La «Primavera de los pueblos» nacida en París en febrero, se extiende a Austria. Austria, a pesar de haberse convertido en 1815 en el gendarme del absolutismo en Europa, no puede impedir la proliferación del ideario liberal. Del 13 al 15, primera insurrección en Viena, que hace huir a Metternich. Los obreros y estudiantes, levantan barricadas, hacen frente a los soldados e invaden el palacio imperial. El emperador FERNANDO I pide a METTERNICH una explicación acerca de lo que está sucediendo, a lo que el Primer Ministro responde «Están haciendo una Revolución», a lo que el emperador, al parecer responde: «Ya, ¿Pero tienen permiso? (Ja, dürfen’s denn des?)». Fernando I sacrificará su espíritu absolutista y aprobará una Constitución.

En Alemania, junto a las revoluciones locales, se produce una revolución general. Desde febrero, en Mannheim y Heidelberg, los liberales han lanzado la idea de un parlamento que, con sede en Frankfurt, la ciudad donde han sido coronados los emperadores de Alemania, sea elegido por sufragio universal masculino y decida el futuro de la nación alemana. A diferencia de lo que había sucedido con la Revolución de 1789, la Revolución de febrero de 1848 en Alemania encuentra eco inmediato. En marzo, se producen en todos los estados de la confederación alzamientos populares que obligan a los atemorizados príncipes a hacer concesiones. Se producen motines en Berlín con más de 200 muertos; el rey de Prusia -FEDERICO GUILLERMO IV- promete una Constitución. Los gobiernos alemanes menores se hunden uno tras otro. El último día de marzo se reúne un preparlamento para acordar la convocatoria de una asamblea nacional pangermánica.

Comienzan los «cinco días» de Milán. El pueblo, ocupando las plazas y parapetado tras las barricadas, se impone al ejercito austríaco ocupante. La «Jornada de los Cigarros» (motín de los fumadores) en el que será violentamente boicoteado el tabaco austríaco, es antecedente de esta revolución. El gobernador austríaco Radetzky será expulsado. Los piamonteses del rey Carlos Alberto son recibidos como libertadores, pero su derrota posterior permite el regreso de los austríacos. La liberación sólo será definitiva en 1859.

El rey de Cerdenya declara la guerra a Austria, en la fecha, e invade Lombardía y Venecia, esperando someter aquella área a la Casa de Saboya. Así, en el breve espacio de aquellos días, toda la estructura que tiene su base en Viena salta hecha pedazos: el Imperio austriaco se ha desmembrado en sus principales componentes, Prusia ha cedido ante los revolucionarios, toda Alemania se prepara para su unificación, y la guerra arrecia en Italia.

En la batalla de Pastrengo, el ejército piamontés fuerza la retirada del general austriaco Radetzky.

Tan aturdido y asombrado se ve el gobierno de Viena, que METTERNICH, canciller, ante el asombro de Europa, dimite y huye, disfrazado, a Inglaterra. La revolución se extiende por el Imperio y por toda Italia y Alemania. (Regresará a Viena en 1851, y allí vivirá tranquilamente hasta su muerte en 1859)

También los checos demandan un gobierno representativo propio, y en junio se celebra el primer «Congreso paneslavo». Insiste en la igualdad de todos los pueblos, pues los germanos suelen sustentar como artículo de fe, entonces y después, que los eslavos son intrínsecamente inferiores a ellos. Pero el gobierno austríaco da el poder a Alfred Windischgratz, dirigente de los reaccionarios, que está a la altura de las circunstancias: bombardea Praga y aplasta la rebelión checa el 17 de junio de 1848.

Los austríacos no permanecen de brazos cruzados, por supuesto, ante las revueltas suscitadas por los «carbonari» (3/1848). Llaman a uno de sus mejores generales, Joseph Radetzky, quien ha luchado contra Napoleón y ahora cuenta 82 años, pero cuya capacidad no ha menguado en absoluto. Radetzky refuerza el «cuadrilátero», esto es, cuatro bases situadas en Lombardía-Venecia, inexpugnables para los mal pertrechados italianos. Llegado el momento apropiado, ataca. Los días 24 y 25 de julio de 1848 (para entonces la rebelión en Nápoles se ha paralizado) se enfrenta al ejército sardo en Custozza, en la frontera occidental de Venecia, y lo derrota. Radetzky vuelve a ocupar Lombardía y pone sitio a Venecia.

El emperador austríaco confirma la abolición de los derechos feudales en todo el imperio. El 6 de octubre, será asesinado el ministro de la guerra. La revolución ha triunfado.

En la fecha, el recién creado Parlamento alemán vota un primer proyecto de Constitución que Austria no acepta.