Ante la reacción de ALFONSO V de Aragón, ALVARO de Luna prefiere retirarse a un segundo plano. El infante JUAN se entrevista con su hermano ENRIQUE en Torre Aracil, éste es liberado y se restablece el partido de los infantes que es encabezado por JUAN, ahora ya rey de Navarra. La recuperación de fuerzas de los infantes representa la caída de ÁLVARO de Luna, que es desterrado por una sentencia de 30 de agosto de 1427.

Sólo unos meses después de haber sido desterrado ÁLVARO de Luna, es reclamada su presencia, posiblemente como único contrapeso posible al poder absoluto de los infantes. En la fecha, ÁLVARO de Luna vuelve a presidir el Consejo Real, del que salen los dos infantes, a los que el condestable está dispuesto a eliminar.

Se inicia la inevitable guerra entre los Trastámara de la Corona de Castilla y los de la Corona de Aragón (1429-1436).

ÁLVARO de Luna penetrará con las tropas castellanas por la merindad de Estella en el territorio navarro para evitar que este se convierta, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, en plataforma de las tropas enemigas.

La invasión a lo largo del río Jalón llevada a cabo por ALFONSO V constituye un desastre, especialmente porque el levantamiento en que confiaba no se produce. La batalla final se impide gracias a que la reina María de Aragón, esposa de JUAN II y hermana de ALFONSO V, se interpone entre ambos ejércitos. De todas maneras, la posición de ÁLVARO de Luna queda fortalecida por la ayuda de las Cortes y por la politica del reparto de títulos y prebendas.

Los orígenes de la noble familia de ALBA se remontan a Gutierre Alvarez de Toledo, primer conde de Alba de Tormes (1430); Fernando Alvarez de Toledo, primer conde de Alba (1438), y a García Alvarez de Toledo, hijo del anterior que en 1472 será nombrado primer duque de Alba.

El rey ALFONSO V consigue firmar en Majano una tregua de cinco años con el rey de Castilla, en la que se estipula la expulsión de los infantes JUAN y ENRIQUE de todo el territorio castellano.

Victoria obtenida, en la fecha, por JUAN II en la Higueruela, contra los musulmanes de Granada.

La oligarquía gobernante tras la guerra, que sigue teniendo al rey absolutamente dominado, continúa con sus pugnas y rivalidades internas. ALVARO de Luna, por su parte, sigue en primera línea y lleva a Castilla a protagonizar una serie de acciones de singular trascendencia. Mientras se consolida la hegemonía en el golfo de Vizcaya y se firma la paz con Portugal, se emprende la lucha en Granada que representará el protectorado de Castilla sobre este reino tras la victoria de Higueruela (1de agosto de 1431) y, luego, como Muhammad VIII se hace con el poder, la conquista de varias plazas que corre a cargo de los caballeros fronterizos.

El segundo conde de Niebla, ENRIQUE de Guzmán encuentra, en la fecha, su muerte en Gibraltar, pues queriendo completar la obra iniciada por su bisabuelo, GUZMÁN el Bueno, en 1309, muere ahogado con otros cuarenta caballeros de su hueste frente a sus muros. Tras el suceso, su flota y las tropas que atacaban la ciudad desde tierra, comandadas por su hijo, abandonan el sitio de la plaza. Los restos del conde, en poder de los musulmanes, son colgados de una almena de la torre de la Barcina para «ynfundir temor en las christianas anymas», donde al parecer permanecieron durante años. Esta muerte fue cantada por Juan de Mena en «El laberinto de la Fortuna».