. Durante estos años, coincidiendo con el máximo esplendor de ABDERRAMÁN III, se paraliza el avance de los cristianos.
La reina TODA de Pamplona, se ve obligada a reconocerse como tributaria de ABDERRAMÁN III.
ABDERRAMÁN III después de Zaragoza, se dirige hacia Pamplona, aliada de León y del gobernador musulmán de Zaragoza. Ante el asalto musulmán, la reina TODA se ve obligada a reconocerse como tributaria de ABDERRAMÁN III.