Por el centro, en el vértice de la zona neutral, el VII Cuerpo de Ejército Acorazado y un Regimiento de caballería acorazada norteamericanos, con apoyo de la 7ª Brigada blindada británica, se ponen en marcha en dirección a Basora. En su camino, los mil carros de combate pesados y cerca de tres mil blindados ligeros aliados destrozan a la división Tawalkana Irakí. Un día más tarde, hacen lo mismo con la división Hammurabi, y el 27 de febrero es la división acorazada Medina la que cae ante el avance aliado, ya en las puertas de Basora. En el oeste, los franceses de la agrupación Daguet y el 3er Regimiento norteamericano han cubierto 160 kilómetros sin hallar resistencia, alcanzando Nasiriya y amenazando con cercar a las tropas Irakíes en el interior del Emirato. Muy cerca del avance francés, 400 helicópteros pesados transportan a la 101 División norteamericana y establecen la base Cobra, 90 kilómetros en el interior de Irak. Su misión es cortar la retirada de las tropas Irakíes hacia Basora.

El día 25 de febrero, las dos columnas que avanzan hacia Kuwait City, apoyadas por los paracaidistas de la división Airborn, alcanzan los arrabales de la ciudad. Un día más tarde, las tropas entran en la capital, al tiempo que en la carretera Kuwait-Basora docenas de kilómetros de automóviles, camiones y carros de combate Irakíes tratan de alcanzar la frontera bajo un diluvio de bombas y el ataque de los helicópteros. En su huida, doscientos pozos petrolíferos resultan incendiados.

El 27 de febrero, cuando las tropas norteamericanas cercan Basora por el Este como paso previo a la toma de Bagdad, EEUU. anuncia el cese de las hostilidades: “Kuwait ha sido liberado”. A pesar de todo, a la región aun no ha llegado la paz. Aprovechando la debilidad del régimen Irakí, la población chiíta del sur, con el apoyo de múltiples soldados desertores, se rebela contra Sadam, que ha de recurrir a las guarniciones del Norte para sofocar la sublevación. Simultáneamente, los kurdos del norte toman las armas, pero el regreso de las tropas enviadas al Sur acaba pronto con la rebelión.

La guerra del Golfo acaba sin que las tropas de la coalición multinacional encabezada por EEUU. entren en Bagdad. Y no lo hacen porque el hundimiento de el régimen de Saddam, que se apoya en los árabes suníes (aproximadamente un 22 %), habría representado un alivio para la mayoría chiita (en torno al 55 %), lo que habría beneficiado a Irán, país no árabe y mayoritariamente chiita, y perjudicado a Arabia Saudí, el guardian árabe de la ortodoxia suní.

La Guerra del Golfo finaliza el 3 de marzo con la derrota y rendición total de los Irakíes y con un saldo de alrededor de 200.000 muertos, en su mayoría civiles. El castigo al régimen Irakí es de tipo económico, pues se le impone un embargo sobre su producción de crudo y es obligado a aceptar la entrada de observadores de la ONU para supervisar el desarme químico y bacteriológico..

SADDAM HUSSEIN y los medios de comunicación Irakíes llevan la tergiversación de la realidad hasta el extremo de presentar el desastre de la guerra del Golfo como una de las grandes victorias de la historia árabe. Por otra parte, consigue acallar la oposición interna encabezada por dos de sus yernos que serán asesinados a su regreso del exilio en 1996.

En los foros internacionales, como las Naciones Unidas o la Comunidad Europea, se levantan algunas voces insinuando la necesidad de convocar una conferencia regional sobre la cuestión kurda con la participación de todos los Estados afectados por este problema: Irak, Turquia, Irán, Siria y la Unión Soviética. Pero a ninguno de los gobiernos de esas naciones les parece bien la idea ni tampoco a los vencedores de la guerra del Golfo.

Por otra parte, la Guerra del Golfo provoca una polémica internacional sobre el poder económico del petroleo (Kuwait es un gran exportador) y sobre los peligros que para la paz del mundo supone el régimen dictatorial de SADDAN HUSSEIN.

A raíz de la invasión de Kuwait por parte de las tropas Irakies de SADDAM HUSSEIN, a HUSSEIN I de Jordania le juega una mala pasada su hasta entonces fino olfato político. Por una vez, HUSSEIN I cree que la victoria iba a caer del lado de los árabes y se pasa al bando del dictador Irakí. Una vez superado el espejismo, HUSSEIN, ante la derrota de Irak, rectificará y Occidente, reconociéndole los servicios prestados, sabrá perdonarle el pecado.

Las graves consecuencias de la Guerra del Golfo y del bloqueo económico y militar subsiguiente, son estremecedores y hablan por sí solos: según un informe de la ONU el número de muertos por falta de alimentos y medicamentos provocados por el embargo excede en 1997 el millón de personas de las cuales 570.000 son niños. UNICEF informa de que “un 25 por ciento de los niños menores de cinco años padece desnutrición clínica severa”. Si a esto se suman la falta de agua potable –y las enfermedades que esta carencia conllevan-, los problemas de suministro eléctrico, el incremento de la prostitución y de la delincuencia, la elevada tasa de paro que afecta a cerca del 50% de la población, la hiperinflación y el aumento del índice de analfabetismo, se obtiene un esbozo del desalentador panorama al que se enfrentan a diario los castigados Irakíes desde 1991.