VLADIMIRO I el Santo, gran príncipe de Kiev, criado como pagano, apoya al emperador bizantino BASILIO II en el yugulamiento de una sublevación y en la fecha, se casa con Ana, hermana de éste. A partir de este momento manifiesta sus simpatías por el cristianismo y emprende una política de conversiones forzadas entre los rusos y los rutenos. Semejante conducta extiende el cristianimo en Rusia pero,a a la vez, provoca la sublevación de sus hijos contra él. Morirá en 1015 en el curso de una expedición contra uno de ellos.

En el año 988, VLADIMIRO I negocia la mano de la hermana del emperador bizantino Basilio II, Ana Porfirogéneta. Por primera vez se propone una boda entre una princesa cristiana y un pagano, para lo cual VLADIMIRO ha de ser bautizado antes de poder formalizar el matrimonio. El bautizo y el matrimonio parece que le provocan grandes cambios en su carácter. A su regreso a Kiev, derribará todos los monumentos paganos y hará bautizar en masa a sus súbditos.

El papa GREGORIO V sólo cuenta con el apoyo imperial ya que el pueblo romano no acepta un papa extranjero rigiendo los destinos de la Iglesia; por lo que, aprovechando que OTÓN III ha vuelto a Alemania y que el papa se encuentra en la Lombardía, CRESCENCIO NOMENTANO, con el apoyo bizantino, nombra papa, en la fecha, a Juan Filigato, un obispo de origen griego, que toma el nombre de JUAN XVI (4.997 – 2.998). Un nuevo antipapa.

En el año 1014, BASILIO II de Bizancio decide acabar con la guerra que ha enfrentado a su pueblo con los búlgaros durante cuarenta años. Para ello, ciega a la mayoría de sus 15.000 prisioneros y a otros 150 deja sólo un ojo. Cada 100 prisioneros ciegos serán guiados por uno tuerto en su camino de regreso a la capital de Bulgaria. BASILIO II pasará a la historia como Bulgaróctonos, «Matador de búlgaros».

Asia Menor está segura, pues en este tiempo los musulmanes no peden medir sus armas con los bizantinos. En cambio, en la península balcánica, el reino búlgaro encabezado por SAMUEL constituye un grave peligro, y por ello BASILIO II vuelve contra él sus fuerzas. Por un momento, la lucha se mantiene indecisa, pero en 1014, en la batalla de Balathista, en lo que hoy es el sudoeste de Bulgaria, BASILIO II logra enviar tropas que rodean el flanco del ejército búlgaro y, en un momento crucial, lo ataca por la retaguardia. Los búlgaros quedan colapsados, y Basilio II toma 15.000 prisioneros. El emperador comete la atrocidad de cegar a 99 de cada 100, dejando a 150 tuertos para que puedan guiar al resto en su regreso a su país.

Los búlgaros están completamente deshechos. Los Balcanes hasta el Danubio son anexionados por el Imperio bizantino, y los búlgaros empiezan a mezclarse con la población en general. BASILIO II recibe el sobrenombre de «Bulgaróctono» («matador de búlgaros»).

En el mandato de SAMUEL, Bulgaria se recuperó un poco de estos ataques y logra vencer a Serbia, Bosnia y Doclea; pero esta racha de victorias termina en 1014, cuando el emperador bizantino BASILIO II («El Bulgaróctono») derrota a sus ejércitos en Klyuch. SAMUEL muere poco después de la batalla, el 15 de octubre de 1014.

Bulgaria cae bajo la dominación de Bizancio (1018-1185). Desde entonces, Bulgaria pasará a formar parte integrante del Imperio bizantino, durante más de ciento cincuenta años. En este periodo, la influencia de Bizancio será profunda, especialmente a nivel administrativo. Además, el país estará sometido a la presión de pechenegos y cumanos, y la herejía bogomilita seguirá extendiéndose a pesar de las persecuciones llevadas a cabo por Constantinopla. El bogomilismo, bajo la dirección de una buena parte del clero, se convertirá en una especie de oposición frente a la iglesia griega. Sin embargo, la caída del primer Imperio búlgaro no significará su fin.

En 1018, los bizantinos de BASILIO II derrotan a los lombardos en Cannas, en el mismo lugar en que casi mil doscientos años antes Aníbal infligía un gran castigo a Roma. Como resultado de este episodio, se fortalecerá el dominio bizantino del sur de Italia.

Fallece el emperador bizantino BASILIO II. Condujo al Imperio bizantino al máximo de su poder en cinco siglos, pero no deja herederos de su talla y muchos de sus logros se perderán a causa de toda una serie de débiles e infortunados sucesores. BASILIO II llevó el Imperio bizantino a una nueva cumbre de poder. Su extensión era muy inferior a la que tuvo bajo Justiniano, pero esta limitación no dejaba de tener su aspecto positivo, pues no había provincias lejanas cuya fidelidad hubiera que mantener a elevado costo.