REYES BAJO EL SIRG EN LA PENÍNSULA ITÁLICA (962-1802)

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LUIS, duque de Baviera, que ha sido excomulgado por el Papa JUAN XXII, contesta invadiendo Italia.


LUIS IV, duque de Baviera, que ha sido excomulgado por el Papa JUAN XXII, contesta invadiendo Italia al frente de un poderoso ejército que le permite ocupar Roma en enero de 1328.

El pueblo romano se subleva y obliga a LUIS a abandonar Roma.


El pueblo romano, oprimido por la ocupación militar de su ciudad, y por la excomunión que JUAN XXII ha lanzado sobre la misma, se subleva y obliga a LUIS a abandonar Roma en agosto de 1328.

Durante los siglos XIV y XV, la expansión comercial iniciada por las ciudades italianas en el siglo XI, alcanza su máximo desarrollo.


Durante los siglos XIV y XV, la expansión comercial iniciada por las ciudades italianas en el siglo XI, alcanza su máximo desarrollo. Venecia, Génova, Florencia y Milán, enriquecidas con el gran comercio, se convierten en las plazas bancarias que financian las principales cortes de Europa. A pesar de este auge económico y cultural, continúa la fragmentación política, pues, al lado del reino de Nápoles, los estados Pontificios, Florencia, Génova, Milán y Venecia, subsisten infinidad de pequeños Estados, lo que comporta una extraordinaria debilidad e incapacita a Italia para oponerse victoriosamente a los proyectos hegemónicos sobre ella de otros Estados europeos que disponen de organizaciones mucho más sólidas.

La península italiana trata de superar su excesiva disgregación política con la implantación de las Señorías.


Así, pues, la península italiana trata de superar su excesiva disgregación política con la implantación de las Señorías. Los estados italianos de mayor peso político amplían sus fronteras en detrimento de las comunidades mas pequeñas. Sin embargo, la pervivencia de corrientes y modelos localistas no hace posible una unificación total, sino que facilita la formación de los llamados estados regionales: Milán, Florencia, Venecia, Estados Pontificios y Nápoles. La paulatina pérdida de protagonismo de la autoridad imperial favorece su crecimiento, sobre todo tras el fracaso de las campañas italianas de Enrique VII (1310-1313) y de Luis IV (1327-1330). La debilidad imperial y la ausencia de los pontífices, instalados en Aviñón desde 1309, abonan el terreno al enfrentamiento entre estados y a la eclosión de fuertes rivalidades políticas en el seno de los mismos.

Francisco Sforza, llega a erigirse en duque de Milán tras la muerte del último Visconti.


Pero con el cambio de siglo los italianos se incorporan a los ejércitos profesionales y sus mandos comienzan a intervenir decididamente en los asuntos internos de los estados que les asalarian. Uno de ellos, Francisco Sforza, llega incluso a erigirse en duque de Milán tras la muerte del último Visconti. Los capitanes de ventura son expertos en la guerra de emboscadas y escaramuzas, en la que cuentan más las negociaciones e intrigas que el combate real. Dicha estrategia responde al escaso volumen de los ejércitos empleados en la lucha y al elevado coste de los mismos, que hace irreparable la pérdida de efectivos.

Los Estados Pontificios no pueden sustraerse a los acontecimientos que se están produciendo en la Italia de mediados del siglo XIV.


Los Estados Pontificios no pueden sustraerse a los acontecimientos que se están produciendo en la convulsa Italia de mediados del siglo XIV. Sin contar con la desvinculación de algunos feudos tradicionales de la corte romana, como Sicilia, en poder ahora de la Corona de Aragón, o el reino de Nápoles, bajo la autoridad de la casa de Anjou, el propio estado pontificio está en descomposición. Así lo ponen de manifiesto casos como el de Giovanni di Vico, que se ha erigido en señor de Viterbo tras usurpar una extensa zona territorial perteneciente al papa; o el de la insumisión en que se encuentra el ducado de Spoleto; o el de la fáctica independencia del marquesado de Ancona; o el de la privatización de Fermo llevada a cabo por Gentile de Mogliano y la de Camerino por Ridolfo de Varano; o el de la abierta rebeldía de los Malatesta; o el de Francesco degli Ordelaffi, que se ha posesionado de una gran parte de la Romaña; o el de Montefeltro que señorea los distritos de Urbino y Cagli; o el de la ciudad de Senigallia apartada de la obediencia papal; o el de Bernardino y Guido de Polenta, que se han adueñado de Rávena y de Cervia, respectivamente; o el de Giovanni y Riniero Manfredi que han hecho lo propio con Faenza; o el de Giovanni d’Ollegio que mantiene bajo su posesión la ciudad de Bolonia. Es precisa una actuación resuelta y aplastante contra todos aquellos insurgentes si se quiere reunificar el patrimonio de San Pedro.

Florencia se encuentra así en el corazón de una zona muy fragmentada políticamente.


Recuperada del horror causado por la peste negra, Florencia se encuentra hacia 1360 entre los numerosos Comunes independientes de la Península Italiana. La autoridad que los magistrados de la ciudad poseen no les proviene del exterior, y pueden tratarse de igual a igual con los príncipes y extranjeros. Pisa, Siena, etc, aunque menos poderosas, se hallan también en análoga situación. El mismo fenómeno puede observarse en las regiones limítrofes de la Italia Central y en el valle del Po. Florencia se encuentra así en el corazón de una zona muy fragmentada políticamente, y en el interior de la cual no deja escapar jamás las ocasiones que se le presentan para ampliar su territorio.

Esta pieza también aparece en ... FAMILIA DE LOS MÉDICIS  • FLORENCIA

GREGORIO XI coloca obispos franceses al frente de las diócesis italianas provocando el rechazo popular.


Siguiendo la misma política eclesial que sus antecesores, GREGORIO XI coloca obispos franceses al frente de las diócesis italianas provocando el rechazo popular, lo cual es aprovechado por Bernabó Visconti para apoderarse, en 1371, de Reggio y de otros territorios pontificios. GREGORIO XI responde enviando una bula de excomunión a Bernabó quien hace comer a los legados que se la comunican el pergamino sobre la que está escrita.

El Papa GREGORIO XI declara la guerra a Bernabó que resulta favorable a éste hasta que GREGORIO logra varios apoyos.


El Papa GREGORIO XI declara la guerra en 1372 a Bernabó que resulta favorable a éste hasta que GREGORIO logra el apoyo del emperador, de la reina de Nápoles, del rey de Hungría y de John Hawkwood, jefe de los mercenarios ingleses que combaten en la Guerra de los Cien Años.