LUIS II, rey de Baviera, pese a no pertenecer a la Confederación de Alemania del Norte, se suma a la causa de Prusia en el conflicto franco-prusiano y en 1871 decide, presionado por BISMARCK -que aprovecha su victoria sobre Francia- aceptar su propuesta de restablecimiento del imperio. Así, a cambio de cierta autonomía política, militar y administrativa, Baviera entra a formar parte del II Reich. También lo hacen los estados de Wurtemberg y de Baden. El mismo LUIS II, en representación de los príncipes alemanes ofrece la corona imperial a GUILLERMO I.

LUIS II, hastiado del poder, asustado por un futuro que presiente con demasiada claridad y no pudiendo acostumbrarse a que en su reino fuera sólo una especie de prefecto de Prusia, piensa por un momento en abdicar en favor de su hermano. Pero la salud mental de OTÓN, su hermano, provoca ya serias inquietudes. Después de una cura infructuosa en los mejores sanatorios, el presunto heredero es recluido en el castillo de Fürstenried. Se cree un perro y los muros de la fortaleza retumban con los aullidos furiosos o los jadeos quejumbrosos del príncipe demente. No admite para sus comidas más que bazofia servida en escudillas colocadas en el suelo.

LUIS II desentendido por completo de la política, negándose a ser el simple lugarteniente de la familia reinante en Prusia, dedica desde entonces sus afanes a la construcción de costosísimos palacios, verdaderos nidos de águilas, inspirados en la grandiosidad de Luis XIV y en las tradiciones germánicas, fantásticas guaridas que hace surgir en las cimas alpinas como por obra de encantamiento: Linderhof, Neuschwanstein, enclavado en las cercanías de Fussen, Herrenchiemsee, etc. El erario oficial quará exhausto. Pero todas las cifras palidecen ante la magna obra del Gran Teatro de Bayreuth, la monumental sinfonía de piedra alzada por LUIS II como homenaje a su antiguo y primer amigo, Ricardo WAGNER.

Tiene lugar en Bayreuth, en la fecha, el preestreno de “El Oro del Rin”, con asistencia del compositor, al que desde hace ocho años, LUIS II no ha vuelto a ver. Luego el monarca regresará a la soledad escarpada de sus montes. Ha engordado mucho y sus súbditos casi no le reconocen. El príncipe de leyenda está a punto de convertirse en el Rey Loco. Bayreuth, es una ciudad de Baviera a orillas del río Meno. Esta ciudad es conocida por su relación con el compositor Richard Wagner quien vive en Bayreuth desde 1872 y lo seguirá haciendo hasta su muerte en 1883. (Cada año se celebrará en la ciudad el Festival de Bayreuth dedicado a la representación de óperas del compositor alemán).

A partir de 1880 se incrementan en LUIS II de Baviera las manifestaciones esquizofrénicas, con perfecta sensación subjetiva de enfermedad, pues siente que pierde la razón. Obsequia con banquetes imaginarios a Luis XIV y a María Antonieta. Maltrata a sus servidores. Todos ellos han de ser hombres gallardos pues le exaspera la fealdad. Si le desagrada la cara de algún palaciego le obliga a llevar careta.

LUIS II de Baviera comete, en suma, tan innumerables desvaríos que el Consejo de ministros, sin un previo examen médico del Rey, decide el reconocimiento por tres alienistas de la incapacidad de reinar, y, en la fecha, LUIS II es depuesto.

Es confiada la regencia del trono de Baviera a LEOPOLDO. Tío de LUIS II. Éste es trasladado al castillo de Berg, a orillas del lago Starnberg, no sin arduas gestiones porque los campesinos de Munich amenazan con un levantamiento si se confina a su rey.

LUIS II está tranquilo y sosegado. Por la tarde, solicita autorización para dar un paseo junto al lago. Gudden, su psiquiatra, acepta sin vacilación y le acompaña. La noche cae rápidamente, y las sombras del enigma con ella. Porque cuatro horas más tarde, los cuerpos sin vida de LUIS II y el médico son rescatados del lago Starnberg. ¿Qué ha sucedido? Nunca se sabrá de una manera cierta.

Naturalmente a LUIS II le hacen unas suntuosas y reales exequias. Es necesario esforzarse por aplacar la murmuración de un pueblo que llora la muerte de aquel monarca de ensueño, a quien a decir verdad, apenas han entrevisto en veintidós años de reclusión. OTÓN I, su hermano, el nuevo monarca, no puede presidir el entierro: encerrado en Fürstenried, en una habitación acolchada para que no se rompa la cabeza contra las paredes. Sin embargo, los criados que le atienden le llaman “Vuestra Majestad” y responden respetuosamente a sus ladridos. Vivirá así más de treinta años. La regencia es asumida de nuevo por su tío, el anciano príncipe LEOPOLDO, que felizmente gobernará con absoluta cordura.

La carroza fúnebre que transporta los restos de LUIS II de Baviera hacia su última morada, se traslada a través de las calles de Munich. En el ataúd, el cadáver de LUIS II descansa sobre un manto de armiño y está revestido con numerosas condecoraciones, órdenes y collares de oro. Pero su mano derecha parece apretar contra su pecho un humilde ramillete de azules flores silvestres, enlazadas por una pequeña cinta azul que sólo dice: “Isabel”. (Sissi será asesinada el 10/9/1898)