PUBLIO CORNELIO ESCIPIÓN desciende simultáneamente por tierra y mar hasta Tarraco. Antes de dirigirse hacia el sur, se asegura la alianza de las tribus íberas que anteriormente se enfrentaron con los romanos.

Así, pues, con la retaguardia segura, ESCIPIÓN toma por sorpresa, en la fecha, la capital peninsular de los cartagineses, Cartago Nova, aprovechando la ausencia del ejército cartaginés. Tal conquista le permite a ESCIPIÓN atraerse la confianza de las comarcas vecinas y asegurar el control sobre el levante.

Consolidada la posición romana a lo largo de la costa mediterránea, ESCIPIÓN inicia la penetración en dirección al Guadalquivir, donde toma, en la fecha, la ciudad de Baécula (en la parte alta del río Betis, hoy Guadalquivir). Tras esta batalla, los cartagineses deciden formar dos ejércitos; uno, al mando de ASDRÚBAL BARCA, se dirigirá a Italia atravesando la meseta en ayuda de ANÍBAL, que sigue negociando con los pueblos del sur de Italia, y el otro, mandado por su hermano MAGÓN, se enfrentará a los romanos en la Bética, si bien antes, se dirigirá hacia territorio celtíbero para reclutar allí el mayor número de mercenarios posible.

ESCIPIÓN vence, en la fecha, en la definitiva batalla de Ilipa a los ejércitos cartagines. Tras este éxito, las legiones romanas toman sin apenas lucha Iliturgi, Cástulo y Astapa.

Las legiones romanas al mando de Lucio MARIO se adueñan de Corduba (Córdoba) en el año 206 aC., siendo hasta entonces posiblemente un poblado ibérico y quizá cartaginés.

PUBLIO CORNELIO ESCIPIÓN el Africano, funda, cerca de Sevilla (Santiponce), a finales del verano del año 206 aC. la primera colonia romana a la que, en honor de Italia, dio el nombre de “Itálica” para establecer en ella a los legionarios veteranos heridos durante las campañas contra los cartagineses en Hispania y con una marcado carácter fronterizo y defensivo dada la posición estratégica de su emplazamiento, a la orilla derecha del Betis (el actual Guadalquivir) y en su confluencia con el río Cala. Sus ruinas, cercanas a Sevilla, son actualmente uno de los yacimientos más importantes de la España Antigua.

En Hispania, derrotados y desmoralizados los ejércitos cartagineses no pueden evitar que en el otoño del año 206 aC. los romanos entren en Gadir (Cádiz), el último baluarte del imperio cartaginés en la Península Ibérica, forzando la retirada hacia África del general cartaginés MAGON, con lo que termina el dominio púnico en la Península quedando reducidos los cartagineses, por unos años, a sus posesiones de las Islas Baleares.

En Hispania, los romanos fundan muchas ciudades, levantadas unas sobre poblados o asentamientos pre-existentes y otras lo son de nueva planta. Dentro del entramado administrativo romano, la ciudad es un elemento fundamental. Cada nueva fundación pretende ser una versión en pequeño de la ciudad madre, la Urbs por antonomasia, Roma. En el mundo antiguo se entiende por ciudad no sólo el área edificada propiamente dicha, sino el territorio que, en un área de varios kilómetros a la redonda, depende de ella. De todas maneras los romanos distinguen entre civitates (ciudad), populi (pueblo), forum (lugares de mercado), castella, oppida (campamentos, fortalezas), vicus (aldea), coloniae (colonias), etc.

En la época en que los romanos dominan toda la provincia Tarraconense la línea de costa pasa por lo que después será conocida como carretera de Santa Creu de Calafell, que une Sant Boi, Viladecans, Gava y Castelldefels. Los íberos, a lo largo del siglo II y buena parte del I aC, pasarán de ser consumidores de cerveza a serlo de vino que les viene de la Península Itálica. Así, a finales del siglo I aC el cultivo del trigo se cambiará por el de la viña y los íberos pasan a ser exportadores de este preciado producto a Roma y al sur de la Galia. Todo este proceso queda testimoniado en los objetos que en su día se encontrarán en los anclajes de “Les Sorres”.

El Senado romano no ha contemplado en un principio la anexión de Hispania. Pero tras el feliz desenlace de la Segunda guerra púnica, los romanos abordan el sometimiento de la Península. Durante medio siglo (197-154 aC), los romanos acometerán la conquista de la Meseta partiendo de los valles del Ebro y del Guadalquivir, lo que terminará por desencadenar las terribles guerras lusitanas y celtíberas. Mientras tanto, en los territorios ya sometidos, principalmente del nordeste de la península, también en las Alpujarras, no faltan revueltas indígenas debido al injusto reparto de tierras entre nativos y romanos, a los elevados impuestos y a la rapacidad y abusos de los pretores y demás funcionarios romanos.