No deja de llamar la atención, sin embargo, el crecimiento constante del primer grupo de seguidores de JESUCRISTO tan desprovisto de medios humanos que pueda hacerlo prosperar. Además tiene que luchar contra dos dificultades gravísimas. La primera es el vacío inmenso que ha dejado JESUCRISTO entre sus discípulos y apóstoles al partir de este mundo. A esto se añade el encontrar de parte de los judíos que les rodean la más absoluta incomprensión. Se encuentran solos en medio de un ambiente cada vez más hostil. Esto no obstante, aquel pequeño grupo irá venciendo tan graves dificultades y desarrollándose de la manera más consoladora.

En un principio, muerto JESÚS, no parece preocuparse mucho el Sanedrín por el nuevo movimiento religioso de los discípulos de JESÚS. Sus seguidores, aunque en número creciente no son demasiado numerosos y son gente de poca importancia como para tenerlos en cuenta. Sin apenas preparación ni medios de ningún tipo, nadie piensa que sean capaces de continuar lo que parece terminado definitivamente en la cumbre del Gólgota con una muerte ignominiosa, acompañado de dos bandidos. A está impresión inicial contribuye, sin duda, la práctica seguida por los discípulos de JESÚS de observar escrupulosamente la ley mosaica. Efectivamente, como los discípulos de JESÚS son judíos, continúan aún después del bautismo asistiendo al templo y a la sinagoga, y alternan con los demás judíos. Es verdad que al proclamar a JESÚS como Mesías, contradicen a los escribas y fariseos; sin embargo hacen lo posible para no herir susceptibilidades.

A los judíos de cultura aramea (hebrea) se unen pronto, en la comunidad de los discípulos de JESÚS, judíos de cultura griega, los helenistas. Algunas tiranteces se ponen de manifiesto entre los dos grupos culturales. Mientras los Doce (apóstoles) están al frente de la comunidad «hebrea», siete hombres -con ESTEBAN a la cabeza- son designados para asumir la responsabilidad de los «helenistas» (Hch 6). La comunidad de los creyentes se abre así a los judíos de la diáspora (dispersión), aquellos que no han surgido del marco palestinense.

Muchas veces el Sanedrín, que empieza a inquietarse, prohibe a los apóstoles que prediquen la nueva doctrina. Pero PEDRO responde valientemente que se debe obedecer a Dios antes que a los hombres. El odio de los opositores se concentra entonces en ESTEBAN que, dotado de gran elocuencia y grandes virtudes, lleva a cabo espectaculares conversiones. Es arrastrado ante el Sanedrín. Con un apasionado discurso, quiere mostrar al Sanedrín y al pueblo, basándose en la historia hebraica y en las predicciones de los profetas, que JESÚS es el Mesías. Cuando acusa a los jefes del pueblo de haber matado al Enviado de Dios, como en la antigüedad habían sido matados los profetas, la ira de los enemigos no puede contenerse. ESTEBAN, víctima del furor del pueblo, es arrastrado fuera de la ciudad y -según la costumbre hebrea- lapidado (Hech 7;51-57). ESTEBAN es el primero en derramar la sangre por JESÚS y, por esto, la Iglesia lo venerará como “protomártir” (término griego que significa: primer testimonio). Un tal SAULO está presente en el martirio… guardando la ropa de los que están lapidando a ESTEBAN (Hech 7;58-60).

El martirio de ESTEBAN va a significar un punto de inflexión. Seguramente muchos se acuerdan de que JESÚS les ha dicho que iban a ser perseguidos, llevados a los tribunales y condenados por su nombre. Ahora comprueban que no eran palabras huecas; que efectivamente pueden correr peligro sus vidas. Que anunciar la Buena Noticia de la salvación es costoso. La muerte de ESTEBAN tiene diversas consecuencias. La primera es que la indignación popular contra los cristianos, promovida y atizada por el sanedrín da origen a una violenta persecución de carácter bastante general. La segunda, es que, mientras los apóstoles, siguiendo la voluntad divina, permanecen en Jerusalén, los discípulos de JESUCRISTO, ahuyentados por la terrible persecución judía, se desparraman por las regiones vecinas.

Los que con motivo de la persecución suscitada por la muerte de ESTEBAN se han dispersado, llegan hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no predicando la palabra más que a los judíos (Hech 8;1) (Hech 11;19-21). Y es que los discípulos de JESÚS empiezan a preocuparse por difundir el Evangelio, en primer lugar, entre las comunidades hebreas esparcidas en las principales ciudades del imperio. Estas comunidades están formadas por los hebreos a quienes los acontecimientos políticos (cautividad asiria y babilónica) y los intereses comerciales han diseminado por el mundo. Es natural que los primeros cristianos tengan en cuenta a estos miembros del pueblo elegido: también ellos esperan al Mesías. Sin embargo, muy pronto, incluso por la hostilidad con que, a menudo los hebreos de la diáspora acogen a los predicadores del Evangelio, éstos se inclinarán por la conversión de los paganos.

Poncio PILATO es destituido en el año 36 por la queja de los samaritanos y, según el teólogo e historiador de la Iglesia Eusebio de Cesarea, acaba suicidándose. (Será considerado mártir por la Iglesia copta, que celebra su festividad el 25 de junio).

En el año 37, AGRIPA I, a quien se le llama Herodes en la Biblia, nieto de Herodes I el Grande, es nombrado rey de la tetrarquía de Filipo y Lisanias (34-44), por el emperador Calígula al fallecer Herodes Filipo.

En el año 39 dC, Herodes ANTIPAS, que es acusado de traición por Herodes AGRIPA I, es desterrado a Lyon y a Hispania, pasando Galilea y Perea de Herodes ANTIPAS a Herodes AGRIPA I (39-44).

Herodes AGRIPA I, nieto de Herodes I el Grande, es nombrado rey de los judíos (41-44) por su amigo el emperador romano CLAUDIO I como recompensa por su ayuda durante su acceso al cargo imperial. Así, pues, la región de Samaria, Judea e Idumea pasa de estar bajo la autoridad romana de Siria a estar bajo la autoridad de Herodes AGRIPA I y así, toda la provincia romana de Judea (Galilea, Perea, Basan, Samaria, Judea e Idumea) -Palestina en general- queda restituida a Herodes AGRIPA I.