LEON X -papa- (19.3.1513-1.12.1521), hijo de LORENZO el Magnífico de Florencia, por tanto de la familia de los Médicis. Ha sido nombrado cardenal a los catorce años. Elegido Papa a los treinta y ocho años, tendrá que ser ordenado sacerdote, pues no lo está. Practicará asiduamente el nepotismo, situando a miembros de la familia Médicis en los órganos de poder de la Iglesia romana; incluso gravará a la Hacienda papal con los gastos de la Guerra de Urbino (1516-17), destinada a conquistar dicho ducado para su sobrino Lorenzo II. El pontificado de León X apenas traerá novedades en materia religiosa, pues se comportará como un príncipe italiano más, dedicado a conservar y ampliar sus dominios por medio de la diplomacia y de la guerra, así como a ejercer el mecenazgo artístico.
LEÓN X (Papa)(1513-1521)
Total de piezas: 20
LEÓN X encarga a Rafael Sanzio construir la basílica de San Pedro, cuyo coste le obligará a recabar fondos intensificando la venta de bulas de indulgencia.
LEÓN X encarga a Rafael Sanzio construir la basílica de San Pedro, cuyo coste le obligará a recabar fondos intensificando la venta de bulas de indulgencia. El papa LEÓN X renueva la indulgencia -concedida por su antecesor JULIO II- para adelantar las obras de la basílica de S.Pedro en Roma. A este fin, los fieles, después de contritos, confesados y comulgados, entre otras cosas buenas, a las que iba aneja la indulgencia, habían de dar una limosna en metálico para la construcción de la basílica de S.Pedro. De hecho fueron innumerables las iglesias para las que se allegaron por este medio los fondos necesarios para su construcción o reparación, lo mismo que se hizo para muchos otros fines sociales, como, por ejemplo, para levantar centros de asistencia y para la construcción de puentes. El sistema de indulgencias era en general bien recibido por el pueblo cristiano. En cuanto a la iglesia de S.Pedro, se trataba de un santuario, en que toda la cristiandad estaba interesada.
En Roma, LEÓN X, aterrado, espera la repetición de las acciones de CARLOS VIII, y de LUIS XII.
En Roma, LEÓN X, aterrado, espera la repetición de las acciones de CARLOS VIII, y de LUIS XII, y a los franceses en Roma, dispuestos a conquistar Nápoles.
León X acude a reunirse con Francisco I de Francia, en Bolonia (Italia), donde negocia el Concordato.
LEÓN X acude a reunirse con FRANCISCO I de Francia, en Bolonia (Italia), donde negocia el Concordato de 1516, que da al rey de Francia el derecho de nombrar a los obispos y a los abades, asegurándose de este modo un clero manejable. El Concordato termina con cualquier vestigio de un principio electivo, en el cual los monjes o las canonjías catedralicias eligen a su abad u obispo: habrá durante cierto tiempo algunas protestas por parte de estas comunidades desencantadas con esto, cuyas aprobaciones de candidatos irán tornándose en una mera formalidad. Durante muchos años, el rey de Francia luchará para mantener a la Iglesia católica en su poder, y será avalado en esto por muchos que sostendrán sus políticas. Esto conducirá a la persecución de los no católicos bajo el reinado de FRANCISCO I, Enrique II, Francisco II y Carlos IX. Esta intolerancia religiosa conducirá a guerras civiles, conocidas en Francia como guerras de religión, y finalmente a la libertad religiosa en la forma del Edicto de Tolerancia, el Edicto de Saint-Germain promulgado por el regente de Carlos IX de Francia en 1562 y, finalmente, el Edicto de Nantes.
La aprobación papal de la creación de la Orden del Toisón de Oro de 1433, será ratificada por León X.
La aprobación papal de la creación de la Orden del Toisón de Oro de 1433, será ratificada por un Breve de LEÓN X de 8 de Diciembre de 1516, fecha en la que la Orden no pertenece ya al ducado de Borgoña sino, por herencia, como vínculo familiar, a CARLOS I de España.
El papa LEÓN X tiene noticias de un fraile agustino, doctor de Wittenberg, llamado Martín LUTERO.
