HITLER respira aliviado cuando la misión de Vón Papen tranquiliza las aguas y, aunque muy contrariado, piensa que la anexión de Austria es sólo cuestión de tiempo; por tanto, pasa a ocuparse de otro asunto perentorio: el presidente de Alemania HINDENBURG se está muriendo. El presidente ha abandonado Berlín a comienzos de junio, y aún ha podido hacerlo por su propio pie, para dirigirse a su finca de Neudeck, en Prusia, donde desea morir y ser enterrado junto a su mujer. A finales de junio, ya no puede levantarse de la cama y, al cabo de un mes, los médicos diagnostican su inminente fallecimiento.

Hitler llega a Neudeck el día 31 de julio. Pese a la negativa inicial de los médicos, porfía hasta que se le permite ver a solas al mariscal. Cuando abandona la habitación, asegura que Hinderburg había tenido un momento de lucidez y le había hablado con gran serenidad. Aunque los médicos lo dudaran, la propaganda de Goebbels sacó partido a aquellos minutos, asegurando que Hinderiburg había reconocido a Hitler y que le había dado ciertas recomendaciones.

La agonía de HINDENBURG, presidente de la República de Weimar, concluye la mañana del 2 de agosto de 1934. El médico que velaba a su cabecera asegura que las últimas palabras del anciano han sido “Mein Kaiser, mein Vaterland’ -“Mi Kaiser, mi patria”. No se ha enfriado aún el cadáver del presidente cuando el Boletín Oficial del Reich publica un decreto que vincula el cargo de presidente al de canciller y, por tanto, “todas las atribuciones presidenciales convergen en la persona del Führer-canciller Adolf HITLER, el cual nombrará a sus más allegados colaboradores”, cosa que se apresura a hacer designando un nuevo Gobierno, en el que la mitad de los ministros es nazi. Así obtienen sus carteras Hess, Seldte, Darré y Rust, además de los que ya las tenían: Goering, Goebbels y Frick.

En Alemania se ha convocado un plebiscito para ratificar la unificación de los puestos de presidente y canciller en la persona de HITLER. Gracias a la poderosa maquinaria de propaganda nazi en manos de Goebbels, en la fecha, el pueblo alemán vota afirmativamente por abrumadora mayoría y Adolf HITLER se convierte en amo absoluto de Alemania.

El incremento del poder alemán causaba gran consternación tanto en Italia como en la Unión Soviética. Mussolini envió soldados a la frontera austriaca para prevenir el AnseMuss y, en 1935, se reunieron en Stresa (Italia), representaciones de Gran Bretaña, Francia e Italia para formar el que se llamó «Frente de Stresa» contra la agresión alemana. Por su parte, los soviéticos empezaron a temer la potencia alemana y, en 1935, firmaron una alianza defensiva militar con Francia y Checoslovaquia. Por lo tanto, HITLER parecía haber quedado diplomáticamente aislado, ya que tanto las dictaduras fascistas como las comunistas habían hecho causa común con las democracias.

Algunos alemanes desdeñan las palabras y actuaciones de HITLER, incluso se oponen abiertamente al monopolio del poder por los nacionalsocialistas, pero otros muchos aceptan sus puntos de vista sobre la superioridad de la raza aria y la necesidad de ampliar el territorio alemán. En un principio son los judíos quienes sufren leyes discriminatorias, son privados de la ciudadanía y excluidos de actividades civiles y profesionales. Se expropian y venden las empresas judías por debajo de su valor, que pasan a ser de los no judíos.

HITLER anuncia al mundo el propósito de establecer el servicio militar obligatorio, que había prohibido el Tratado de Paz de Versalles. Se constituye un ejército profesional y se establece el reclutamiento obligatorio para todos los ciudadanos alemanes con el fin de llevar a cabo el plan de expansión territorial de Hitler. Se establece un planificado sistema de propaganda en el que se organizan gigantescos mítines para galvanizar al público alemán y se controla el sistema educativo. Por otra parte, las huelgas se prohiben y las personas desempleadas son inscritas en campos de trabajo o se alistan al Ejército. A través de la organización juvenil del partido, las juventudes hitlerianas, también el adoctrinamiento llega a los niños. El sistema propagandístico cuenta con el apoyo de la Gestapo, un cuerpo policial secreto creado para reprimir a la oposición y aislar a los judíos, que operaban sin limitaciones civiles; y las Schutzstaffel (SS), originalmente una guardia personal de Hitler, que se incrementa hasta convertirse en un organismo dotado de una compleja burocracia con poderes militares y policiales.

En Alemania, la persecución y segregación de los judíos fueron realizadas en varias etapas. Después de que los nazis llegaran al poder a través del “Putsch de Röhm”, en el verano de 1934, el racismo impuesto por el estado acaba en legislación antisemita, con las “Leyes de Núremberg” aprobadas el 15 de septiembre de 1935 durante el congreso del partido nazi en Nuremberg negando la ciudadanía del Reich a los judíos, y con la ley para la protección de la sangre, prohibiendo todo matrimonio mixto entre judíos y alemanes; viéndose poco a poco despojados de todos sus derechos como ciudadanos. Las leyes también definen la categoría racial de “judío”. De este modo las leyes de Nüremberg servirán de fundamento jurídico para la persecución de los ciudadanos judíos.

La Cámara francesa ratifica por 353 votos contra 164 el tratado de mutua asistencia con la Unión Soviética. HITLER entiende que aquel acto vulnera el pacto de Locarno (Ciudad de Suiza donde han tenido lugar las conversaciones sobre la seguridad europea en 1925) y, en consecuencia, requiere una respuesta.

En Alemania, el nacional-socialismo, en el poder desde 1933, da el primer paso vulnerador del Tratado de paz de Versalles después de la Primera Guerra Mundial, procediendo, en la fecha, a la ocupación y consiguiente remilitarización de Renania, desmilitarizada por el Tratado de paz de Versalles, construyendo la “Línea Sigfr¡do” como réplica de la “Maginot” francesa. HITLER no está de acuerdo con lo acontecido en la Cámara francesa el 27 de febrero de 1936 (Tratado de Mutua asistencia con la Unión Soviética). Renania es una franja de 48 km al este del Rin (incluye Colonia, Dusseldorf y Bonn). La violación del Tratado de Versalles permite declarar la guerra a Alemania. Pero ni Gran Bretaña ni Francia reaccionan ante este primer signo de agresividad.