La aparición del “Homo sapiens sapiens”, provoca el inicio del Paleolítico Superior, tercer período de esta larga etapa de la Prehistoria. El “Homo sapiens sapiens es algo más débil que el de Neanderthal, pero tal vez más inteligente, porque será el único de los dos que sobrevivirá. Éste período, se nos ofrece con una mucho mayor diversificación de culturas, mayor densidad de yacimientos y, por consiguiente, mayor número de grupos humanos. Abarcará desde el -40.000 al -8.000.

Los vestigios más antiguos de presencia humana en los territorios que conformarán la futura Bélgica fueron encontrados en Hallembaye, en los alrededores de la montaña Saint-Pierre, (provincia de Lieja) y datan de hace 800.000 años. Después, en los alrededores del 400.000 aC. seres humanos se instalan en el río. Del 250.000 al 35.000 aC., estos territorios son poblados por el Neandertal, sobre todo en las provincias de Lieja y de Namur (hombre de Spy). A partir del 30.000 aC., el hombre del Neandertal cede su lugar al hombre moderno. No hay que olvidar que a lo largo de las glaciaciones, el nivel del mar estaba mucho más bajo y que por lo tanto el desplazamiento a pie de Bélgica a la actual Inglaterra era totalmente posible. A este respecto, hay vestigios de la época neolítica en Spiennes, donde antaño se hallaba una mina prehistórica de sílex.

Una de las regiones invadidas por los indoeuropeos, es la conocida posteriormente como el Kurdistán. Región preferentemente étnica y lingüística, no geográfica, por lo que su delimitación resulta muy difícil. Comprende el territorio montañoso del Taurus sudoriental en torno al Van Gölü y al S. de este gran lago turco, y del Zagros noroccidental al O. y SO. Del lago Urmia. (Enl año 2.000, Kurdistán, territorio habitado por el pueblo kurdo, está dividido entre Turquía, Irán, Azerbaiján, Irak y Siria.)

Alrededor del 2300 aC llegan nuevas oleadas de pueblos procedentes, probablemente, del sur de Rusia. Estos indoeuropeos que utilizan hachas de guerra son los antepasados de los germanos que se instalarán en el norte y centro de Alemania, los pueblos bálticos y eslavos en el este y los celtas en el sur y oeste. Los grupos del centro y sur se mezclan con la cultura del vaso campaniforme, que se traslada hacia el este desde la Península Ibérica hacia el año 2000 aC. Los pueblos representantes de la cultura del vaso campaniforme, probablemente indoeuropeos, son hábiles trabajadores del metal. Desarrollan una floreciente cultura en Alemania e intercambian ámbar procedente de la costa del mar Báltico por bronce, cerámica y collares del mar Mediterráneo.

Inicia la Primera Edad del bronce en la Península Ibérica (2.200-1.500 aC). La metalurgia del bronce provoca la expansión hacia Occidente de los pueblos de esta zona en busca de cobre y estaño, necesarios para la obtención del bronce. Como el sur de la Península Ibérica es rico en tales metales, estos pueblos se asientan en Levante, el sur y las estribaciones de Sierra Morena. Así, se inicia la explotación sistemática del subsuelo, para la extracción de minerales utilizados como materia prima en la elaboración de herramientas, objetos de adorno y armas de guerra. La fórmula secreta: fundir cobre y estaño en proporción de uno a nueve.

Los “arios” -de Irán (tierra de arios)- inician su invasión del Punjab (2000-1500 aC) Los invasores de la India se llaman a sí mismos “arios”, palabra derivada de la que significaba “noble”. Hablan una lengua conocida como “sánscrito”. Pero ésta no es la primera invasión de la zona. Dos grandes familias lingüísticas están ya establecidas en la India: los munda, habitantes de las tierras del este y de la llanura central, y los drávidas, gentes del Deccan y del sur. Denominaremos “indoeuropea” a esa familia lingüística debido a que los invasores introducen su idioma en la India, mientras que otros pueblos poseedores de carros extenderán otros idiomas relacionados con aquél hacia el Oeste, en Europa. Ocasionalmente, las lenguas indoeuropeas se designarán como “arias”, y a quienes las hablarán, como “arios”.

Los imperios tienden a la inestabilidad ya que un pueblo gobierna a otros. Los gobernados se resienten de ello y, claro está, buscan las ocasiones de expulsar a quienes les dominan. Con lo que gran parte de la fuerza de un imperio debe emplearse en reprimir rebeliones. Además, las tribus nómadas de los confines del imperio siempre están dispuestas a invadir en busca de botín. Por lo general, la superior organización y la tecnología más avanzada del imperio logran mantener a raya estas incursiones, pero con demasiada frecuencia las nacionalidades sumergidas hacen causa común con las correrías tribales, y el imperio, en su intento de contrarrestar la amenaza externa y la desafección interna, puede venirse abajo. Así ocurrió con el Imperio acadio que en su intento de contrarrestar la amenaza externa (Los Guti) y la desafección interna, se vino abajo hacia 2150 aC.

En 2150 aC los guti inician su invasión de Mesopotamia, destruyendo Acad, capital del Imperio Acadio.

A finales del III milenio aC. comienzan una serie de invasiones de tribus del norte que hablan una lengua indoeuropea. Estos pueblos del norte vivirán en la cuenca del río Danubio, al sureste de Europa.

Los cazadores-recolectores en Sudáfrica son gradualmente desplazados por pastores-agricultores cuya presencia se remonta no más de 2 000 años.