La Compañía Transatlántica es fundada el 1850 por Antonio López y López para cubrir en barco de vapor las líneas de correo entre España y las colonias del Caribe, el Golfo de México y el Pacífico. Trabajará inicialmente desde los puertos de Barcelona, Cádiz y Santander. Con la Restauración, la situación de la compañía mejoró y consolidó el monopolio del transporte estatal con las colonias de ultramar con la renovación de contratos en 1887. Entonces, se fijó la sede en Barcelona y pasó a denominarse Compañía Transatlántica de Barcelona. Desde aquí fue uno de los ejes principales del poderoso grupo económico del marqués de Comillas. Hasta 1898, las colonias antillanes serán Cuba, Puerto Rico y la parte oriental de Santo Domingo. En el Pacífico, quedan en su poder el archipiélago de las Carolinas y el de las Filipinas.

En Barcelona, la polémica entre los «liceístas» y los «cruzados» se mantiene viva y encendida a lo largo del siglo XIX.

Durante la década de 1851 se produce un notable aumento del interés por la recuperación literaria y también histórica de la cultura propia de Catalunya. Instituciones como la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona efectúan una tarea notable en este sentido. Así, a medida que la producción literaria en catalán se extiende, crece también la necesidad de fijar y unificar la gramática y la ortografía. A pesar de que no se llegará a una solución hasta pasada la Renaixença, con el trabajo de Pompeu Fabra, obras importantes publicadas en este momento contribuirán a la unificación posterior. (El esplendor de la Renaixença se dará durante la segunda mitad del siglo XIX. Su nombre surgirá de la voluntad de hacer renacer el catalán como lengua literaria y de cultura después de los siglos de diglosia respecto al castellano, periodo llamado genéricamente Decadència).

Con un servicio de Barcelona a Valencia comienza –en 1852- a funcionar la primera sociedad de diligencias y mensajerías de España.

En 1852, el financiero Evarist Arnús funda la Banca Arnús, una de las más importantes de Catalunya.

Una de las epidemias de cólera más fuerte que sufre Barcelona es la del año 1854. En total en un mes y medio mueren 6.419 personas. La ciudad tiene unos 180.000 habitantes.

La primera inauguración del Liceo en 1847 da paso a unos años bastante brillantes en cuanto a ejecutoria artística: en sólo cinco años se estrenarán 45 óperas distintas, además de numerosos ballets y escenas teatrales. También hubo conciertos matutinos los domingos, actuaciones de circo y funciones de teatro de todo pelaje, incluyendo también «comedias de magia». Un conato de incendio en 1854 es como un aviso: se produce cuando la soprano Filippa Crescimano, que canta la Gilda de Rigoletto, se acerca demasiado a las candilejas y se le prende fuego el vestido; afortunadamente el barítono arranca el tapete de una mesa cercana y apaga las llamas. La cantante no sufre daños importantes.

En Barcelona, hay un importante movimiento civil, además de conspiraciones militares. Por esta razón, ante la revuelta del 14 de julio, el capitán general se encuentra desbordado y acepta el alzamiento popular. La Junta está formada por dirigentes populares, políticos progresistas y demócratas republicanos, entre los cuales destaca Estanislao Figueras.

Las murallas que envuelven Barcelona se han convertido en un peligroso cíngulo que la estrangula hasta el ahogo. La unanimidad en favor del derribo es, pues, total, sin distinción de ideologías ni de clases sociales. El gobierno progresista de ESPARTERO-O’DONNELL aconseja a ISABEL II su derribo. Un solo poder se resiste a ceder: El Ministerio de la Guerra que considera a Barcelona ciudad estratégica y con el derribo de la muralla su defensa se complica. En la fecha toda la muralla de Barcelona queda derribada.

Las políticas centralizadoras con tendencia a la consolidación del estado liberal durante la década de 1850 atían las actitudes anticatalanes. La tendencia descentralizadora reclamada desde Catalunya es tildada, por algunos, de provincialista. La respuesta viene con el artículo de Antoni de Bofarull y de Brocà ‘Catalanismo versus provincialismo’, que aparece, en la fecha, en el periódico «Diario de Barcelona», y que pretende justificar y dar sentido político al papel histórico de Catalunya.