Próspero Lorenzo Lambertini, es coronado papa bajo el nombre de BENEDICTO XIV (25.8.1740-3.5.1758). El cónclave que lo elige dura seis meses, por causa de la adscripción de los cardenales a las potencias extranjeras y a los intereses de las mismas. Además, durante la reunión se registra el fallecimiento de cuatro de los electores, con lo que resulta difícil conseguir una mayoría. A mayor abundamiento uno de los favoritos, Pier Marcellino Corradini, cardenal obispo de Frascati, ha sido vetado por el rey Felipe V de España. Parece ser que Lambertini dice a los cardenales: «Si deseáis elegir a un santo, elegid a Gotti (Vincenzo Ludovico Gotti, cardenal del título de S. Pancrazio); si a un hombre de estado, a Aldrovandi (Pompeo Marescotto Aldovrandi, cardenal del título de S. Eusebio); si a un hombre honesto, eligidme a mi». Al final resulta ganador con 51 votos a su favor, en contra de otros 50 votos. Fue elegido papa el 17 de agosto de 1740 y coronado ocho días después por el cardenal Carlo Maria de’ Marini, protodiácono de S. Agata in Suburra. Compatibilizó su cargo supremo con la sede arzobispal de Bolonia, que mantendría hasta 1754.

El Coliseo de Roma escapará de la destrucción total por influjo de este papa. BENEDICTO XIV prohibe el culto a CLEMENTE de Alejandría porque no ofrece suficientes garantías.

La elección al trono papal de BENEDICTO XIV llega en un momento de grandes dificultades, principalmente causadas por las disputas entre los estados romano-católicos y el papado en relación a exigencias de los gobiernos para designar a los obispos, en vez de dejar los nombramientos a la Iglesia. BENEDICTO XIV logra sobreponerse a la mayoría. Las disputas entre la Santa Sede y el Reino de Nápoles, Cerdeña, España, Venecia, y el Imperio son arregladas mediante concordatos, en los que se muestra quizás demasiado condescendiente con el regalismo de sus monarcas. Es un hombre muy de su tiempo, imbuido del esprítitu ilustrado, de una gran erudición y abierto a todas las corrientes culturales. Mantendrá correspondencia con pensadores y científicos sin discriminación -son notorios sus contactos con el mismo Voltaire-, hasta el punto de ser respetado y admirado también en los países protestantes. Cruzó correspondencia con la zarina Catalina la Grande de Rusia y con el rey Federico II de Prusia. Toma bajo su protección personal a varios científicos Potenció la enseñanza superior de las ciencias en todos sus territorios.

BENEDICTO XIV manda borrar del Indice de libros prohibidos el De revolutione de Galileo Galilei, con lo que da por definitivamente probada la teoría heliocéntrica del sistema solar. Tiene especial trascendencia que implantara, de forma pionera en Europa, una vacuna antivariólica en todos los Estados de la Iglesia.

En 1741, el papa BENEDICTO XIV autoriza la Congregación de los Pasionistas, y en 1749 la de los Misioneros Redentoristas. Por otra parte, tuvo un papado muy activo, reformando la educación de los sacerdotes, el calendario de las fiestas de la Iglesia, la liturgia y muchas instituciones papales. También concede el título de Rey Fidelísimo a Juan V de Portugal, después de reconocerle como soberano de su país, independiente de España tras la revolución de los «Restauradores» de 1640.

En 1742, BENEDICTO XIV ordena la revisión del proceso contra Niccolò Paolo Andrea Coscia, cardenal del título pro illa vice de S. Maria in Dominica y arzobispo de Benevento, que ha sido condenado por el anterior papa Clemente XII por delitos económicos. Coscia es finalmente absuelto y respuesto en sus cargos.

