BATALLA DE BERLÍN (1945)

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Aunque muy envejecido, HITLER sigue imponiendo su voluntad sobre quienes le rodean.


Aunque muy envejecido y con un andar vacilante, HITLER sigue imponiendo su voluntad sobre quienes le rodean. Sin embargo, ahora rehuye el contacto con su pueblo, y promulga duras directrices como las «Medidas de destrucción en el territorio del Reich (Decreto Nerón), que establecen una política de tierra quemada, o aquella que ordena el fusilamiento de todos los varones de las casas en que ondee una bandera blanca. Tampoco son infrecuentes sus largas divagaciones sin relación alguna con lo que se está tratando, o sus estallidos de cólera contra todo y todos, en especial sus generales, a los que acusa de ineficacia y traición y a los que cubre de insultos e improperios. Ello contrasta con el tono amable y paternal que emplea con sus allegados y el personal de servicio. Por otra parte, desde que se ha trasladado al búnker de la Cancillería, destruida ésta por los bombardeos aliados, su particular noción del tiempo se ha acentuado. No resulta extraño que las reuniones con sus ayudantes sean convocadas a horas intempestivas porque él se ha levantado a media tarde.

Berlín se halla ya bajo el alcance de los cañones soviéticos.


En la fecha, el general soviético Zkúkov toma Strausberg, a sólo 35 km de la capital alemana. Aunque los alemanes ya conocen el sonido de las explosiones de los bombardeos aéreos, sin embargo, los que se oyen en su periferia este 19 de abril de 1945 suenan de distinta forma. Los más entendidos, aquellos que, ahora inválidos o heridos, han estado en el frente de batalla, dan pronto con la respuesta: el nuevo sonido se debe a los obuses de la artillería de campaña, y no a las bombas de la aviación. Eso significa, en contra de lo que señalan los medios oficiales, que Berlín se halla ya bajo el alcance de los cañones soviéticos. Una y otra vez, más que asombrados estupefactos, sus habitantes se preguntan: ¿cómo ha sido esto posible?

Para el anochecer del 19 de abril las defensas alemanas han sido destruidas y el Frente Oriental ha dejado de existir.


Para el anochecer del 19 de abril las defensas alemanas han sido destruidas y el Frente Oriental ha dejado de existir. Ante este panorama los restos del 9º Ejército y el IV Cuerpo Panzer de la Wehrmacht corren el riesgo de ser rodeados por el I Frente Ucraniano que avanza desde el sur y el I Frente Bielorruso desde el este. Este último se encuentra a menos de sesenta kilómetros de los suburbios de Berlín y ninguna fuerza importante se les opone. Sin embargo para lograr esto las bajas son elevadas ya que en lo que va del mes de abril los rusos han perdido 2.807 tanques.

El canciller alemán cree que el ataque soviético sobre Berlín puede ser detenido.


El día 20 de abril, cumpleaños del Führer, 56 años, parece comenzar bien. El canciller alemán cree que el ataque puede ser detenido, y con esta esperanza recibe en su búnker a las máximas autoridades del régimen, que vienen a felicitarle por su aniversario. Junto a los ya habituales Goebbels, Bormann o Keitel, recibe a Himmler, Giring, Speer o Dbnitz. También se halla allí Eva Braun -la amante de HITLER-, que se ha trasladado a Berlín días antes. Pese a todo, el ambiente es tenso, y se intuye que quizá sea la última vez que puedan reunirse. Algunos apremian al Führer para que se traslade a lugar seguro, pero él siempre se niega. Se quedará en la capital, y nada ni nadie le harán cambiar de opinión. Al atardecer llegan las primeras informaciones en el sentido de que los soviéticos han logrado abrir una brecha entre los grupos de Ejército Vístula y Centro, por la que sus tropas se dirigen hacia la capital.

Berlín está rodeada por las tropas soviéticas que han iniciado ya su penetración en la ciudad. Americanos y rusos cierran la conquista en Torgau.


El día 25 de abril, Berlín está rodeada por las tropas soviéticas que han iniciado ya su penetración en la ciudad. Las tropas americanas y las rusas cierran la conquista del territorio alemán uniéndose en Torgau a orillas del Elba. Si bien Berlín resistirá más allá de sus fuerzas, con la determinación del que no tiene otra salida, la suerte está echada. Poco influyen el heroísmo suicida de los jóvenes nacionalsocialistas o la brutalidad de los tribunales volantes. Uno a uno, los barrios de la ciudad son ocupados, mientras la población civil, que no ha sido evacuada, se esconde en los sótanos y entre las ruinas y las tropas alemanas retroceden hacia la zona de los edificios gubernamentales, seguidos por el bombardeo tenaz de los soviéticos. En los abarrotados túneles del metro los gritos de dolor de los heridos ahogan el llanto de los niños. La ciudad agoniza. Se recurre a medidas extremas, como la voladura de los diques que separan el canal de Landwehr de las líneas del suburbano. La idea es impedir que sean utilizados por los rusos en su avance, aun a costa de la vida de los allí refugiados. Pero ni siquiera disposiciones de este calibre pueden cambiar el curso de los acontecimientos.

