Por estos años, en las montañas próximas a Cartagena y en Sierra Morena, trabajan unos 40.000 hombres, que producen, para los romanos, un equivalente a 25.000 dracmas de plata diarios. Más tarde, esta riqueza se acrecentará con los yacimientos auríferos gallegos y leoneses.

En Roma se están formando partidos que representan diferentes intereses económicos. Así, pues, se organizan los Optimates o representantes de las clases altas (de una palabra latina que significa «los mejores», o sea, los más poderosos) y los Populares o partido del pueblo. Luchan entre ellos para las elecciones: cada vez es más común el empleo del dinero para comprar votos, y se recurre a la violencia para conseguirlos por coacción. En estas fechas, la ciudad de Roma empieza a disolverse en la anarquía. Está claro que el gobierno y la sociedad precisan una urgente reforma.

En la comarca del alto Duero, la ciudad de Numancia, capital de los arévacos, lleva varias décadas rechazando las expediciones romanas. Los arévacos cuentan además con el apoyo de los vacceos. El Senado romano encarga al pretor de la Citerior, PUBLIO CORNELIO EMILIANO ESCIPIÓN -«Africano el Menor»-, la conquista de la ciudad. Éste parte de Tarraco en 134 aC acompañado de los generales Cayo Mario, Yugurta y Cayo Graco así como por el historiador Polibio y sitia Numancia tras dar un rodeo por la Meseta Norte. Al mismo tiempo, inicia una serie de campañas contra las ciudades de la meseta que pueden socorrer a Numancia, quemando las cosechas y destruyendo todo a su paso. Numancia resistirá un cerco de diez meses.

En unos setenta y cinco años Roma se ha adueñado de casi toda la Península Ibérica -Hispania-. No obstante, al norte del Duero y a lo largo de la cornisa cantábrica, permanece un amplio espacio poblado por tribus sin someter. Se trata, principalmente, de los vascones localizados en lo que hoy es Navarra, la provincia de Huesca hasta el Gállego y el este de Alava, los caristios en Vizcaya y Alava hasta el sur de Vitoria, los vardulos en Guipuzcoa y una parte de Alava, los berones el resto de Alava y los autrigones al oeste. Para los romanos, estas comarcas son tierras lejanas. Apenas si establecen diferencias entre unos pueblos y otros de los que se alinean a lo largo del litoral cantábrico. Tierras pobres y estériles, de robles y encinas, escasas en cereal y en donde, para horror de los latinos, se cuece pan de bellotas.

En Roma, Tiberio SEMPRONIO GRACO, hijo del Graco que en el 180 aC ha estado de cónsul en Hispania, es elegido tribuno de la plebe. La más grave de las crisis de la sociedad romana en el siglo II aC es la cuestión agraria. Constantemente movilizados, los campesinos no pueden cultivar sus tierras. Cuando reemprenden su explotación, la competencia de los trigos provinciales no les permite beneficio alguno, y tampoco disponen de capitales con que dedicarse a la ganadería o a la arboricultura, cultivos más rentables. En fin, se encuentran bajo la influencia de los grandes propietarios nobles que explotan sus tierras por medio de rebaños de esclavos e intentan desposeer a los pequeños propietarios de los alrededores. La multitud de campesinos arruinados acrecentan la plebe urbana, mientras vastas regiones de Italia se convierten en eriales donde sólo pacen ovejas.

Entre -133 y -64 tiene lugar la conquista romana de Jonia, cuyo dominio se mantendrá hasta el siglo XI incorporado al Imperio romano de Oriente.

Los numantinos, en 133 aC, privados de alimentos y presa de epidemias, optan por la entrega, los unos, o por el suicidio, los otros. La ciudad será destruida totalmente por los romanos así como otras poblaciones rebeldes. Las guerras celtibéricas se dan por concluidas y la Meseta es asimilada a las provincias romanas: el oriente a la Citerior y el occidente a la Ulterior. (Numancia volverá a repoblarse y a ser destruida en un par de ocasiones más, por los romanos y por los franco-alamanes. En sus ruinas, que se encuentran situadas a unos 7 km de la actual Soria, en la confluencia de los ríos Duero y Merdancho, sobre un promontorio -la Muela de Garray-, es difícil aclarar las que corresponden a la Numancia de la heroica gesta del 133 aC.)

Tiberio SEMPRONIO GRACO, cuyo objetivo esencial es la reconstitución de una clase media de propietarios rurales, propone limitar la extensión máxima de los latifundios procedentes del suelo comunal y distribuir entre los nuevos colonos, como capital de explotación, el tesoro real de Pérgamo. TIBERIO GRACO es asesinado en el Senado el mismo día en que acaba su mandato de Tribuno al intentar hacerse reelegir, pues los tribunos de la plebe son sagrados e inviolables. 500 de sus partidarios son también asesinados. Estos enfrentamientos entre los guardianes de las antiguas tradiciones romanas y los partidarios de las novedades venidas de Grecia vuelven a introducir un clima de gran agitación en el interior de la ciudad, que cristaliza con este famoso conflicto que será llamado de los GRACOS.

El hecho de que tanto los romanos como las tribus vasconas tengan los mismos enemigos comunes, da lugar a un buen entendimiento. Mientras los romanos colaboran con las tribus vasconas en expulsar a los celtas de tierras pirenaicas, las tribus vasconas colaboran con los romanos en sus guerras contra los cántabros y astures de origen celta. Así, pues, como aliadas imperiales que son las tribus éuscaras, las zonas que son conquistadas por los romanos a los celtas, son posteriormente repobladas por población de estas tribus vasconas, lo que conlleva una extensión de las lenguas de la familia éuscara hacia el sur.

A través de esta buena relación, se asientan colonos romanos al sur de las tierras de estas tribus y en zonas mineras como las de Somorrostro en Autrigonia (Bizkaia) o en las llanadas de Aquitania, lo que dará lugar a las colonias romanas de la Novempopulania (nueve pueblos), Aquitania Prima y Aquitania Secunda, en lo que hoy en día se conoce como Aquitania o Gascuña. Unos asentamientos que darán lugar siglos después al surgimiento de las lenguas y culturas pirenaicas de origen latino fruto del mestizaje de vascones y latinos (castellana, navarro-aragonesa, dialecto occidental del catalán y dialecto gascón del provenzal u occitano).