En 1742, el Papa BENEDICTO XIV condena también los ritos chinos, con el fin de salvar la integridad de la doctrina católica. Sin embargo, desde entonces, los emperadores chinos se muestran menos favorables al cristianismo. Y es que el papa BENEDICTO XIV se muestra intransigente con las costumbres de los pueblos que se van incorporando a la Iglesia. Probablemente el acto más importante de su pontificado sea la promulgación de sus famosas leyes sobre las misiones en dos bulas papales, Ex quo singulari y Omnium solicitudinum. En estas bulas denuncia las prácticas misioneras orientales, de acomodar usos y palabras cristianas a los ritos de culturas nativas con el fin de asimilarlas. Ello ha sido realizado extensamente por los jesuitas en sus misiones chinas y malabares. Esta intransigencia retardará, incluso anulará en determinados lugares, la evangelización de Extremo Oriente.

En estos años, los principales opositores de los jansenistas -y, por supuesto, de los quietistas- son los jesuitas, lo que les trajo la enemistad de muchos. La actividad de los jesuitas, la energía con que defienden la ortodoxia católica, su presencia en todas partes, hacen que los enemigos de la Iglesia los consideren el mayor obstáculo para acabar con ella. Pero cuentan también con enemigos dentro de la propia Iglesia; entre ellos, los «galicanos», partidarios de una Iglesia francesa «liberada» de la «opresión» del Papado.

El cambio de dinastía ha marcado también la vida artística. España ha entrado en el área de influencia de Francia, puesto que los Borbones han introducido en la corte los gustos y a los artistas del país vecino. Pero el gran peso que sigue teniendo la Iglesia y su institución represiva, la Inquisición, impide que prospere en la península el gusto galante propio del rococó. En España se continúa con un barroco tardío que se prolonga, por ejemplo, en el cultivo de la imaginería religiosa del tipo que ha dominado en el siglo anterior (pasos procesionales, imágenes devotas). En este terreno destaca el escultor Francisco Salzillo. En arquitectura se adopta el clasicismo, aunque la decoración de algunas residencias reales es plenamente rococó.

Jubileo de 1750. El papa BENEDICTO XIV acaba, a lo largo de este jubileo, con la costumbre muy cómoda, pero no muy ortodoxa de los penitenzieri. Estos eran jesuitas que tenían la facultad de perdonar los pecados veniales a los fieles sin necesidad del sacramento de la confesión. Bastaba que con unas varitas de junco, tocasen a los romeros que acudían a su confesionarios en las cuatro basílicas mayores, para que quedasen limpios de culpa. En la Bula de convocación del Jubileo, Peregrinantes a Domino, Benito XIV destacó la necesidad de hacer penitencia para que el Año sea verdaderamente «Santo»: Año de edificación y no de escándalo. El Papa recordó el valor de la peregrinación como superación de las dimensiones cotidianas de pecado. El Jubileo tuvo así, una fuerte característica espiritual. Uno de los predicadores más escuchados fue Leonardo de Puerto Mauricio, un franciscano reformado: a sus predicaciones en Plaza Navona, asistió también el Papa. El Padre Leonardo erigió en Roma durante el Año Santo, 572 cruces y la más célebre fue la que se levantó en el Coliseo, que se venera hasta nuestros días.

La castración infantil con el fin de mantener la voz aguda está prohibida por la ley, pero hay tal tolerancia que se calcula que más de 4.000 niños han sido castrados en Italia durante el siglo XVIII, especialmente cuando el melodrama italiano se ha enriquecido con estas voces. Es realmente una época de gran virtuosismo en el llamado «bel canto». La razón principal para la fabricación de voces blancas en varones por medio de la castración es la prohibición de los Papas de que las mujeres canten en los coros de las iglesias y en los teatros de los Estados Papales. Incluso el Vaticano llegará a prohibir la representación de las propias óperas como espectáculo de diversión. Sera gracias a algunos cardenales que adoran la ópera que se da paso a los oratorios que realmente contienen verdaderas arias operísticas. Pero los padres no dudan en sacrificar la virilidad de sus hijos casi siempre procedentes de familias muy humildes, pensando que así les proporcionan un excelente porvenir ya que los «castrados» a los que se educa la voz son muy bien pagados y amasan grandes fortunas como también se enriquecen algunos médicos que se dedican a practicar las intervenciones quirúrgicas necesarias.