JERUSALÉN

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El califa OMAR entra en Jerusalén.


El califa OMAR entra en Jerusalén. La Vera Cruz, devuelta nueve años antes, de nuevo es sustraída y jamás reaparecerá. El Imperio romano de Oriente, que ha agotado sus fuerzas rechazando a los persas, carece de capacidad para repeler al nuevo conquistador. Esta vez, la pérdida que experimentará será definitiva.

Palestina permanecerá durante doce siglos al margen de la Historia.


Bizancio envía un ejército contra el invasor musulmán, constituido por caballería pesada. Los árabes lo arrollan y lo destruyen en su totalidad en la batalla de Yarmuk (donde en otro tiempo estuvo Judea). Los sirios, que siguen siendo monofisitas y que persisten en su odio hacia Constantinopla, no resisten en absoluto, y Siria es tomada. Palestina será la más rápida y profundamente arabizada de todas las conquistas omeyas. Se eliminará a los elementos autóctonos y con bastante rapidez empezará a circular sangre árabe, relativamente pura, por las venas del pueblo palestino. Cabe, pues, decir, que desde la Hégira, y salvo el intermedio de las Cruzadas, sobre las que demasiada tinta se ha vertido…, Palestina permanecerá durante doce siglos al margen de la Historia. Jerusalén, bajo el mando del patriarca Sofronio, se resistirá, pero a los dos años de bloqueo caerá en poder del califa OMAR.

GÉRARD, de Provenza, funda en Jerusalén la Orden de S.Juan (el Bautista) y construye el hospital de S.JUAN.


GÉRARD, de Provenza, funda en Jerusalén la Orden de S. Juan (el Bautista) del Hospital y construye el hospital de S.JUAN, donde se cuidan los peregrinos que caen enfermos. El proyecto cuenta con la aprobación del gobierno del califa Husyafer, que les otorga una licencia para construirlo junto a la iglesia del Santo Sepulcro. El lugar es consagrado a San Juan Bautista, razón por la cual su nombre completo es Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén. El padre superior del monasterio, GERARDO TUM, es conocido como el fundador de la Orden de Malta. Los Caballeros Hospitalarios observarán una Regla similar a la de S.BENITO y vestirán negras túnicas con una cruz blanca en el pecho.

Mercaderes de Amalfi entregan nuevos fondos al hospital para peregrinos de la Orden de San Juan.


En 1084 el hospital de la Orden de San Juan para peregrinos en Jerusalén recibe nuevos fondos de unos mercaderes de Amalfi (Italia meridional) Los viajeros que llegan a Jerusalén descubren una ciudad densa, aprisionada entre sus murallas, dominada por cúpulas y minaretes. Al este de la ciudad de Jerusalén, en la explanada del Templo, están aún la mezquita al-Aqsa y la cúpula de Omar, erigida en el lugar donde estuvo Mahoma. Al oeste se elevan los tejados del Santo Sepulcro, dominados por una cúpula abierta que simboliza la resurrección de Jesucristo. Los que esperan entrar en la ciudad a través de alguna de sus monumentales puertas se detienen en la fuente de Siloé, donde pueden descansar y refrescarse.

La llamada a la Cruzada tiene un eco imponente. Los cruzados hacen una gran matanza en el camino.


La llamada a la Cruzada tiene un eco imponente, no sólo entre los nobles y los caballeros, a quienes iba dirigida principalmente, sino también entre los campesinos, los artesanos y hasta entre las mujeres. Los motivos para ir a la “guerra santa” son, no obstante, muy distintos; es probable que oscilen entre la simple huida de unas condiciones de vida penosas y la auténtica creencia en la salvación, pasando por la esperanza de conseguir un rico botín. Se han reclutado ejércitos en toda Europa y en agosto de 1096 comienza la marcha a Palestina bajo el signo de la cruz (1096-1099). Los cruzados hacen una matanza de judíos durante el verano de 1096 en Trier, Worms, Mainz, Colonia, por dondequiera que avanzan a lo largo del Main y el Danubio.

NICÉFORO II Focas proclama que los caídos contra los musulmanes merecen la palma del martirio.


Sin embargo, los cristianos de Oriente, no conciben la guerra de la misma manera que los de Occidente. Su iglesia rehusa la idea de la guerra santa y la concepción occidental de la Cruzada es lejana y extraña. Cuando el emperador bizantino NICÉFORO II Focas quiere proclamar que los guerreros caídos en los combates contra los musulmanes merecen la palma de mártires, choca con la resuelta oposición del patriarca y del clero. La regla monástica de las iglesias orientales, propugnada por san Basilio, niega la comunión durante tres años a todo aquel que haya matado a un enemigo. Por otra parte la peregrinación al reino de Jerusalén, al que Chipre pertenece, no despierta aquí el mismo entusiasmo que en Occidente. Contra el Islam, más que un combate religioso, Oriente organiza un intento de reforma doctrinal.