En la fecha, tan sólo dos meses después de haber sido consagrado, el papa CLEMENTE XIV recibe del cardenal Bernis una nota -ultimátum- de los monarcas borbónicos en la que se reitera la exigencia de disolución de la Compañía de Jesús, concediendo al pontífice un plazo de dos meses para llevarla a la práctica.

CARLOS III ordena, en la fecha, el sistema obligatorio de reclutamiento de soldados para el ejército. El reclutamiento se hará mediante un sorteo -cosa que no se hace desde 1726- en la proporción de un joven soltero por cada cinco (un quinto) sin permitirse ningún tipo de sustitución. La duración del servicio militar se fija decreciente según la edad: ocho años para los jóvenes entre 17 y 24 años, siete para los de 24 a 30 y seis para los de 30 a 36 años.

Bien conocida es la obra de CARLOS III en Madrid: Museo del Prado, Puerta de Alcalá y, en general, convertir a una modesta ciudad en una gran capital europea, lo que le valdrá el apodo de el “Rey Alcalde”. Sin embargo, justo es destacar que esa obra urbanística se extiende a la mayor parte de las ciudades del Reino, complementándose con numerosas obras de infraestructura. Incluso ciudades enteras son trazadas durante el reinado de CARLOS III según los nuevos cánones rectilíneos que impone la geometría de Descartes. El Ferrol y Cádiz, en la península, y Buenos Aires, en América, son buen ejemplo de ello.

En 1769, los españoles se percatan de la presencia de los ingleses en las islas Malvinas. Enterado el gobierno español de esa circunstancia, manda una orden en marzo de 1770 al Gobernador de Buenos Aires, Francisco Buccarelli y Urzúa, para que expulse a los ingleses de las islas por la fuerza si es necesario. Se producen una serie de incidentes hasta que por fin, en la fecha, se decide por los gobiernos inglés y español que España devuelva el establecimiento de Port Egmont a los ingleses -a quienes les había arrebatado en los incidentes anteriores-, y que, por otra parte, no se ponga en juego la soberanía española sobre las islas, la cual se mantiene. Mediante un pacto secreto los ingleses se comprometen a abandonar Port Egmont pasado un tiempo. Inglaterra volverá, pues, a ocuparlo pero sólo por tres años, tras los cuales abandonará definitivamente las islas.

El 3 de septiembre de 1770, el Rey Carlos III declara ‘Marcha de Honor’ a la Marcha Granadera (1761), y con ello formaliza la costumbre de interpretarla en actos públicos y solemnes. La costumbre y el arraigo popular la erigen en Himno Nacional, sin que exista ninguna disposición escrita. Y, en poco tiempo, los españoles la llaman La Marcha Real, porque es interpretada en los actos públicos a los que asisten el Rey, la Reina, o el Príncipe de Asturias.

Publicación de la 1ª edición de la Gramática de la lengua española de la RAE.

Se crea la orden de Carlos III, la más alta condecoración civil española. La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III es establecida por el Rey de España Carlos III, mediante Real Cédula de 19 de septiembre de 1771 con el lema «Virtuti et merito», con la finalidad de condecorar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona. Desde su creación, es la más distinguida condecoración civil que puede ser otorgada en España. Aunque se encuentra dentro de la categoría de las Órdenes Militares desde su creación, formalmente se convertirá en orden civil en 1847. (Tanto la Orden como las condecoraciones que se otorgan estarán reguladas en un Real Decreto de 1992, donde se fija como objetivo “recompensar a los ciudadanos que con sus esfuerzos, iniciativas y trabajos hayan prestado servicios eminentes y extraordinarios a la Nación” y por una Orden de 8 de mayo de 2000).

El Monarca CARLOS III continúa su persecución a los jesuitas encargando a otro fiscal del Consejo de Castilla, José Moñino -que ha sido nombrado, en la fecha, embajador plenipotenciario ante la Santa Sede- que consiga la disolución de la Compañía de Jesús.

Magra será la recompensa que los ilustrados monarcas concederán a CLEMENTE XIV por la disolución de la orden de los Jesuitas. Simplemente se limitarán a devolverle Avignon, Benevento y Ponte Corvo, que habían quitado a su antecesor.

Zarpa de Cartagena una escuadra preparada por CARLOS III para castigar la piratería berberisca de Argel (capital de Argelia). En las costas de Argelia y Túnez existen auténticas repúblicas piratas que viven del delito: asaltan barcos, roban sus mercancías, saquean las costas, secuestran a las mujeres para venderlas como esclavas… Por eso, en el litoral español, la mayoría de las ciudades no están en la costa, sino unos kilómetros hacia el interior, para protegerse de los piratas. También por eso, el comercio del Mediterráneo tiene un pulso mortecino. Desde varios siglos atrás, la Corona viene organizando expediciones para combatir a los piratas, pero el problema no se extingue. Como la amenaza es permanente, los marinos mercantes gozan de patente de corso (Cédula real que permite perseguir a los enemigos del reino) para hacer frente a los berberiscos. Pero la operación resulta un intento de desembarco frustrado.