El Papa LEÓN X pide a Lutero que se desplace a Roma para explicarse. Pero por intercesión de su soberano, el príncipe elector FEDERICO el Sabio de Sajonia, que ha comenzado a simpatizar con las nuevas ideas por cuestión más bien política y movido de cierta oposición a Roma, se le dispensa de comparecer en Roma si bien lo hará en Augsburgo, a lo que ayuda el emperador MAXIMILIANO. El Papa nombra entonces legado suyo al cardenal Cayetano, hombre íntegro y de gran erudición, y le envía a Alemania para que escuche los argumentos de LUTERO, pero éste se niega a comparecer en su presencia sin un salvaconducto.

Cuando por fin LUTERO accede a la entrevista con el legado Cayetano, en la dieta de Augsburgo en la fecha, se limita a responder con evasivas y termina diciendo que se someterá al juicio de las Universidades de Basilea, Friburgo, Lovaina y París. Luego, tras insultar al cardenal, apela al dictamen de un concilio, siempre que se celebre en lugar seguro y sin la influencia del Papa, cuyos decretos -dice- son «nulos, inicuos y tiránicos». LUTERO temiendo ser arrestado abandona secretamente Augsburgo, dejando una nota donde apela al papa, del que afirma no está debidamente informado sobre el caso.

Para quitar a LUTERO el pretexto de que la Iglesia aun no ha dicho nada definitivo sobre indulgencias, aparece en la fecha, una bula pontificia sobre ellas, y LUTERO, no dudando ya de que a causa de sus proposiciones será declarado hereje por la Iglesia, ahora apela a un Concilio general.

En un debate público, que tiene lugar en Leipzig durante los meses de junio y julio, entre Juan ECK, de la Universidad de Ingolstadt, contrario a LUTERO y KARLSTADT, seguidor de LUTERO, éste, que tambien interviene personalmente, sale completamente derrotado. Este resultado le enfurece más todavía y le hace arremeter no sólo contra LEÓN X, sino contra todos los Papas, a quienes acusa de ser «el colectivo Anticristo». Rechaza la acusación de ser «bohemiano» (es decir, hussita), pero después declara abiertamente que «todos somos hussitas sin saberlo». Eck, entonces, informa al Papa de lo sucedido, diciendo que Lutero es «un hussita sajón».

LUTERO escribe una serie de panfletos exponiendo su propia teología. Dejaba reducidos a dos -el Bautismo y «La Cena del Señor»- los siete sacramentos. Para Lutero, todos los creyentes son sacerdotes. Además, repudia la vida monacal, pues para él, las únicas promesas o votos válidos son los del bautismo. Niega también la transubstanciación, reduciendo “la Cena del Señor” a un mero simbolismo. En cuanto a la naturaleza humana, para Lutero está totalmente corrompida; la voluntad humana no es libre y no puede llevar a cabo ningún acto agradable a Dios. Las «buenas obras» no sirven para nada. Sólo la Fe puede salvar al hombre.

En 1520, estallan levantamientos en Sajonia, donde Thomas Münzer y Nicolás Storch han sublevado a los artesanos, proclamando el reino de Dios, sin rey, sin leyes, sin culto. Los agitadores, siguiendo sus huellas, no se contentan ya con predicar la inutilidad del Bautismo en la infancia (se les llamará anabaptistas porque rebautizaban a los adultos) y la destrucción de la Iglesia católica, sino que anuncian la abolición de los impuestos, la eliminación de las leyes, la desaparición de las autoridades temporales, la comunidad de los bienes.

En un escrito de LUTERO: “A la nobleza cristiana de la nación alemana”, anima e incita a los príncipes alemanes a alzarse con el poder espiritual, a crear en Alemania un iglesia nacional autónoma, a suprimir el derecho canónico, las contribuciones a Roma, las misas de difuntos, las peregrinaciones, las indulgencias y las cofradías y los días de fiesta, exceptuados los domingos.

Se publica la bula pontificia “Exurge Domini”, que señala 41 proposiciones en las que se resumen los principales errores de LUTERO y se condenan, parte como heréticos, parte como falsos y escandalosos. En consecuencia, ordena que se quemen los escritos en que se contienen estos errores y se comunique a LUTERO que será excomulgado si no se retracta dentro de sesenta días. LUTERO experimenta, por una parte, una intensa preocupación y angustia sobre lo que debe hacer en un momento tan delicado y trágico de su vida y, por otra, una verdadera obstinación en sus ideas, con exclusión absoluta de toda retractación. La bula pontificia produce muy diversos efectos en los territorios germanos. Uno de los principales es la inacción o indiferencia de muchos prelados y sobre todo, la hostilidad de algunos príncipes. El mismo ERASMO desacredita públicamente la acción del romano pontífice. En este ambiente se explica que LUTERO, vaya envalentonándose cada vez más. Por esto, empieza a dar muestras de gran desprecio de la bula pontificia, mientras le hacen eco sus principales seguidores.

LUTERO, apela al futuro emperador CARLOS (V).

LUTERO ya antes de recibir la Bula, ha amenazado con un asalto armado a Roma para «lavar sus manos en la sangre de cardenales y de papas». Y cuando la recibe y la lee, exclama airado: «¡Esto condena a Cristo!». Y en noviembre de 1520 redacta un panfleto «contra la execrable Bula del Anticristo». Sin darse cuenta tal vez, ha recorrido un largo camino desde sus primeros ataques a las indulgencias; se ha colocado fuera de la Iglesia, pero se ha ganado el favor de algunos príncipes alemanes y de amplios sectores del pueblo.