Al producirse la reestructuración provincial que efectúa Roma en Hispania, Vasconia queda incorporada a la Tarraconense. Los vascones se sentirán tentados de cuando en cuando por operaciones predatorias a costa de las ciudades y villas de la cuenca del Ebro. Este peligro obligará a establecer guarniciones en toda la zona. Estrabón (63aC -21dC), que es el primero de los autores romanos que proporciona algunas noticias, posee de los vascones un concepto peyorativo, como de un pueblo ajeno a la civilización y agresivo.

Las provincias hispanas se dividen en «conventus» (unidades administrativas con fines jurídicos) y cada unidad conventual englobaba varias «civitates». Las capitales de los conventus de la Baetica fueron Gades (Cádiz), Astigi (Écija), Corduba (Córdoba) e Hispalis (Sevilla). Los conventus jurídicos de la Lusitania tienen por capitales a Pax Iulia (Beja), Scallabis (Santaren y Emerita Augusta (Mérida).

Como un reflejo de la paz pública y de la bonanza económica, el reinado de AUGUSTO inaugura la época más brillante de la cultura romana. Algunas de las figuras más destacadas de la literatura: Virgilio, Ovidio, Tito Livio… cantarán las excelencias del nuevo orden. Sus obras, armoniosas y equilibradas, constituyen el período de más puro clasicismo en el arte y la literatura romanas: una edad dorada a la que los autores de todas las épocas acudirán una y otra vez con añoranza. Aliviada tras el infierno de las Guerras Civiles, todo en la ciudad proclama el nacimiento de una nueva era de paz y prosperidad, la gloria del Imperio y la llegada al Mediterráneo de la Pax Romana. Los romanos construyen diversos tipos de monumentos destinados a perpetuar la memoria de un personaje, normalmente el emperador, o de un acontecimiento importante de carácter histórico. El monumento más destacado, que se convertirá en un símbolo de la dominación romana, es el arco de triunfo. (En Catalunya se conserva el arco de Berà, situado en la antigua Vía Augusta, a 20 km de Tarragona, al límite norte de la Cosetania).

El emperador AUGUSTO funda, para los veteranos de la guerra de Cantabria, una colonia cerca de Celsa, también sobre una ciudad indígena llamada Salduba, con el nombre de Caesaraugusta, que con el tiempo le quitará a Celsa la primacía y acabará convirtiéndose en el centro comercial del valle del Ebro. Por otra parte, funda la nueva Bilbilis, cerca de la actual Calatayud, extendiendo la presencia y el poder de Roma por todas partes. Los legionarios romanos que se licencian después de muchos años de servicio en el ejército reciben tierras y solares para construir casas en las nuevas ciudades. Y serán estos soldados los que acabarán mezclándose con los indígenas.

Estrabón nacido en Amasia en 63 aC., basándose en los datos aportados por tres grandes sabios que han estado en la península: Polibio, Poseidonio y Artemidoro, describe la Península Ibérica en el libro III de su «Geographiká», compuesta de 17 libros. Éste geógrafo, que recorre muchos de los países que describe, gozará en la Edad media de tal autoridad que, así como Aristóteles será el Filósofo por antonomasia, él será el Geógrafo. (Con los datos de Estrabón se ha realizado modernamente un mapa de Iberia que refleja la visión que durante la Antigüedad y parte del Medievo se tendrá de la Península Ibérica. La aproximación de Estrabón es bastante exacta, teniendo en cuenta los medios de hace dos mil años, que no eran otros que la observacion y el cálculo. El único error de bulto es las orientación norte-sur de los Pirineos, que es este-oeste.)

A Roma, le ha costado 199 años la total y definitiva ocupación de la Península Ibérica (del 218 al 19 aC). Por ello escribe TITO LIVIO: «Hispania ha sido la primera provincia que se atacó y la última que se venció». La lengua, la cultura, las leyes, las costumbres, la religión de Roma se impondrán tan hondamente durante el período de la «romanización», que sus huellas perdurarán a lo largo de los siglos. Roma someterá a la Meseta de la península Ibérica a una explotación intensiva de sus recursos mineros, fundamentalmente el oro, de la que será un claro ejemplo las Médulas, en León donde se emplea el sistema de «ruina monti». En las Cavenes, en Salamanca, la extracción es por el sistema de lavado.

En la fecha, la Barcino del Mont Taber (Barcelona) es conquistada por los romanos —si ya existía, de lo que no hay pruebas— o bien fundada —como parece más probable— por ellos, y poco después pasa a denominarse colonia Faventia Julia Augusta Paterna Barcino. Sin embargo no todos estos nombres se usan en la práctica cotidiana, sólo perdura el nombre de Barcino, si bien en años sucesivos va evolucionando y aun dentro de la propia época romana ya aparecen las formas transitorias de Barcenona, Barcilonum, Barcenone, Barcilonum Sedes, e incluso Barcelona. Los romanos amurallaron la ciudad, de piedra y, en algunos tramos, del célebre mortero de argamasa que adquiere una dureza pétrea. Es aquí donde empieza la historia documentada y no legendaria de Barcelona. Barcino es una población de proporciones relativamente reducidas, construida de acuerdo con el modelo habitual de plaza fuerte. Pero… Barcino tiene un puerto, el único a lo largo de la extensa franja costera que separa Narbona de Tarraco y es divisado desde la loma del Mont Taber.

De las colonias que AUGUSTO funda en el norte de Hispania, Lugo obedece a razones militares, mientras que Astorga debe su nacimiento al deseo de explotar los yacimientos mineros, Fundada en el 14 aC, Lugo pasa a ser uno de los núcleos administrativos más importantes del noroeste peninsular, que se embellecerá gracias a la pasíón hispánica del emperador Adriano que diseñará sus murallas.

Tortosa, que ha sido amurallada, ha adquirido, hace pocos años, categoría de municipalidad y el título de Julia dado por Julio CÉSAR. A partir de entonces, Tortosa se ha llamado Iulia Ilercavonia Dertosa, rica y poderosa por su comercio, ya que el río es navegable hasta la misma ciudad. El emperador romano AUGUSTO, por su parte, le otorga los derechos propios de colonia. Dertosa adquiere, así, una importancia decisiva.

Uno de los aspectos destacados de la romanización es la imposición del latín, la lengua de los romanos. A lo largo del siglo I aC dejarán de hablarse las lenguas propias de los territorios conquistados y el latín se irá imponiendo poco a poco por todas partes. Hablar las viejas lenguas se verá como un arcaísmo, como algo de los antiguos; lo «moderno» será hablar en latín y tener un nombre latino. Ya no estará de moda llamarse Luspangibas o Mandonio, los jóvenes preferirán nombres como Marco o Antonio. Por otra parte, los romanos fundarán ciudades (colonias, municipios) para instalar en ellas su poder político y sus instituciones.