El 6 de octubre de 1849 (todavía considerado hoy un día de luto nacional), Batthyány y otros 13 dirigentes revolucionarios son ejecutados. Ésta y otras severas represalias inauguran un periodo de dominio austriaco centralizado que se extenderá durante más de una década.

Al finalizar 1849, la revuelta húngara ha sido aplastada, y Austria se siente lo bastante fuerte como para dejar en claro que se propone tomar medidas militares, y si es necesario esá dipuesta a cambiar la situación en Alemania. El 19 de noviembre de 1849, Prusia abandona la idea de encabezar cualquier forma de unión, pese a que se ha ofrecido la corona a FEDERICO GUILLERMO IV. (Manifiesta que no tomará una corona del arroyo, significando con ello que hacerlo equivaldría a poner la voluntad popular por encima de la de Dios). En una reunión mantenida en Olmutz (Moravia), Prusia se plega a las demandas austríacas. Los historiadores prusianos posteriores se referirán a la «humillación de Olmutz», pero lo cierto es que FEDERICO GUILLERMO IV no puede enfrentarse al mismo tiempo a Austria y a Rusia. Después de esto, el conservadurismo se adueña de Prusia y del resto de Alemania. Las revoluciones de 1848 resultan un fracaso en todas partes: en Francia, Italia, Austria y Alemania. En consecuencia, un flujo de liberales alemanes abandona el país, principalmente con destino a los Estados Unidos.

En los años cincuenta, comienza una época de prosperidad que se extenderá a pesar de alguna crisis, hasta 1873. Durante estos años cruciales, Alemania se convierte en una potencia industrial y Prusia será su estado más beneficiado con la transformación económica. Los banqueros más activos y los industriales más emprendedores van a parar a Prusia que, por otra parte, conseguirá marchar a la cabeza del progreso técnico y concentrar, desde principios de los sesenta, las nueve décimas partes de la producción minera y metalúrgica; esta preponderancia es también monetaria y a partir de 1857, el tálero prusiano desplazará al florín austriaco en el mercado alemán. Austria, que se ha quedado al margen de esta iniciativa en sus orígenes, experimentará en estos años una marginación económica que no tardará en tener repercusiones políticas. Sus intentos de contrarrestar la hegemonía económica prusiana en el mundo alemán nunca llegará a tener excesiva consistencia.

FEDERICO GUILLERMO IV de Prusia consigue el apoyo de una treintena de Estados en la llamada Unión restringida, que, en la fecha, vota una Constitución federal. Aparte de la resistencia de los príncipes, y del recelo de los propios nobles prusianos (Junkers) a todo lo que no fuera el fortalecimiento de Prusia, FEDERICO GUILLERMO se encuentra con la dura réplica de Austria, que está respaldada por la alianza rusa.

«Humillación de Olmütz». El canciller austriaco Schwarzenberg convoca a finales de noviembre de 1850, en Olmütz, al ministro prusiano O. von Manteuffel y le amenaza con la guerra  si persiste en sus planes de formar una confederación con los estados alemanes del norte. Por consejo de Otto von Bismarck, el rey prusiano decidirá acceder. La Confederación Germánica es restablecida, al igual que la Dieta, mientras que Prusia es humillada y Austria afirma momentáneamente su hegemonía sobre una gran Alemania. En cualquier caso, el conflicto entre ambas potencias queda perfilado en el horizonte.

La fidelidad a la corona por parte de BISMARCK se ve recompensada y, en la fecha, es nombrado emisario prusiano en el Consejo de la Federación Alemana en el Parlamento de Francfort. Durante ocho años estará allí, alejado de las corrientes políticas, pero defendiendo fervientemente los intereses de Prusia, que él considera coartados por el poder austriaco.

Se conviene fijar el compromiso entre Elena y FRANCISCO JOSÉ I. Pero entonces surge lo imprevisto, algo que escapa incluso al control de la propia madre de Francisco José. Y ese algo tiene nombre propio. Se llama Elisabeth es la hermana menor de la novia. Cuando FRANCISCO JOSÉ I ve aparecer aquella preciosa jovencita de quince años, su corazón empieza a latir al ritmo del amor. Poco podrán hacer las advertencias que su madre le hará sobre el indómito carácter de «Sissí» -como es conocida familiarmente- o de sus modales poco refinados.

Desde el primer momento, el joven emperador FRANCISCO JOSÉ I de Austria, recibe el influjo de su madre, a la que venera y teme con la misma intensidad. Prioridad de cualquier soberano es asegurar la descendencia; por ello, cuando FRANCISCO JOSÉ I se asienta en el trono, la búsqueda de una esposa idónea se convierte en tarea principal para su madre. Elige a Elena, la hija mayor de su hermana Ludovica y de Maximiliano, duque en Baviera, una Wittelsbach modosa, capacitada para adaptarse a la corte de Viena y, sobre todo, instrumento fácil de manejar en sus manos….

Gran Bretaña y Francia solicitan que Rusia evacúe las provincias rumanas, a lo que Rusia no contesta directamente, sino que cruza el Danubio e invade Bulgaria el 20 de marzo de 1854. Ante estos hechos, los británicos y los franceses concluyen una alianza con el Imperio otomano, y el 28 de marzo declaran la guerra a Rusia. (Era la primera vez que Gran Bretaña o, antes que ella, Inglaterra luchaba en el mismo bando que Francia desde la tercera cruzada, seiscientos cincuenta años antes.). Por otro lado, Austria no desea que Rusia domine los Balcanes, de modo que amenaza con sumarse al bando contrario si los rusos no evacuan esa península. (Con esta iniciativa, Austria olvida la ayuda que Rusia le ha prestado pocos años antes, a raíz de la revuelta húngara.) En vista de la situación, Rusia evacúa Rumania, y Austria envía tropas para reemplazarla. Esto es algo que los rusos no olvidarán, y el antagonismo así generado tendrá importantes consecuencias.

Elisabeth de Wittelsbach llamada «Sissi», se convierte en emperatriz de Austria al casarse, en la fecha, con FRANCISCO JOSÉ I. La boda tiene lugar en Viena en la iglesia de los Agustinos y es oficiada por el cardenal Rauscher. Aquella hermosa historia de amor, iniciada meses atrás, empieza a convertirse en realidad. Y a medida que ello sucede, el desencanto irá adueñándose del enigmático corazón de «Sissí». La hija del duque Maximiliano, fantasiosa y errática como su padre, pronto empezará a asfixiarse en la rigidez de la corte vienesa. Cumplirá su cometido de esposa dando cuatro hijos (tres niñas y un niño) al emperador, pero su vida irá derivando hacia una constante huida, puesta de manifiesto en la compulsiva necesidad de viajar y en la caída, una y otra vez, en enfermizas obsesiones.