COLÓN establece un asentamiento improvisado en la costa norte de la isla (cerca de la ciudad actual de Cabo Haitiano), al que le da el nombre de “La Navidad” (por ser el 25 de diciembre). Usa para construir el pequeño fortín, los restos de la nao “Santa María”, que por la torpeza de un grumete ha dado contra un arrecife coralino y zozobrado. La tierra es fértil, pero de mayor importancia para los españoles es el descubrimiento del oro que puede conseguirse por trueque con los nativos, quienes se adornan con joyas, o extrayéndolo de los depósitos aluviales de la isla. Los taínos llaman a la isla de diversas maneras pero la más común es “Ayti” o “Hayti” (tierra montañosa). Aunque inicialmente son amigables hacia los españoles, estos nativos responderán violentamente contra la intolerancia y abusos de los recién llegados. De hecho, nunca más se supo de este primer establecimiento español en América.

A comienzos de 1493, poco antes de su retorno a España, Colón escribe una larga carta, como una sumaria versión de su “Diario”. Esta carta está dirigida a Lluis Santàngel, el cual había ayudado a COLÓN a la hora de allegar fondos para su viaje, y tal vez a algunas otras personas. La carta será ampliamente leída y conocerá un gran número de ediciones. Será así la primera fuente publicada sobre los primeros descubrimientos hechos por COLÓN.

Tras dejar en el fortín “La Navidad” a unos cuantos hombres, COLÓN emprende, en esta fecha, el regreso de su primer viaje en la carabela “La Niña”. También le acompaña “La Pinta”.

Una fuerte tempestad ha hecho que las naves que regresan a la península se separen. La carabela “La Pinta” llega en primer lugar y atraca en el puerto de Bayona (Pontevedra), donde se da la primicia del descubrimiento del nuevo continente.

COLON que viaja en “La Niña” se para en Lisboa el cuatro de marzo. Al cabo de unos días, una vez se han vuelto a juntar las dos carabelas, se embarcan para Palos de Moguer.

COLON desembarca, el quince de marzo de 1493, en Palos de Moguer. De ahí se dirige a Sevilla. Días después en Sevilla, es reclamado por los Reyes Católicos -que a la sazón se encuentran en Barcelona, en el otro extremo de la península- quienes han sido puestos al corriente del éxito del viaje y abrigan la esperanza de preparar sin demora una seguna expedición, aprovechando la bonanza de una primavera inmediata.

Cristóbal COLÓN y toda su comitiva, se encamina el 8 de abril desde Sevilla hacia Barcelona atravesando toda la península Ibérica para presentarse ante los Reyes Católicos, el 21 de abril de 1493. FERNANDO II se restablece del atentado que ha sufrido en Barcelona el diciembre pasado. De todas maneras, las noticias de este encuentro son inciertas. No es descrito en el Dietari de la Diputació ni en el de la ciudad de Barcelona. Por otra parte, se explicará tradicionalmente que COLÓN es recibido por los Reyes Católicos en la dependencia del Palacio Real, conocida como Salón del Tinell, cuando según recientes investigaciones, Cristobal COLÓN es recibido en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra, de Badalona. COLÓN muestra a los Reyes Católicos los indios y productos traídos del Nuevo Mundo. Los Reyes, impresionados, envían un embajador a Lisboa, Lope de Herrera, e intervienen cerca del papa para conseguir una concesión pontificia sobre las nuevas tierras descubiertas.

La mayor parte de la información de que disponemos acerca de las ideas de COLÓN sobre el Nuevo Mundo está contenida en dos documentos: el Diario y una carta escrita desde el Nuevo Mundo. Contra los hábitos normales de los marinos de su tiempo, COLÓN lleva un registro regular, día a día, de su viaje de 1492. A su regreso a España, presenta el Diario a la reina Isabel, que manda hacer una copia para el almirante. Aunque ambos manuscritos han desaparecido, Fray BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, cronista y misionero defensor de los indios, realiza su propia versión del texto de COLÓN (en parte transcribiéndolo, en parte resumiéndolo), en un manuscrito que es el que realmente se conserva.

La insistencia de COLÓN en que los pobladores del Nuevo Mundo estaban perfectamente conformados como hermosos seres humanos, tuvo una interesante consecuencia. Las representaciones artísticas de los nativos americanos hechas por la siguiente generación de exploradores sublimaron aquella perfección de la forma, transformándola en un verdadero tópico, en lugar de matizarla o negarla. El resultado fue que los artistas de los siglos XVI y XVII pintaban a los indígenas como si cada uno de ellos fuese un atleta griego posando para el escultor Fidias.

CRISTOBAL COLÓN intenta vender siete indios de los que llevó a Barcelona. COLÓN consigue la autorización, pero es la propia reina ISABEL quien prohibe su transacción y ordena de inmediato enviarles libres de vuelta a América. De los 21 indios que han traído los españoles, 19 volverán a sus tierras, uno quedará enfermo y una niña preferirá, por su propia voluntad, no regresar.