Los dos años de tensión diplomática y comercial con las democracias por la exportación de wolframio y otro tipo de ayuda a Alemania terminan con un acuerdo finalizado el 1 de mayo de 1944. En él se declara que España se reserva casi todo su wolframio para los Aliados, cerrará el consulado alemán de Tánger y expulsará a los agentes alemanes a cambio del envío de petróleo y otros productos. El elogio que hace CHURCHILL de la neutralidad española en su discurso del 24 de mayo será muy esperanzador para el Régimen. El aspecto más neutral de la política española es el tratamiento que se da a los refugiados, especialmente a los judíos. Durante la primera parte de la guerra unos 30.000 judíos han podido pasar a España sin peligro, no hay noticia de que se rechace a ninguno y se le haya entregado a las autoridades alemanas. Es posible que unos 7.500 más cruzaran la frontera entre 1942 y 1944. Durante las últimas fases de las redadas de las SS en Hungría y los Balcanes los oficiales consulares españoles logran dar protección -otorgándoles la ciudadanía- a otros 3.200 judíos, muchos de ellos sefarditas.

Con la negativa a que España forme parte de las Naciones Unidas, se ha condenado al país al ostracismo político y militar, mientras que a su tambaleante economía se le cierran las puertas a cualquier tipo de crédito internacional y a muchas oportunidades. Ninguno de los Estados occidentales está dispuesto a levantarse en armas contra el Gobierno de Madrid, pero se insta a la oposición interna a que lleve a cabo la acción por su cuenta. Los primeros esfuerzos para dar un empujón a la oposición izquierdista entre 1939 y 1940 habían sido relativamente débiles. Se forma -en el extranjero- una nueva coalición de todas las fuerzas republicanas liberales y de izquierdas, menos los comunistas. Éstos mientras tanto -el Partido Comunista Español- forman su propio frente político armado en Francia y los anarquistas organizan una agrupación diferente para pasar a la acción inmediata. Ambos están preparados para el combate de guerrillas con el fin de liberar España y ambos pueden contar con un número bastante grande de veteranos exiliados a Francia, que han combatido con la Francia libre tanto en unidades regulares como en el maquis.

Los primeros pequeños grupos de comunistas empiezan a pasar la frontera en junio de 1944, dando la voz de alarma a las autoridades españolas, que en seguida movilizan las tropas y refuerzos policiales hacia el norte. Unidades más numerosas pasan por los Pirineos hasta Navarra y el este de Guipúzcoa en octubre, pero encuentran poco apoyo de la población rural y se les expulsa sin gran esfuerzo. El mayor esfuerzo que hacen las unidades comunistas -unos 4.000 hombres- es atravesar el valle de Arán hasta la provincia de Lérida. Una vez más los liberadores encuentran poco apoyo en un distrito rural que es, en parte, de derechas. Además, tras asesinar a varios curas de los pueblos, se les identifica con las atrocidades de la Guerra Civil. Las fuerzas de la policía y del Ejército no tardan en tomar cartas en el asunto y la mayoría huye a Francia, pero algunos llegan hasta el interior, donde reclutaron a nuevos voluntarios. Los comunistas abandonarán la guerrilla por completo en 1952.

Francisco Gómez Jordana, ministro de AE de España que ha logrado que España abandone en gran medida su actitud colaboracionista, muere de forma repentina como resultado de un accidente de caza el 3 de agosto. Para sorpresa de casi todo el Gobierno, le sustituye José Félix de Lequerica, que ha sido embajador en Francia durante los últimos cinco años. Allí se ha ganado la descripción de ser más alemán que los alemanes e incluso se le ha conocido como el embajador de la Gestapo por su costumbre de almorzar con el jefe de la Gestapo en el París ocupado. A Carrero Blanco le parece que es un hombre sin principios, pero a FRANCO le parece adecuado por su pragmatismo, porque ha quemado todas sus posibilidades en la política y porque está totalmente comprometido con el Régimen. Desde su puesto de ministro de Exteriores, este oportunista y ex simpatizante del nazismo, se dedicará a lanzar la «democracia tradicional» en España, la identidad ultracatólica del Régimen, la «vocación americana» de los españoles y su relación más estrecha con Iberoamérica y la necesidad de una nueva política de cooperación atlántica.

