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El obispo de Dili, Carlos Ximenes Belo, y el portavoz de la resistencia en el exterior, Xosé Ramos-Horta, son galardonados con el premio Nobel de la Paz. La comisión oficial de derechos humanos reconoce abusos de los militares en Timor y se abre un proceso de consejos de guerra.
La Compañía de Jesús, consta por estas fechas con 54 provincias, y cuenta con unos 30.000 miembros. La organización de la Compañía es jerárquica y se halla centrada bajo un prepósito general.
El cardenal Edward Idris Cassidy expresa, en nombre del Papa Juan Pablo II, el arrepentimiento del Vaticano por la indiferencia de los católicos ante el holocausto judío.
El Vaticano abre una página web en Internet dedicada al Papa.
JUAN PABLO II visita la ciudad de Sarajevo
JUAN PABLO II, visita Líbano.
Rusia, en la fecha, aprueba la ley sobre el culto. La Duma hace una neta distinción entre las religiones autóctonas (ortodoxa, islam, judaísmo y budismo) y el cristianismo latino, católico y reformado. Desde aquel momento los proyectados viajes del Papa a los países ortodoxos tropezarán con muchas dificultades. JUAN PABLO II no logrará nunca realizar su más ardiente deseo: una visita pastoral al territorio de la Santa Rusia.
JUAN PABLO II preside en París, en un acto multitudinario, la clausura de la 12ª Jornada Mundial de la Juventud.
Fallece Teresa de Calcuta. Nacida en la capital macedonia de Scopje (entonces albanesa) el 27 de agosto de 1910 con el nombre de Agnese Gonxha Bojaxhiu, Teresa de Calcuta profesó como religiosa en Irlanda a los 18 años. En India descubrió la vocación hacia los «últimos», los que mueren por las calles sin que nadie les dirija una mirada. Su trabajo consistía en recoger a los sin techo, darles algo de comida si era posible o, simplemente, acogerlos en algún lugar, a veces sobre un simple camastro. También se dedicó a los enfermos de sida y a los niños seropositivos. Pero tuvo que esperar hasta obtener el plácet del Vaticano para entregarse a esta labor. En 1947, con apenas cinco rupias en el bolsillo, vestida con un sari de algodón blanco bordado de azul (el vestido más pobre de las mujeres indias) emprendió un camino que nunca abandonaría. Todavía en vida, aquella menuda mujer ya era considerada una santa, admirada y apreciada también por los poderosos. El presidente Clinton la definió como «un gigante de nuestro tiempo», y la madre Teresa recibió en 1979 el reconocimiento a su tarea con el premio Nobel de la paz. A sus funerales, en Calcuta, asistió casi un millón de personas.
La rehabilitación de SAVONAROLA que desde años se está solicitando, no será completa hasta que se revisen la excomunión y el proceso que lo llevó al patíbulo, camino imprescindible para que prospere la propuesta de beatificación avanzada por la diócesis de Florencia. Nada de ello será rápido, pero SAVONAROLA ya comienza a tener un lugar en la valiente revisión histórica emprendida por JUAN PABLO II, seguramente más por su denuncia profética, por este imperativo moralista tan grato a Karol Wojtyla, que por haber desafiado a la autoridad constituida.
