A la muerte de Luis XI, rey de Francia, le sucede en el trono, su hijo CARLOS VIII (1483-1498) de trece años de edad. Su padre le ha dejado un reino en paz y sobre todo liberada de la amenazadora Borgoña de Carlos el Temerario. Ana de Beaujeu, su hermana, esposa de Pedro de Beaujeu, último de los poderosos Borbones, ejercerá la regencia hasta 1492. También su hermana concertará su matrimonio con Ana, duquesa de Bretaña. Por su matrimonio, el último principado feudal independiente se incorporará a la Corona francesa.
CARLOS VIII (Rey de Francia) (1483-1498)
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La regente hace casar a CARLOS VIII, rey de Francia, con Ana, la heredera del ducado de Bretaña,
En la fecha, la regente del rey francés, hace casar a CARLOS VIII, rey de Francia, con Ana, la heredera del ducado de Bretaña, eliminando así un peligro de cerco del territorio francés. Pero muy pronto, CARLOS VIII, con sus 21 años, se apartará de la prudente política de sus predecesores.
Carlos VIII, rey de Francia, ya gobierna personalmente. Quiere conseguir Nápoles y el Milanesado.
CARLOS VIII, rey de Francia, empieza a gobernar personalmente. El joven rey no es brillante, en absoluto: Pequeño, tiene un cuerpo menudo que sostiene una enorme cabeza acentuada por unos ojos salientes, por una gran nariz, por unos labios gruesos, bajo los cuales se escurre el mentón. Por otra parte, le gusta llenarse de perfumes de aroma difícilmente soportable, y lleva sus manos cubiertas de enormes anillos. Pero aquel ser infortunado tiene sueños caballerescos. Jefe de la poderosa monarquía de la época, liberado de la amenaza inmediata de sus vecinos, soñaba con grandes conquistas: en su gran cabeza, se incubaba la ambición de un Alejandro. Quería partir para Constantinopla, expulsar de la ciudad a los turcos y, salvador del mundo cristiano, lugarteniente de Dios en la tierra, ceñir la corona de Constantino, y restablecer así el imperio cristiano. Aprovechará el fuerte crecimiento de la nación y la estabilidad interna para reclamar por las armas el reino de Nápoles y el Milanesado. Por otra parte, se acuerda el Tratado de Étaples, que pone fin a las diferencias pendientes con Inglaterra.
Los reyes de Aragón y Castilla se comprometen a no ingerirse en la empresa francesa contra Italia.
Para tener las manos libres en Italia, CARLOS VIII, prefiere -en la fecha- conseguir la neutralidad de FERNANDO el Católico, retrocediendo -por el tratado de Barcelona- Rosellón y Cerdanya. Se firma, pues, en esta ciudad, en esta fecha, un acuerdo entre CARLOS VIII y FERNANDO II de Aragón, mediante el cual los reyes de Aragón y Castilla se comprometen a no ingerirse en la empresa francesa contra Italia; a cambio, Francia devuelve a la Corona de Aragón los territorios condales de Rosellón y Cerdanya, que habían sido entregados por Juan II de Aragón a los franceses como pago por sus servcicios prestados en la Guerra Civil Catalana de 1462. El acuerdo quedará roto dos años después debido a las desavenencias entre ambas partes firmantes.
El hecho de que España y Portugal acepten la resolución de ALEJANDRO VI prueba lo firme que sigue siendo la autoridad del Papa.
El hecho de que España y Portugal acepten la resolución de ALEJANDRO VI prueba lo firme que sigue siendo la autoridad del Papa, a pesar de la inmoralidad de su vida privada. Es más, aunque es de origen español, actúa en este caso con absoluta imparcialidad, pues, además de hábil político y buen administrador, suele ser justo en su decisiones. Los otros países europeos, deseosos de participar también en el pastel colonial, protestan airadamente. El rey de Francia, CARLOS VIII, comenta: «Antes de aceptar ese reparto quiero que se me muestre en qué cláusula del testamento de Adán se dispone que el mundo pertenezca a los españoles y a los portugueses.» Sin embargo, es tanto el poder de España y Portugal y tanta la influencia papal que, de momento, hay una general resignación (La revuelta luterana contra Roma y la fundación de la Iglesia Anglicana romperán el tabú y pronto comenzarán las correrías de ingleses, holandes y franceses por América y Asia.)
CARLOS VIII se asegura además la neutralidad de Austria y de Inglaterra en su empresa en Italia.
CARLOS VIII, rey de Francia, con el mismo objetivo que con FERNANDO el Católico, o sea, tener las manos libres en Italia, entrega, por el tratado de Senlis, Artois y el Franco Condado a Austria. Por otra parte asegura con oro la neutralidad inglesa.
En las manifestaciones proféticas de SAVONAROLA, el ejército de CARLOS VIII es el castigo del cielo.
En las manifestaciones proféticas de SAVONAROLA, el ejército de CARLOS VIII que ha iniciado su invasión de Italia, es el castigo que el cielo reserva para Roma, y CARLOS VIII, el nuevo CIRO. SAVONAROLA instaura una república teocrática, proclamando a Jesucristo rey del pueblo florentino (1494-1512). SAVONAROLA está al frente de los «piagnoni», sus partidarios, repartidos por todas las clases sociales y ferozmente enfrentados a los «compagnacci», nostálgicos del poder de los Médicis. Ya tenemos, pues, a SAVONAROLA en la cumbre.
CARLOS VIII se corona rey de Nápoles y con treinta mil hombres entra en Italia.
Desterrados italianos de los grandes principados de Roma, Venecia, Nápoles, Milán y Florencia han encontrado acomodo en la corte francesa y animan a CARLOS VIII a intervenir en las luchas intestinas italianas, reivindicando sus derechos a Nápoles, adquiridos de su abuela Maria de Anjou contra las pretensiones del rey FERNANDO de Aragón. CARLOS VIII apoyado por Ludovico SFORZA, llamado el Moro» por su color moreno, que gobierna Milán, se corona rey de Nápoles y con treinta mil hombres entra en Italia en agosto de 1494.
PEDRO, el hijo de LORENZO de Médicis, en lugar de defenderse, trata de comprar a CARLOS VIII.
Florencia está en el camino hacia Roma de la invasión de Italia que este nuevo azote de Dios, CARLOS VIII, ha iniciado. A la noticia de la invasión de los franceses, PEDRO, el hijo de LORENZO de Médicis, en lugar de prepararse para la defensa, trata de comprar a CARLOS VIII -que ha decidido entrar en Florencia no como enemigo sino como aliado- con doscientos mil florines, y lo consigue de momento. Pero los florentinos no perdonarán aquella cobardía y PEDRO será expulsado de Florencia.
El ejército de CARLOS VIII muestra a las claras la capacidad de destrucción de las armas modernas.
El ejército francés de CARLOS VIII que ha invadido a Italia muestra bien a las claras la diferencia entre los equipamientos de la Edad Media y los de los tiempos modernos que ahora se inician. Conserva las armas ofensivas (lanzas, espadas, arcos, ballestas, alabardas) o defensivas (corazas) heredadas de la tradición, pero tiene cañones que disparan contra las fortificaciones y que siegan a hombres cubiertos de armas. CARLOS VIII dispone de 140 cañones de bronce que se cargan por la boca. Aquella potencia de fuego debilita las filas adversarias, haciéndolas más vulnerables al asalto de la caballería y de la infantería pesada; además, con su poderosa capacidad de destrucción, la artillería facilita la posibilidad de acortar los asedios, siempre muy costosos para los asaltantes por el elevado precio del mantenimiento de los ejércitos.