En el verano de 1944 España se incorpora, de hecho, al entramado militar de los Aliados, a los que se concede el derecho de sobrevolar el espacio aéreo español, de realizar kontroles antisubmarinos y de evacuar heridos de Francia pasando por España. El 21 de agosto la prensa española recibe instrucciones de ser realmente neutral a la hora de hacer comentarios sobre la situación internacional, con la excepción expresa de lo que estuviera relacionado con la Unión Soviética. También recibe la orden de dar un tratamiento de favor a Estados Unidos al mencionar su papel en la guerra del Pacífico. Barcelona se convertirá en un puerto franco para el paso de material aliado y en febrero de 1945 se permitirá el uso regular de instalaciones españolas a los aviones de transporte norteamericanos.

El desastre de la invasión de España por Lérida a cargo de pequeños grupos comunistas, juntamente a la consolidación del régimen franquista hace replantear a las organizaciones antifranquistas la eficacia de la lucha armada. Se produce un aumento considerable del números de las ejecuciones durante el verano y otoño de 1944. Según rumores, se ejecutan unos 200 prisioneros políticos entre agosto y septiembre. Por recomendación del nuncio, todos los obispos españoles firman una petición de clemencia y se la envían al ministro de Justicia, Aunós, pero tiene escaso efecto inmediato. Esta oleada de nuevas ejecuciones no disminuye hasta abril de 1945, cuando ya está claro que el Régimen no tiene que enfrentarse con ninguna oposición de gran importancia.

Pequeños efectivos de maquis penetran en España por los pasos de Roncesvalles y Roncal (unos 700 hombres). Pero muy pocos llegan a infiltrarse más allá de la línea del Ebro. Más tarde entran otros por el valle de Arán, aunque no consiguen tomar Viella. La guerrilla desaparecería totalmente en 1951.

En España, entre 1945 y 1946 el Régimen organiza una campaña de prensa y de publicaciones para convencer a la opinión extranjera de que el Gobierno español es esencialmente un sistema de instituciones orgánicas católicas y que nunca ha estado comprometido con el Eje, ni ha creído en su victoria. FRANCO no tenía intención alguna de ofrecer un santuario a ninguno de los más destacados líderes del orden hitleriano -aunque algunos de los menos conocidos encontraron refugio en España- a pesar de que un número indeterminado de colaboracionistas franceses y nazis de menor importancia, habían entrado en España durante los últimos días de la guerra. Al más notorio, Pierre Laval, se le repatrió a Francia en julio de 1945. Los archivos que se confiscan del Tercer Reich contienen pruebas fehacientes de la relación del Régimen con Alemania y los rumores van más allá de los hechos. En un informe de la inteligencia francesa se asegura que unos 100.000 nazis han encontrado refugio en España. A medida que las elecciones vayan ratificando el poder de la izquierda, en Europa occidental irá creciendo la antipatía hacia el Régimen español.

En agricultura el gobierno de España organiza la producción y distribución de cereales, creando en 1937 el Servicio Nacional del Trigo, que establece cupos de producción y fija los precios arbitrariamente. Pero la producción es insuficiente (los rendimientos agrícolas son inferiores a los de los años treinta). Para asegurar el aprovisionamiento de los productos de primera necesidad a toda la población y evitar el hambre, el gobierno impone el racionamiento de los mismos, a través de cartillas individuales. Los productores están obligados a vender a precio fijo la totalidad de la producción al Estado, que a su vez vende a los consumidores a un precio tasado. Pero el racionamiento y los precios fijos darán lugar a la aparición del mercado negro o estraperlo, margen de la ley, que acapara los productos ya que sus precios son muy superiores a los oficiales (el doble o el triple).

En España, durante los seis años de poder absoluto, el Régimen ha creado una red muy firme de intereses mutuos -la oposición lo llama complicidad- con casi todos los elementos de la élite de la sociedad española e incluso con un grupo considerable de las clases medias, que ha logrado, en gran medida, mantener sus intereses y su modo de vida bajo el nuevo sistema.