El papa LEÓN X tiene noticias de un fraile alemán, agustino, doctor de Wittenberg que regenta la cátedra de Sagrada Escritura de aquella Universidad de Sajonia, de 34 años, que se llama Martín LUTERO y que mantiene constantes disputas teológicas con otro fraile dominico llamado TETZEL, otro fraile dominico, que tiene a su cargo la campaña para recoger fondos con destino a la construcción de la nueva basílica de San Pedro.
Después de la actitud de LUTERO, Alemania entera no habla de otra cosa. Silencio del Papado.
Pronto, Alemania entera no habla de otra cosa. Reina un gran descontento -en parte justificado- con la actitud del Papado y con lo que sucede en Roma. Si, en estas circunstancias, LEÓN X aclarase la doctrina de las indulgencias, como hará luego, tal vez la «Reforma» nunca se hubiese producido. Pero obra con lentitud y deja que siga la controversia, fomentada por la rivalidad entre los agustinos y los dominicos. Muchos se sienten entusiasmados por el hecho de que alguien llame por fin públicamente por su nombre a la penosa situación de la Iglesia católica y lo hace, además, en un lenguaje claro y comprensible para todos. Por otra parte, a Lutero le mueve el mismo afán que a los reformadores anteriores: el nacionalismo. Wyclif había apelado a los nacionalistas ingleses que objetaban que el dinero iba siempre a parar a los cofres italianos del Papa. De la misma manera, Hus invocó el nacionalismo bohemio y ahora Lutero hace otro tanto con el nacionalismo alemán. Pero Lutero dispone de algo que les faltó a Wyclif y Hus: la imprenta.
El Papa interviene de inmediato en el tema de LUTERO.
LUTERO consigue pronto seguidores que, como él, quieren reformar la Iglesia. Aquello no gusta, por supuesto, a los príncipes eclesiásticos; el Papa León X exige a LUTERO retractarse de su error, pues de lo contrario será excluido de la Iglesia. Pero LUTERO da más valor a las palabras de la Biblia que a las del Papa, a quien llama «anticristo». El Papa interviene de inmediato. No es cierto, como se ha afirmado, que lo designara como «reyerta de frailes». Su primera providencia es encargar al superior de los agustinos, Staupitz, que procure contener a LUTERO. Mas como Staupitz es uno de sus principales protectores y admiradores, esta primera medida tomada por la curia romana queda sin ningún resultado. En un capítulo de la Orden celebrado en Heidelberg en abril de 1518, LUTERO se mantiene en sus ideas y envía al mes siguiente una explicación a Roma. El tono del escrito es sumiso pero su contenido es abiertamente contrario al dogma católico. Una retractación que se le exige es rechazada.
El Papa LEÓN X pide a Lutero que se desplace a Roma para explicarse. No lo hará en Roma sino en Augsburgo.
El Papa LEÓN X pide a Lutero que se desplace a Roma para explicarse. Pero por intercesión de su soberano, el príncipe elector FEDERICO el Sabio de Sajonia, que ha comenzado a simpatizar con las nuevas ideas por cuestión más bien política y movido de cierta oposición a Roma, se le dispensa de comparecer en Roma si bien lo hará en Augsburgo, a lo que ayuda el emperador MAXIMILIANO. El Papa nombra entonces legado suyo al cardenal Cayetano, hombre íntegro y de gran erudición, y le envía a Alemania para que escuche los argumentos de LUTERO, pero éste se niega a comparecer en su presencia sin un salvaconducto.
Para suceder a MAXIMILIANO I, además de CARLOS, presenta su candidatura, FRANCISCO I de Valois.
La Casa de Habsburgo lleva casi un siglo al frente del Sacro Imperio Romano Germánico, desde la elección de Federico III en 1440, pero su hijo Maximiliano I nunca ha sido coronado por el Papa como emperador y, por tanto, la sucesión de CARLOS puede ser abiertamente cuestionada. Para CARLOS I y su equipo flamenco se convierte en objetivo prioritario hacerse con la sucesión del Imperio. FRANCISCO I de Francia, alarmado por el peligro que esto puede suponer para una Francia rodeada por naciones en poder de Carlos, también opta a la sucesión. Por su parte el Papa LEÓN X, que teme la concentración de poder en el flamenco-español, heredero de los reinos italianos de su abuelo materno, decide oponerse a las pretensiones de CARLOS.