Austria-Hungría y Rusia exhortan al Imperio otomano a emprender reformas en Macedonia para que finalicen los disturbios derivados de la ocupación otomana.

Audiencia de los cinco minutos: pese a que el Partido de la Independencia húngaro ha obtenido mayoría en la Cámara, el emperador austrohúngaro Francisco José declara que no está dispuesto a aceptar los postulados de dicha mayoría parlamentaria, y apoyándose en el ejército disuelve el Parlamento.

Alemania queda desagradablemente sorprendida. En efecto, esperaba que Gran Bretaña y Rusia se unieran a Francia votando contra Alemania, pero resulta que también lo hacen España, los Estados Unidos e incluso la aliada Italia. Tan sólo Austria-Hungría ha votado a su favor. Holstein, el demonio tentador de GUILLERMO II, se niega a aceptar esta derrota diplomática y aconseja que el asunto se zanje con la guerra. Pero el gobierno alemán no desea una guerra en aquel momento, y Holstein es relevado de su cargo.

El Estado dualista, Austria-Hungría, que ha surgido del compromiso de 1867 es en teoría una monarquía constitucional, pero en la práctica FRANCISCO JOSÉ I gobierna casi siempre a base de decretos y apoyándose en la Iglesia, el ejército, la burocracia y la policía, puntos de apoyo tradicionales de los Habsburgo. El gran problema es el de los nacionalismos y el antagonismo germano-eslavo irá acentuándose en los primeros años del siglo XX. En la parte austríaca de la monarquía, el 26 de enero de 1907 se implanta el sufragio universal masculino.

En la parte húngara, la posibilidad del voto masculino se utiliza como una amenaza. Entre los húngaros cunde el descontento porque el ejército constituye uno de los factores unificadores de la monarquía dual. Ellos desean unidades separadas con distíntivos diferenciados, y a esto no accede el emperador, no sin alguna justificación. Después de todo, contar con dos ejércitos sólo serviría para generar confusión y fallos en la coordinación. Sería, en definitiva, una eficaz receta para provocar el desastre. Y entonces el emperador amenaza con extender el sufragio universal a Hungría, lo que otorgaría el voto a los habitantes eslavos, con el consiguiente peligro para la dominación magiar. Ante esta amenaza, se olvida el asunto del ejército separado.

Bosnia-Herzegovina, situadas al noroeste de Serbia y Montenegro, son gobernadas nominalmente por el Imperio otomano, si bien el Congreso de Berlín, celebrado treinta años antes, las ha asignado como protectorado a Austria-Hungría. Ello significa que dichas provincias cuentan con guarniciones austrohúngaras, y que a todos los efectos son territorio de aquel Imperio. Austria-Hungría, aprovechando la crisis que en el Imperio otomano ha producido la revolución de los jóvenes turcos, quiere anexionarse definitivamente dichas provincias. El Imperio Austro-Húngaro intenta asegurar la operación por la vía diplomática. Después de conseguir la aprobación de los restantes miembros de la Triple Alianza -el Imperio alemán e Italia- el ministro de Asuntos Exteriores, en la fecha, se reúne con su homólogo ruso. Puesto que cabe contar con las protestas de Serbia y Montenegro por la anexión, la posición de Rusia resulta determinante como protectora de estos pequeños estados eslavos.

Rusia acepta no apoyar a los países balcánicos si Austria-Hungría accede a respaldar su antigua aspiración: la libre circulación de los buques de guerra rusos a través del estrecho de los Dardanelos.

Serbia espera su ocasión, ya que no se muestra dispuesta a perder un territorio en que un tercio de población es de origen serbio. Trastornada por el ultraje que representa el hecho de que Bosnia-Herzegovina haya sido incorporada al Imperio Austro-Húngaro como provincias. Serbia ansía desesperadamente ir a la guerra contra Austria-Hungría, pero precisa del apoyo de Rusia, la cual no se halla en situación de prestarle ese servicio. Serbia ve desvanecerse el sueño de un gran imperio serbio y aunque ha de desistir de sus propósitos, a partir de ese momento empiezan a constituirse sociedades secretas dedicadas a la conspiración, y con la finalidad de hacer cuanto esté en su mano por perjudicar a Austria-Hungría.

Austria-Hungría, en la fecha, anuncia que Bosnia-Herzegovina quedan anexionadas y forman parte integrante de la monarquia dual austrohúngara. Turquia acepta la nueva situación, renunciando a Bosnia-Herzegovina a cambio de una compensación monetaria.

Serbia y Montenegro, que siempre han contemplado a Bosnia-Herzegovina como parte potencial de su propio Estado, se sienten ultrajados al asistir a aquella anexión, pero ellos también se hallan inermes. Rusia apoya a Serbia en sus protestas por la anexión. Alemania se alinéa con Austria-Hungría, mientras que Gran Bretaña y Francia apoyan a Rusia. Por fin, Rusia que aún no se ha recuperado de la derrota frente al Japón ni del caos en que se ha precipitado, obliga a Serbia a desistir. Ésta, finalmente, acepta la anexión.