El 15 de junio, los aliados se hallan en Puente Arenas y el 21, detrás del río Zadorra, donde JOSÉ BONAPARTE y el mariscal Jourdan han situado sus 65.000 hombres. Allí se libra la Batalla de Vitoria, quizás la mayor de las de la Guerra de la Independencia, otra más ganada por Wellesley con la apreciable ayuda de los generales españoles Pablo Morillo, Pedro Girón y Francisco Langa. Las fuerzas aliadas abren la batalla al amanecer del 21 de junio, antes de lo que hubiera deseado el rey JOSÉ, que espera refuerzos de Navarra. De la mañana a la noche dura la batalla, en la que JOSÉ se ve obligado a abandonar todo su armamento pesado y el inmenso convoy con el equipaje real y cuanto habían pillado los franceses en Madrid en los últimos tiempos, retirándose apresuradamente hacia Pamplona por Salvatierra. Entre muertos y heridos, los franceses tienen 8.000 bajas y las de los aliados -que toman 151 cañones franceses y 415 carros de munición- no llegan a 5.000.

La derrota de los franceses es completa. Muchos de los colaboradores españoles del rey francés caen prisioneros y son objeto de lamentables represalias. Vitoria adquiere gran significación por esta batalla que tiene gran repercusión en Europa y es celebrada hasta por Beethoven, quien compone una obra en su memoria La Victoria de Wellington. Desde el verano de 1813 las Provincias Vascongadas se ven libres de ocupación. Asimismo esta victoria significa el final de la presencia francesa en España.

Inglaterra promete 500.000 libras a Austria si ésta entra en el conflicto. Así es. Viendo que NAPOLEÓN está muy debilitado, Austria, en la fecha, le declara la guerra (la quinta guerra contra Napoleón) y casi simultáneamente, también lo hace Suecia que se suman a la coalición contra NAPOLEÓN. Los aliados con la lección aprendida, se comprometen a no presentar batalla por separado contra el Emperador para mantener siempre la superioridad numérica. El ejército francés aprovechando la tregua, ha logrado reunir 550.000 hombres, de los que 40.000 son jinetes, así como unos 1.300 cañones. Pero los aliados, ahora constituidos en la llamada Sexta Coalición, suman unos 800.000 efectivos. Durante las siguientes semanas se producirá una terrible guerra de desgaste, en donde ambos bandos alternarán derrotas y victorias. Pero será el bando francés el que más difícil lo tendrá para reponer sus agotadas fuerzas.

Batalla de Dresde (Sajonia), una de las más brillantes ganadas por Napoleón. Su ejército llegó a marchas forzadas desde 200 km en cuatro días para sostener el ejército que resistía al mariscal Schwarzenberg, contraatacando y venciendo, con 10.000 bajas frente a las 38.000 del enemigo. Pero el ejército francés ya no está en condiciones de obtener más victorias.

Los franceses son derrotados por el ejército hispano-inglés, en la batalla de San Marcial y se ven obligados a repasar definitivamente la frontera del Pirineo occidental. Sólo quedan unos restos del ejército francés en la parte oriental del Pirineo que lo traspasan unos meses después dándose por terminada la Guerra de la Independencia (Barcelona, sin embargo, seguia en poder del ejército francés). Wellesley, muy reacio al elogio, reconocerá que “en este triunfo los españoles se han portado como, los mejores soldados del mundo”.

San Sebastián, después de un largo asedio, el 9 de septiembre es brutalmente saqueada por los británicos produciéndose un incendio que destruye la mayor parte de la antigua ciudad.

Las fuerzas napoleónicas pronto vuelven a sufrir hambre y enfermedades, y a finales de septiembre los efectivos se han reducido a 250.000 hombres. Apreciando la debilidad de Francia, Baviera, hasta entonces aliada de Francia, cambia de bando.

Los coaligados contra NAPOLEÓN reagrupan fuerzas y le hacen frente en Leipzig en la llamada por los alemanes “Batalla de las Naciones” por el gran número de éstas que intervino, en su mayoría contra Napoleón. La batalla se desarrollará entre el 16 y el 19 de octubre. Se resuelve con una grande y decisiva derrota para el francés, que no obstante logra evacuar su ejército del campo de batalla y evitar así tener que rendirse. La superioridad numérica influye en la victoria de los aliados en mucho mayor grado que el genio militar de los estrategas que los mandan. De cualquier modo, Alemania está perdida para NAPOLEÓN. Los franceses deben retirarse a la otra orilla del Rin. Ha sido aniquilado la mayor parte de su ejército y perdido a 54 generales: 6 muertos, 12 heridos y 36 prisioneros. Cada uno de los estados alemanes firma la paz y respalda la Alianza entre Prusia, Rusia, Austria y Gran Bretaña. El Congreso de Viena (1814-1815), acordará la creación de la Confederación Germánica que reemplazará a la del Rin.

Después de cuatro terribles días en la batalla de Leipzig (Batalla de las Naciones), NAPOLEON rotorna a París para organizar la última defensa de su tambaleante imperio. Los ejércitos de toda la vieja Europa coaligada, financiada por los ingleses, marchan tras sus huellas como jaurías. Pero pierden unos meses en discusiones internas ya que no todos los monarcas europeos tienen los mismos intereses, ni idénticas aspiraciones. Todos temen el excesivo poder que está acumulando Rusia, por lo que prefieren una Francia no derrotada del todo. Austria ofrece a NAPOLEÓN la paz a cambio de que renuncie a los territorios conquistados desde 1792, pero, cegado por su orgullo y contando con que los franceses resistirán la lucha en su territorio, el Emperador rechaza la propuesta.

Finaliza la guerra de la Independencia española con las tropas francesas capitulando en Pamplona. A partir de ese momento se hará posible el regreso de Fernando VII, al que el pueblo califica de el Deseado.