Manifestación pacífica Saharaui en Kambla, barriada periférica de El-Aiún, capital del Sáhara Occidental español. Ante los gritos de «¡Fuera España!», carga el Tercio y nunca se sabrá el número de Saharauis muertos y desaparecidos. Ni tampoco el triste balance de la caza al hombre -y a la mujer por supuesto-, ni las violaciones, que aquella misma noche se organizarán por todo el Sáhara Occidental. Entre los desaparecidos, tras ser detenidos y salvajemente torturados, se encontrará el líder pacifista Saharaui Mohamed Sidi Brahim Basiri. Allí se agotará la capacidad de resistencia «gandhiana» de los Saharauis.

Ciento catorce intelectuales y personalidades españolas son multadas por firmar una carta en la que piden la retirada de las bases estadounidenses en España.

En 1970, FRANCO realiza su último viaje oficial a Catalunya. Un nuevo tramo de autopista (de Cardedeu hasta Maçanet) es una de las obras a inaugurar. Pero la gran preocupación de los servicios secretos es el mayor acto de masas programado: la presencia del Caudillo en la final de Copa del Camp Nou, el domingo 28 de junio. (No se jugará otra final en Barcelona hasta 2010). Los responsables de seguridad han valorado que el Real Madrid llega a la final (contra el Valencia) después de eliminar al Barça gracias al inconcebible penalti que Guruceta señaló en el Camp Nou. Es una humillación ver al mismo Madrid celebrar la victoria en el mismo estadio del que salió en medio de un monumental escándalo. El objetivo es rodear a Franco de incondicionales. Impedir cualquier asomo de protesta, cualquier pancarta de tono negativo para la autoridad, ya fuera la del árbitro como la de quien iba a presidir la final. Anuncios a toda página en la prensa buscan animar a los catalanes amantes del deporte volcarse con FRANCO. Por otra parte, desde Seguridad se propone «invitar a todos los hinchas del Madrid y traerlos (a Barcelona) con todo pagado».

El Gobierno en España, tiene que hacer frente además a la proliferación de huelgas y manifestaciones con una falta de preparación evidente, como se pone de manifiesto en los desgraciados sucesos de Granada, con la muerte de tres manifestantes (21 de julio de 1970) durante la huelga de la construcción.

VI Asamblea de ETA: La tendencia «marxista-leninista» se hace con la dirección de la organización, rompiendo con la ideología nacionalista. La lucha revolucionaria deja de interpretarse como lucha de «liberación nacional», entendiéndose como conflicto de clases. Las nuevas propuestas de ETA VI Asamblea -formación de un Frente Nacional de Liberación vasco que incluya a todas las fuerzas presentes en Euskadi, bilingüismo, sustitución de la lucha armada por la lucha obrera…- no resultan atractivas para la militancia de base, nacionalista a ultranza.

Todo el maremágnum de asambleas, escisiones y giros doctrinales, de las distintas Asambleas de ETA siempre se concretan en la expulsión de la corriente «obrero-marxista», satanizada por su pecado de «españolismo». Las supuestas dicotomías que se presentan en los debates internos son sólo aparentes, pues la propuesta final siempre se decanta por las tesis abertzales. No puede ser de otra forma, pues el verdadero sustrato ideológico de militancia y dirigentes es nacionalista. El comunismo no deja de ser un apósito necesario, siguiendo la concepción de KRUTWIG, para hacer más atrayente la lucha revolucionaria entre la población. Pero no es un objetivo final. Y es que, si para Lenin o Trotski, la cuestión nacional suponía un reclamo para potenciar la lucha de clases, para ETA el socialismo sólo es un banderín de enganche para la causa nacionalista.

Algunos dirigentes de la V Asamblea, apoyados por el PNV, proclaman la ilegitimidad de estas decisiones, acusando a los dirigentes de la Vl Asamblea de españolistas y liquidacionistas. Este grupo, bajo el nombre de ETA V Asamblea, reanuda la lucha armada. Poco preocupados por el debate político o cultural, defienden que la lucha de clases toma en Euskadi forma patriótica. Su fuente de inspiración son los tupamaros, el IRA…

El estado de excepción decretado para Guipúzcoa, a causa del asesinato del comisario Melitón MANZANAS (8/68), con su secuela de detenciones, deportaciones, exilios y encarcelamientos, abre el ciclo que culmina en diciembre de 1970 con el conocido «Proceso de Burgos» 3/12 al 28/12. La respuesta represiva toma cuerpo en procesos con petición de penas de muerte (Iñaki Sarasketa, Andoni Arrizabalaga, Xabier Larena, Xabier lzko, Unai Dorronsoro, Jokin Gorostidi, Mario Onaindía y Eduardo Uriarte), y descomunales condenas de cárcel (siete siglos largos para los 16 procesados de Burgos) que renuevan el clima de represión de los años 40. Estos juicios, en especial el sumarísimo 31/69, y las movilizaciones que suscitan dan una proyección internacional a la organización ETA y el espaldarazo en su recambio al nacionalismo histórico en el liderazgo de esta corriente. Solidaridad en Catalunya con el cierre en Montserrat.

La celebración del proceso de Burgos promueve una amplia corriente de solidaridad a todos los niveles. El 12 de diciembre de 1970 más de 250 profesionales e intelectuales catalanes se encierran en Montserrat para pedir la nulidad del proceso y contra la dictadura. La acción se organiza clandestinamente y una vez la policía tiene noticia de ella, pone sitio al monasterio, asedio que se alarga durante tres días. Entre los encerrados se encuentran: Joan Miró, Antoni Tàpies, Joan Manuel Serrat, Josep Benet, Manuel Sacristán, Oriol Bohigas, Alexandre Cirici, Montserrat Roig, Raimon, Joan Oliver, Terenci Moix i Núria Espert. Por su parte, los obispos de San Sebastián (monseñor Argaya) y de Bilbao (monseñor Cirarda) en una carta conjunta piden clemencia para los acusados y condenan tanto el terrorismo como la represión. Unos meses antes, monseñor Cirarda se ha negado a oficiar la misa solemne para conmemorar la entrada de las tropas de FRANCO en Bilbao en 1937.

Con motivo del Consejo de Guerra celebrado en Burgos, se produce una concentración en la Plaza de Oriente de 500.000 personas, para desagraviar al dictador, y éste acaba conmutando las penas capitales. «Franco el magnánimo» es el título que aparece en la portada de La Vanguardia. Cuanto más próxima parece la muerte del dictador, aunque sólo sea por razones biológicas, los sectores más inmovilistas del régimen intentan hacer valer sus posiciones políticas. Son los llamados «ultras», que también son conocidos como el «búnquer», por la tàctica de resistencia a ultranza. Saben que su forma de incidir políticamente es la posible influencia que puedan ejercer sobre FRANCO, motivo por el cual tienen una privilegiada relación con el núcleo familiar del general.