A finales de enero de 1889 la situación ha alcanzado en Francia un punto en el que las muchedumbres, a favor de Georges Boulanger, claman por un golpe de Estado. Pero Boulanger es un hombre vacuo: todo apariencia y nada de sustancia. Cuando realmente llega el momento de hacer algo, no puede, y el momento mágico pasa.

En la fecha se inaugura -por el primer ministro Tirard-  la Torre Eiffel construida para la Exposición Universal de París, después de poco más de dos años de trabajo sin accidentes mortales. Será abierta al público el 6 de mayo de 1889. El mérito de Eiffel no está tanto en el diseño y cálculo de las obras como en su realización: gracias a las técnicas de prefabricación en taller tan avanzadas en su tiempo. Casi dos millones de personas visitarán la obra de Eiffel durante los primeros seis meses. A finales de 1889 los beneficios por el cobro de la entrada -dos francos hasta el primer piso y dos más para llegar hasta la cima- habrán ya financiado el 75% del coste total de la construcción (7.800.000 francos).

El clamor en favor de Georges Boulanger cesa de inmediato, y el 1 de abril de 1889 abandona Francia y se traslada a Bruselas, donde poco después se suicidará sobre la tumba de su amante. Tras el fracaso de Boulanger, no hay oportunidad alguna para una restauración monárquica en Francia. El Papa León XIII, hombre razonable, se da cuenta de ello y toma la iniciativa de reconocer la República francesa. También adopta la actitud de que todo gobierno establecido que haya demostrado que puede regir el país, es legítimo y debe ser aceptado. Pero no todos los católicos se muestran de acuerdo con ello.

La Torre Eiffel está unida al nacimiento de los espectáculos luminosos y del cine desde su inauguración en 1889. Los hermanos Lumière filman, en la fecha, su primer travelling del cine en sus ascensores, y cineastas de las más diversas tendencias la han tomado como motivo o fondo… René Clair, Abel Gance, Claude Cabrol y hasta Woody Allen sucumben a los encantos de este ícono de lo nuevo, el símbolo de la construcción monumental en hierro forjado.

Tanto Francia como Rusia están potenciando sus marinas, y la seguridad británica se mantiene gracias enteramente a la aplastante superioridad de sus fuerzas navales. El 31 de mayo de 1889 Gran Bretaña aprueba una ley de defensa naval («Naval Defense Ach») que establece que siempre deberá poseer una marina al menos tan fuerte como las de las dos Potencias que la sigan, sumadas. Lo cual era sencillo de formular, pero pronto iba a demostrarse lo difícil que resultaba de llevar a la práctica.

Desde 1890 el emperador GUILLERMO II dará una orientación más ambiciosa a la política exterior alemana y renunciará al entendimiento con Rusia, considerando que la alianza con Austria-Hungría e Italia es suficiente garantía de seguridad. Tras ello la alianza franco-rusa no se hará esperar. A comienzos del siglo XX el acercamiento de Gran Bretaña a Francia y Rusia, favorecido por su recelo ante el creciente poderío naval de Alemania, supondrá que ésta tendrá tres enemigos potenciales.

Durante el siglo XIX el Chad estuvo dividido en varios sultanatos africanos que fueron objetivo de ingleses y franceses en su expansión colonial. En 1890 comienza la penetración francesa, expandiéndose en el sur y este del lago. En 1899 hubo acuerdos entre estos sultanatos que dieron el control a Francia.

La opinión de HOLSTEIN, colaborador del canciller CAPRIVI de Alemania, es que Austria-Hungría y Rusia son irreconciliables por lo que carece de sentido gastar energías tratando de mediar entre ellas, puesto que un acuerdo resulta de todo punto imposible. De las dos potencias, parece mucho más lógico adherirse a la leal y parcialmente germánica Austria-Hungría, en detrimento de una Rusia eslava e impredecible. HOLSTEIN logra convencer a CAPRIVI y a GUILLERMO II para que adopten esa política, y cuando llega el momento de renovar la alianza con Rusia, en la fecha, se renuncia a hacerlo. Los rusos se sienten inquietos y urgen a Alemania a la renovación, pero Alemania persiste en su decisión. Rusia viendo ahora un peligro en Alemania y sumamente alarmada, busca la alianza con Francia. En consecuencia, el peligro de un emparedamiento de Alemania entre sus dos poderosos rivales vuelve a ser palpable.

Francia y Gran Bretaña firman una convención que deja a la primera las manos libres en Madagascar a cambio del reconocimiento del protectorado británico en Zanzíbar.

Fallece en raras circunstancias, el francés Augustin Le Prince. Desaparece en un tren que le debe conducir a París y su cuerpo no será encontrado jamás. Dos años antes, en 1888, había creado la primera cámara que registraba imágenes en movimiento pero no consiguió, por culpa del proceso administrativo a seguir y que parece ser estaba dominado por los secuaces de Edison, el registro de su invento. En 1891 se atribuyó en los periódicos a Thomas Alva EDISON la invención de la cinematografía. El clan Le Prince emprenderá una cruzada legal que resultará infructuosa. Un tribunal de Nueva York declarará en 1901 que la única patente de cinematografía pertenece a EDISON. Poco después Adolph Le Prince, hijo de Augustin se suicida. Al menos a sus descendientes les queda el consuelo de acercarse a Leeds y leer una placa conmemorativa que reza que en 1888 Augustin Le Prince creó una cámara de un objetivo con la que filmó el puente de la ciudad, convirtiéndose en el primer hombre que tomaba con éxito imágenes en movimiento. En 1895, los hermanos Lumière proyectarán públicamente las primeras películas.