Es también en estas Cortes Reales de Barcelona de 1412-1413 cuando los diputados proponen al rey FERNANDO I de Antequera que se encargue a juristas reconocidos la compilación de las Constituciones de Catalunya. Se imprimirá en un incunable de 1495.

El conde JAIME II de Urgell, el Desdichado, considerándose injustamente desposeído del trono de la Corona, ya que se cree con más derechos que FERNANDO, retrasa el homenaje debido al nuevo rey FERNANDO I de Aragón, prestándolo sólo después de que el monarca le prometa el ducado de Montblanc y una indemnización de 150.000 florines. Pero JAIME de Urgell que tan sólo desea ganar tiempo, en mayo de 1413, mientras el rey preside las Cortes de Barcelona, se subleva protestando el fallo de Caspe. Llega a ser proclamado rey por su leales.

JAIME II de Urgell, es derrotado el 25/6/1413 en Lleida y los contingentes ingleses y gascones aliados lo son en Aragón por tropas castellanas. Sin poder reunir partidarios, JAIME II, a ruegos de su madre, se fortifica en Balaguer, ciudad protegida por Levante por el Segre y por el Norte por el castillo que parece inexpugnable.

En la fecha, se presenta el rey FERNANDO y asedia la plaza de Balaguer. Con una actividad asombrosa es rodeada la ciudad de fosos, se construyen torres de asalto y se emplazan trabucos y máquinas para abrir las murallas. A medida que pasa el tiempo va aumentando el ejército del monarca y disminuyendo el defensor, perdiendo además toda esperanza de auxilio.

En la fecha, el conde JAIME II de Urgell sitiado en Balaguer, se rinde al FERNANDO de Antequera quien ha prometido a la esposa del conde, su tía Dña. Blanca, que le perdonará la vida al conde. Conducido al castillo de Lleida le es leída al conde la sentencia que le condena a cadena perpetua y a la pérdida de todos los honores y bienes. Será trasladado al castillo de Urueña (Valladolid). Posteriormente pasará al de Xàtiva donde morirá.

Las Cortes catalanas vuelven a reunirse a finales de 1414 en Montblanc. La aristocracia quiere redondear el éxito de las anteriores Cortes; los tres Brazos piden una serie de libertades en el terreno de la administración de justicia. FERNANDO, una vez vencido el conde de Urgell, pisaba terreno más firme y esta vez se niega a acceder a estas peticiones. Se clausuran las Cortes, marchando el rey a Valencia donde debe celebrarse la boda de su hijo Alfonso.

FERNANDO I, que siempre ha sido uno de los máximos apoyos de BENEDICTO XIII, aconsejado seguramente por VICENTE FERRER, hace retirar, en la fecha, después de tres requerimientos, la obediencia al papa BENEDICTO XIII, obligándole a refugiarse con algunos servidores en el castillo familiar de Peñíscola (Castellón), desde donde lanza anatema contra el rey y declara en entredicho los lugares en los que no sea publicado su decreto de excomunión. Castilla sigue con su obediencia a BENEDICTO XIII y en Catalunya y Aragón seguirá teniendo algunos partidarios. El odio de BENEDICTO XIII por FERNANDO I es tan grande que cada día reitera la excomunión contra el rey.

A finales de febrero de 1416, FERNANDO I de Antequera que ha regresado enfermo de su viaje a Perpinyà para tratar con el papa BENEDICTO XIII, se encuentra en Barcelona. Los criados de su casa se niegan -en la fecha- a pagar el impuesto del «vectigal» que el Consell de Cent tiene establecido sobre los alimentos. Esta actitud promueve un gran descontento, dado que se considera una ofensa a los privilegios y a la autoridad del municipio. Los consejeros aprovechan una visita que tienen concertada con el rey para pedirle que pague el impuesto. FERNANDO I sigue opinando que ni él ni la reina deben pagar impuesto alguno.

Reunido el Consell de Cent, éste en representación de la ciudad se reafirma en su derecho y decide hablar en términos muy duros al rey, aunque la documentación oficial no llega a explicar el desenlace del asunto. Parece que Joan FIVELLER, que es consejero y amigo del rey, trata de convencerlo de que pague el impuesto pero no lo consigue. Es posible que uno de los servidores del rey, pague el impuesto. La actitud de Barcelona, representa el triunfo momentáneo de unos privilegios que peligran ante el creciente poder real.

FERNANDO I, disgustado por el incidente del pago del vectigal en Barcelona, no acaba de encontrarse bien. A pesar de ello, decide marcharse de la ciudad, pero a la altura de Igualada se encuentra peor por lo que tiene que detener la comitiva. Por indicación de la reina acude FIVALLER, demostrando al rey que los catalanes tienen el mismo respeto por sus leyes que por sus soberanos. FERNANDO I en agradecimiento al gesto de FIVALLER le nombra, en el último momento, albacea mayor en su testamento, recomendándole cuide de su hijo ALFONSO. El rey fallece de unas fiebres fulminantes.