Los soviéticos rebasan finalmente el anillo defensivo basado en el Metro de Berlín y sólo las zonas céntricas del mismo quedan en poder de los alemanes,


El día 27 de abril los soviéticos rebasan finalmente el anillo defensivo basado en el Metro de Berlín y sólo las zonas céntricas del mismo quedan en poder de los alemanes, cuyas tropas se ven cada día en una situación más crítica, sin opciones de refuerzos externos, y con una creciente escasez de armas, municiones y suministros médicos.

HITLER es consciente de que los días del Tercer Reich, y con él su propia persona, han llegado a su fin.


De la estructura jerárquica del Tercer Reich, tan sólo acompañan a Hitler en el búnker el ministro de Propaganda Joseph Goebbels, el jefe de la Cancillería Martin Bormann, el jefe del Estado Mayor del Ejército Hans Krebs y algunos oficiales de enlace. La disciplina se ha relajado, y se fuma y bebe incluso en presencia de Hitler. Éste muestra por primera vez en su vida signos de dejadez. Aunque sigue moviendo tropas imaginarias y haciendo planes para después de la guerra, es consciente de que los días del Tercer Reich, y con él su propia persona, han llegado a su fin. Las defecciones de Góring (que ha mandado un teletipo diciendo que, de no recibir noticias en contra, asumirá el mando) y de Himmler (que intenta negociar con los aliados por medio del diplomático sueco Folke Bernadotte) no hacen sino confirmarlo. Hasta los más allegados están abandonando el barco. Sólo las zonas céntricas de Berlín quedan en poder de los alemanes, cuyas tropas se ven cada día en una situación más crítica, sin opciones de refuerzos externos, y con una creciente escasez de armas, municiones y suministros médicos.

HITLER designa como sucesor al frente del Estado y de la Wehrmacht al almirante Dónitz. Después contrae matrimonio con Eva Braun, su amante.


HITLER ha decidido suicidarse, y la mejor forma de hacerlo se convierte en el primer tema de conversación de aquellos últimos días. La noticia de la muerte de Mussolini no hace sino precipitar su decisión. Pero antes debe resolver sus asuntos personales. Así, hace redactar un testamento privado y otro público. En éste sigue acusando a los judíos de todo mal, designa como sucesor al frente del Estado y de la Wehrmacht al almirante Dónitz, nombra a Goebbels canciller y a Bormann jefe del partido. Después contrae matrimonio con Eva Braun, la que hasta entonces ha sido su amante. La División Nordland se encarga de la defensa final de la Cancillería del Reich.

HITLER se suicida junto a su esposa Eva Braun.


Sobre las 14 h del día 30, y mientras ya se combate en los aledaños del Reichstag, HITLER come a solas con sus secretarias y cocineros. Nombra sucesor a Dónitz. Luego, tras despedirse de sus más íntimos colaboradores, se encierra con su esposa en su habitación. A las 15.30 se oye una detonación y, tras un breve silencio, ambos cuerpos son hallados sin vida. Él se ha disparado, y posiblemente ha ingerido una cápsula de ácido prúsico al mismo tiempo; para ella ha bastado con el veneno. HITLER ha dejado escrito: «Muero con el corazón feliz, consciente del valor y los éxitos de nuestros soldados en el frente, de nuestras mujeres en la patria, de los logros de nuestros granjeros y trabajadores, y del cometido, único en el mundo, de la juventud que lleva mi nombre…». Ambos cadáveres serán trasladados al exterior del recinto e incinerados, siguiendo sus previas instrucciones. Afuera la lucha sigue, y mientras el general Krebs intenta una rendición honorable ante su homólogo soviético Vasili Chuikov, Weidling llega al convencimiento de que el combate debe cesar.

El Ejército Rojo localiza los restos calcinados de varias personas entre ellas los de HITLER y Eva Braun.


Cuando llegan las tropas del Ejército Rojo a las puertas del bunker de la cancillería localizan los restos calcinados (?) de varias personas. Informados sobre la tragedia, inmediatamente se hacen los estudios de las dentaduras y se concluye que dos de los cadáveres son los de HITLER y Eva Braun, los otros parece ser que corresponden a Goebbels, a su esposa, etc. Los restos de estos personajes serán llevados en peregrinación durante meses por Alemania (Buch, Rathenow), para evitar que sean recogidos por seguidores nazi y que se le hagan homenajes e idolatrías. Finalmente se decidirá enterrarlos en febrero de 1946 en Magdeburgo, si bien serán exhumados hasta dos veces más por orden de Stalin para asegurarse que son los restos de HITLER. Más adelante, parece ser que dichos restos serán de nuevo incinerados y vertidos al Elba. Cosa aparte es decir si HITLER ha sobrevivido o si el muerto es uno de sus múltiples dobles. De hecho, hay quien llegará a decir que HITLER sobrevive y que vive en Sudamérica.