NABUCODONOSOR II con un poderoso ejército bloquea a Jerusalén que se mantiene sitiada hasta el año undécimo del reinado de SEDECÍAS (586). El 10 del mes 10º. (2Re 25;1-2) (Jr 52;4) (Jr 34;6 y ss). Quedan reducidos los puntos fuertes más alejados, hasta que sólo quedan Lakis y Azeca. Se han encontrado tablillas que fijan estos acontecimientos en el año 9º de Sedecías.

NABUCODONOSOR II destruye Jerusalén, después de un fuerte asedio. Apresa al rey SEDECÍAS e incendia el templo y el arca de la alianza. Sus habitantes son deportados a Babilonia. Es el fin del reino de Judá. El pueblo ha perdido todo lo que constituía su vida: la tierra, signo concreto de la bendición de Dios a su pueblo; el rey, por el que Dios transmitía esa bendición, garantía de la unidad del pueblo y su representante ante Dios; el templo, lugar de la presencia divina. Israel ha perdido incluso a su Dios. Se piensa que cada país es protegido por su dios nacional, que da fuerza a sus ejércitos. Así, pues, el Dios de Israel ha sido vencido por el dios Marduk de Babilonia. La región de Judá queda convertida en una parte de la provincia babilónica de Samaria. La destrucción de Jerusalén tiene lugar en el año 18º de NABUCODONOSOR y en el 11º de SEDECÍAS (2Re 25;3). Nabucodonosor se lleva “832 almas” (Jr 52;29). A pesar de ello todavía quedan habitantes en la tierra de Judá (2Re 25;12) (Jr 52;16). (s/Flavio Josefo (Ant 10,7,1) en (Jr 52;29) hay que leer “ocho” en vez de “dieciocho”. (2Re 25;1-21) (Jr 52;1-15).

NABUCODONOSOR II se lleva los últimos cautivos de Jerusalén, los que habían huido a Egipto y Dios (según la Biblia) hizo regresar. Año 23º de NABUCODONOSOR. Estos cautivos son “745 almas” (Jr 52;30) quedando Judá prácticamente sin ningún habitante. Tercera deportación.La ciudad de Babilonia y sus tradiciones impresionan, sin duda, a los judíos. Todos los años, en el año nuevo, oyen recitar los grandes poemas (Enuma Elish, Epopeya de Gilgamés…) que narran como Marduk, el dios de Babilonia, creó el mundo, cómo el dios Ea salvó a la humanidad del diluvio, descubren el pensamiento de los sabios sobre la condición humana, etc. Empiezan a compilar los primeros libros que más tarde constituirán la Torá y la Biblia y que incluirán, en efecto, numerosas leyendas sobre la creación y episodios de la primitiva historia elaborada por los babilonios a partir de la época sumeria. (Los judíos tratarán de vincularse a Sumeria a través de Abrah

Conviene destacar que en el caso de la deportación de Israel por Asiria, hubo pérdida de identidad y asentamiento de colonos extranjeros en el solar del reino conquistado. En cambio, el destierro de Babilonia no fue para los judíos experiencia disolvente, sino, de decantación radical. No fueron absorbidos, en consecuencia, por el torbellino de la historia, sino afianzados en su identidad religiosa por la desgracia y el fracaso político. El exilio se convierte muy pronto en profundización de la fe y añoranza de Sión, Jerusalén, ambas cosas entremezcladas. (Sl 136)

CIRO II el Grande, en Ecbatana, firma un edicto (Esd 1;2-4) permitiendo a los judíos regresar a su país. Les concede incluso “indemnizaciones de guerra” considerables para que puedan reconstruir su pais que quedará reducido durante muchos años a Jerusalén y su alrededores. ¿Por benevolencia natural o por sentido político? La verdad es que le interesa que la nación judía, avanzadilla de su imperio por el lado de Egipto, le sea absolutamente fiel. Sea lo que fuere, los judíos ven el fin de su pesadilla. Muchos de ellos vuelven entonces a “la tierra”. Se pueden calcular unos 50.000 los judíos que vuelven a la patria, en dos expediciones principales. En principio se agrupan alrededor de Jerusalén formando el distrito gubernamental de Yehûd.

Los judíos retornados a Judá, logran construir un nuevo templo en Jerusalén, que es completado hacia 515 aC. Ya por estos años, existe una nueva Judá (o “Judea” para utilizar el término griego), la cual es una sombra de la antigua. Aun así, proporciona a los judíos una patria. Entre ellos, un profeta innominado, cuyos escritos se atribuyen a Isaías (quien había vivido realmente dos siglos antes) y que por eso se le conoce como el “segundo Isaías”, predica una nueva doctrina. No sólo Yavé es el dios único de los judíos, sino que lo es de toda la humanidad. Así, a partir del segundo Isaías, el monoteismo pasa a los judíos de la posteridad y, a través de ellos, a cristianos y musulmanes.

Los lágidas dejan a los judíos vivir en paz según el estatuto que les había fijado ESDRÁS. Durante este período empiezan a diversificarse los tres centros principales del judaismo: Babilonia, Alejandría y Palestina. En Babilonia sigue viviendo una comunidad de la que sabemos muy poco. En Egipto, la comunidad judía de Alejandría se desarrolla con rapidez. En Palestina se producen algunas diferencias entre los judíos. Jerusalén viene a ser el centro de una diáspora, en proporciones que harán muy pronto superior el número de los desperdigados que el de los habitantes en la propia tierra de Israel.

Después de la humillación que ha sufrido ante los romanos, ANTÍOCO IV necesita perentoriamente una victoria del tipo que sea. Así, pues, se dirige contra los judíos y decreta que el Templo de Jerusalén se convierta en un templo griego, en cuyo recinto se erigirá una estatua de Zeus y se ofrecerán sacrificios a la manera griega. ANTIOCO IV, en la fecha, profana el templo instalando en él “la abominación de la desolación”, es decir, una estatua de ZEUS. Tal decisión causa profundo malestar entre los judíos. La crisis es tanto más grave cuanto que los sumos sacerdotes no se muestran acordes entre sí, ya que algunos, con Jasón a la cabeza, apoyan la helenización.

En Judea, a MATATÍAS Asmoeno le sucede su tercer hijo JUDAS (165-160) Macabeo. Los judíos conservadores se reúnen en torno de los Asmoneos, y JUDAS Macabeo demuestra ser un hábil guerrero. Vence en varias batallas a las fuerzas seléucidas, y en la fecha, consigue entrar de nuevo en Jerusalén y apoderarse del Templo. Se inicia en Judea el proceso de formación del reino de los asmoneos y los seléucidas carecerán de fuerza para imponer la sumisión a Judea.

Después de la muerte de Antíoco IV, se restablece de inmediato el culto en el templo de Jerusalén, después de haber sido purificado y renovada su consagración. En adelante este acontecimiento se conmemorará en la fiesta de la Dedicación.