Entre el 616 y el 618, SISEBUTO, rey de los visigodos, lleva a cabo una serie de campañas para arrojar definitivamente a los bizantinos de la península.

En 617, COSROES II, persa, llega frente a Constantinopla, al otro lado del estrecho. Con ello se restaura el Imperio de Darío I (once siglos anterior), novecientos cincuenta años después de que lo destruyera Alejandro el Grande. Parece como si al Imperio romano de Oriente le toque seguir la misma trayectoria hacia la aniquilación en la que le ha precedido el Imperio occidental siglo y medio antes.

Para controlar el Estrecho de Gibraltar y prevenir ataques bizantinos o bereberes, SISEBUTO, rey visigodo, expulsa a los bizantinos de Ceuta, ciudad que pasa de nuevo a manos visigodas. Y en general, los bizantinos desaparecen definitivamente del norte de África.

El emperador bizantino HERACLIO consigue, mediante el soborno, la retirada de los ávaros. Éstos se llevan unos doscientos setenta mil cautivos aprehendidos en los arrabales de Constantinopla.

HERACLIO, emperador de Bizancio, desencadena un intrépido contraataque contra los persas. No trata de enfrentarse directamente a COSROES II, sino que aprovecha el dominio del mar que mantiene el Imperio. Sus barcos transportan el ejército a Iso, en el límite entre Asia Menor y Siria, donde Alejandro había derrotado a los persas nueve siglos antes.

Las fuerzas persas destacadas en Iso se apresuran a encontrarse con las romanoorientales, y HERACLIO las vence en enero de 623.

HERACLIO habiendo vencido a los persas en Iso, toma la dirección de Armenia. COSROES II ha reclamado la ayuda de los ávaros, eslavos y jázaros que están ansiosos por participar en el saqueo de Constantinopla. Así, los ávaros, Irrumpen en los Balcanes en dirección Sur y en la fecha se hallan ya ante las murallas de Constantinopla. COSROES II espera que HERACLIO, ante el peligro que corre su capital, se vea forzado a retirarse de Persia.

En julio de 626, los ávaros deciden atacar Constantinopla, pero HERACLIO no regresa para proteger la ciudad. Confia en sus murallas, y continúa su campaña, en cuyo transcurso derrota a los persas en toda la línea. Cuando los ávaros comprenden que no podrán expugnar las murallas se retiran y COSROES II se ve obligado a abandonar Asia Menor. Tras su fracaso ante Constantinopla, los ávaros -al igual que los hunos antes que ellos-, una vez derrotados pierden su prestigio militar, los subordinados se rebelan y el poder de la aristocracia se extingue con rapidez. No son más que una reducida camarilla militar que depende del campesinado al que domina.

COSROES II y HERACLIO se enfrentan de nuevo en el campo de batalla de Nínive, y por última vez luchan soldados de habla griega contra soldados de habla persa. Los griegos vencen en esta última ocasión, al tomar Ctesifonte, como habían vencido en la primera, en Maratón, once siglos antes. La guerra ha terminado.

El emperador bizantino HERACLIO reconquista Palestina y recupera de los persas la «Vera Cruz», robada 16 años atrás, y la devuelve a Jerusalén.