IMPERIO PERSA / PERSIA / PERSAS

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A principios del siglo IV aC, el territorio de Afganistán está sometido al imperio persa aqueménida de Ciro y Darío.


El territorio afgano históricamente ha constituido un cruce de influencias y un enclave estratégico en el acceso al Asia Central: En su espacio confluirán la expansión de grandes imperios. A principios del siglo IV aC, el territorio de Afganistán está sometido al imperio persa aqueménida de Ciro y Darío.

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Se produce en Issos (actual golfo de Izkenderun, Turquía), un terrible enfrentamiento en campo abierto entre macedonios y persas.


En la fecha, se produce en Issos (actual golfo de Izkenderun, Turquía), un terrible enfrentamiento en campo abierto entre macedonios y persas, obteniendo ALEJANDRO Magno una victoria absoluta sobre DARÍO III Codomano. La victoria radica en el excelente orden táctico de ALEJANDRO. Mueren unos cien mil persas, la mayoría mientras huyen tras la batalla. Son hechas prisioneras la madre, la mujer y dos hijas de DARÍO que serán tratadas conforme a su rango y con toda dignidad. Darío huye después de la batalla. El objetivo de Alejandro es capturarlo o matarlo, para que así las distintas tribus del imperio persa lo reconozcan como su sucesor. Darío ha ordenado preparar el terreno aplanando las rocas salientes para el uso de sus carros en el ataque, a los que ha incorporado hojas de espadas en las ruedas para así vencer a la falange macedónica.

Alejandro dedica sus esfuerzos inmediatos a privar a la flota persa de sus bases potenciales.


ALEJANDRO, tras su aplastante victoria en Issos dedica sus esfuerzos inmediatos a privar a la flota persa de sus bases potenciales, principalmente de la costa fenicia. Así, habiendo liberado Chipre de los persas, la flota chipriota le ayuda a conquistar Fenicia.

DARÍO, intenta por todos los medios poner un precio a las ambiciones territoriales de ALEJANDRO.


En las fechas siguientes a la batalla de Issos da comienzo una muy curiosa correspondencia entre los dos rivales, el rey macedonio ALEJANDRO Magno y el emperador persa DARÍO III, en la que este último intenta por todos los medios poner un precio a las ambiciones territoriales de ALEJANDRO y recuperar a su familia en poder de ALEJANDRO desde su victoria en Issos en el mes de noviembre. DARÍO está dispuesto a darle diez mil talentos por el rescate de su madre, su mujer y sus hijas; además afirma que ALEJANDRO puede quedarse con el territorio entre el Éufrates y el mar Egeo, y para terminar le ofrece la mano de su hija. Y es que en el siglo IV aC, sólo hay un poder mundial: Persia. Este imperio ya ha conquistado todas las ciudades griegas a lo largo de la costa oriental del mar Egeo. Cuando Atenas se atreve a implicarse en la revuelta de una de estas antiguas urbes griegas, los emperadores de Persia deciden que no tienen más remedio que conquistar toda Grecia. Pero ALEJANDRO Magno que cree su deber divino proteger a toda Grecia no está dispuesto a aceptar condiciones.

Alejandro rechaza las propuestas de paz de DARÍO III. E el rey persa se prepara para la batalla final.


ALEJANDRO rechaza las propuestas de paz de DARÍO III, ofrecidas por éste en noviembre del 333 aC., por lo que el rey persa se prepara para la batalla final en la que se decidirá el destino de su imperio, reuniendo un gran ejército en Gaugamela, cerca de Arbela, al este del Tigris.

La batalla de Arbelas abre a Alejandro las puertas de Persia y con ellas las de toda el Asia.


DARÍO III reúne a todo su ejército -tropas propias, contingentes indios, mercenarios griegos, carros escitas y elefantes- en Gaugamela, frente a la ciudad de Arbelas (hoy Mosul, Irak). La noche antes de la batalla, ALEJANDRO duerme profundamente y a la mañana siguiente, el día de la fecha, sus generales le preguntan cómo ha podido dormir tan plácidamente teniendo las tropas de DARÍO tan cercanas. «Porque el rey DARÍO me ha tranquilizado mucho -contesta- reuniendo todas sus tropas en un solo lugar, ya que así las podré derrotar en una sola batalla». Y así sucede. La batalla de Arbelas -o Gaugamela- abre a ALEJANDRO las puertas de Persia y con ellas las de toda el Asia. Pero DARÍO huye de nuevo ante el empuje de los macedonios y ALEJANDRO, a pesar de haberse lanzado en su persecución, no consigue detenerlo. Parece ser que el emperador persa lleva muy malo saber que su vida corre peligro. DARÍO III pierde dos batallas: Isos y Arbelas y el imperio más grande del mundo por ser un cobarde.

