Al fallecer AL-HAKAM I, accede al trono, en la fecha, su hijo ABDERRAMÁN II (822-852). Hereda un reino pacificado y organizado por su enérgico padre. Su reinado iba a estar casi libre de aquel mál endémico de las rebeliones por lo que Córdoba gozará de paz y prosperidad. Trata de contener los impulsos reconquistadores de ALFONSO II el Casto, rey de Asturias. También tendrá que repeler diversas incursiones normandas. Protector de las artes y las letras, convertirá Córdoba en un gran centro cultural.

ABDERRAMÁN II inicialmente se limita a destruir iglesias y a impedir las reuniones de culto, pero esto suscita tal reacción en los cristianos, que se atreven a provocar públicamente las iras musulmanas con insultos a Mahoma. Consecuencia de estas provocaciones son los martirios, en la fecha, de Adulfo, Juan y otros compañeros

Refugiados procedentes de la Península Ibérica omeya conquistan Creta en 825.

ABDERRAMÁN II, el emir, se dispone a dar un golpe contra ALFONSO II. Esta vez la táctica del ataque diversificado se amplía a tres columnas, que simultáneamente se lanzan al asalto en otros tantos puntos. Un ejército penetra en Álava, enfrentándose a los fieros vascones a los que derrota. Otros dos ejércitos, formando una tenaza, atacan el otro extremo del reino, Galicia. Los musulmanes son derrotados ampliamente.

ABDERRAMÁN II repite el ataque del año anterior llegando hasta el valle del Mena (Burgos).

Debido al gran crecimiento demográfico de Córdoba -principalmente por la inmigración de árabes del Oriente Próximo y de beréberes del Norte de África- cuya población sobrepasará los 250.000 habitantes (algunos historiadores hablan de un millón de habitantes), ABDERRAMÁN II, en el año 833, amplia la mezquita hacia el sur y construye un nuevo mihrab. Esta segunda construcción muestra como novedad la supresión de las basas y la aportación de bellísimos capiteles, que si en gran parte son todavía procedentes de edificios anteriores, ya pueden considerarse algunos como tallados expresamente por obreros cordobeses.

ABDERRAMÁN II una vez ha conseguido solucionar sus numerosos problemas internos, cree llegado el momento de emprender de nuevo la guerra santa y, en los cuatro años siguientes, primavera tras primavera, los musulmanes lanzarán sus dos ejércitos sobre el este y el oeste del reino cristiano. Pero, pese a los botines que conseguirán y a las víctimas que causarán, no dejarán de ser razzias a las que ALFONSO II responderá con otras, llegando incluso en una ocasión hasta Medinaceli.

Las tropas de ABDERRAMÁN II toman la ciudad de Toledo.

Una embajada bizantina enviada por el emperador TEÓFILO (829-842) -uno de los varios que reinó en tiempo de la Anarquía- al frente de la cual se encuentra el embajador griego QARTIYUS, llega a Córdoba en el año 839 con la finalidad de establecer un tratado de cooperación con al-Ándalus. El emperador de Bizancio propone al emir ABDERRAMÁN II que le devuelva la isla de Creta, en manos del andalusí ABU HAFS AL-BALLUTÍ, a cambio de ayuda contra los aglabíes del norte de Africa. ABDERRAMÁN II en un alarde de diplomacia, y sin negarse rotundamente, da largas a todos los asuntos planteados por el emperador TEÓFILO.

El 11 de noviembre, el ejército del emir ABDERRAMÁN II presenta batalla en Tablada, un poco al sur de Sevilla, derrotando a los vikingos. En su huída tratan de atacar Niebla, el Algarve y Lisboa. La invasión normanda de al-Ándalus en primer lugar, eleva a mitos populares a los generales que han intervenido en la expulsión de los vikingos. En segundo lugar, se hace realidad la vieja reivindicación de la población de Sevilla de rodear la ciudad con una muralla defensiva. En tercer lugar, convence a los emires omeyas de la necesidad de construir a lo largo de las costas puestos de centinela. En cuarto lugar,el gobierno omeya inicia una ardua labor de construcción de una gran flota guerrera. En quinto lugar estas confrontaciones guerreras generan una labor diplomática por parte del gobierno omeya hacia los reinos del Norte. Por último, la derrota de los vikingos supone para ABDERRAMÁN II una importante victoria moral que allana el camino para frenar los intentos de autonomía y de rebelión de los diveros gobernadores de las provincias.