El asalto al campamento de DARÍO supone para ALEJANDRO un nada despreciable botín.


El asalto al campamento de DARÍO supone para ALEJANDRO un nada despreciable botín. Ahora nada puede detener el avance macedonio hacia Babilonia, que será alcanzada sin dificultad, mientras DARÍO obtiene refugio temporal en Arbela y después en Ecbatana, la capital de Media. Así, pues, en la fecha, Alejandro ocupa las ciudades de Babilonia y Susa, antes de emprender la persecución de Darío para impedirle reunir un nuevo ejército en las satrapías más orientales. Por tanto Darío huye de nuevo hacia Hircania, una satrapía situada al sur del Caspio, y desde allí tratará de dirigirse a Bactra, la capital de Bactriana, perseguido de cerca por el ejército macedonio.

Muerto Darío, Alejandro ejecuta a su asesino y se proclama heredero del trono persa.


ALEJANDRO prosigue la conquista del imperio persa, ahora con Besos (asesino de DARíO) como su rival (quien se ha autoproclamado emperador de Persia con el nombre de ARTAJERJES V con la excusa de vengar la muerte de DARÍO III). No obstante, su duelo por DARÍO es sincero: ordena el traslado de su cuerpo a Ecbatana fuertemente custodiado, donde es embalsamado y entregado a su madre para que oficie los funerales por su hijo en Persépolis. Igualmente, una vez que ALEJANDRO ha capturado a Besos, manda condenarlo y ejecutarlo según las leyes persas por el asesinato de su soberano. ALEJANDRO se proclama de inmediato heredero del trono persa.

Al ver que Alejandro está decidido a capturar a Darío, un grupo de nobles persas, asesina a Darío.


Sin embargo, al ver que ALEJANDRO está decidido a capturar a DARÍO, un grupo de nobles persas, entre los que se encuentran los sátrapas Besos, Barsaentes y Nabarzanes, toman a DARÍO como rehén, para así poder pactar con ALEJANDRO y, al entregarlo, obtener del rey macedonio la independencia de las satrapías orientales que gobernaban. Enterado ALEJANDRO de estos sucesos por un grupo de persas fugitivos, emprende una rápida marcha para llegar hasta DARÍO (mediados de julio de 330 aC), pero poco antes de llegar al campamento de los sátrapas insurgentes, éstos apuñalan a DARÍO al tener conocimiento de su llegada a fin de evitar que caiga en sus manos, y emprenden la huida. DARÍO sólo sobrevive unos instantes, agradeciendo el socorro que le brinda un destacamento macedonio. Se cuenta que ALEJANDRO, al ver el cadáver de DARÍO, lloró y lo cubrió con su manto, diciendo: «No era esto lo que yo pretendía».

En la Persia aqueménida la religión oficial es el zoroastrismo, que postula la existencia de un único dios.


En la Persia aqueménida la religión oficial es el zoroastrismo, que postula la existencia de un único dios, Ahura Mazda. Esta divinidad es la única mencionada en las inscripciones que se conservan de la época de Darío el Grande (521-485 aC.). Sin embargo, se conserva una inscripción, hallada en Susa, de la época de Artajerjes II (404-358 aC.), en la que se menciona a Mitra junto a Ahura Mazda y a otra deidad llamada Anahita. ¿Existe vinculación entre este Mitra persa, y sus antecesores indoiranios, y el de la religión mistérica del Imperio Romano? Un posible indicio de la vinculación entre el Mitra persa y el romano puede encontrarse en los reinos de Partia y el Reino del Ponto, muchos de cuyos reyes llevaron el nombre de Mitrídates, quizá relacionado etimológicamente con Mitra. Por otro lado, en Pérgamo, en Asia Menor, escultores griegos produjeron los primeros bajorrelieves con la imagen de Mitra Tauróctonos. Aunque el culto de Mitra no tuvo apenas difusión en la Hélade, estas imágenes marcan tal vez el camino de Mitra hacia Roma. La primera referencia en la historiografía grecorromana al culto de Mitra se encuentra en la obra del historiador Plutarco, quien menciona que los piratas de Cilicia celebraban ritos secretos relacionados con Mitra en el año 67 a. C.