El pequeño Antoni GAUDÍ ha ido a escuelas de pago, tanto en el parvulario como en el bachillerato, que cursó en las Escuelas Pías, siempre con hijos de las principales familias de la ciudad. Pero tras la revolución Gloriosa de 1868, que hace cambiar de rumbo a la sociedad española, más en lo profundo que en lo aparente, los GAUDÍ CORNET, padres, hijos y tías, pasan, en la fecha, a vivir a Barcelona, con el fin de respaldar a los dos hijos varones que empiezan los estudios superiores, Francesc en Medicina y Antoni en Arquitectura. Así, pues, GAUDÍ llega a Barcelona en plena efervescencia revolucionaria, ?procedente de Reus, ciuda de ideas avanzadas. Eduardo TODA y GAUDÍ, junto con José RIBERA Sans, esbozarán un proyecto para restaurar Poblet.

El general SERRANO es designado por las Cortes, en la fecha, regente del país (144 votos a favor y 45 en contra) (18/6/1869-2/1/1871). El general Juan PRIM, hombre fuerte del régimen, es nombrado el día 18, presidente del Gobierno. Comienza un largo y complicado proceso para encontrar al príncipe europeo que encabezará la nueva monarquía democrática. Tanto PRIM como los progresistas se oponen desde el principio a la candidatura del duque de Montpensier y empiezan los contactos con distintas cortes europeas, para lograr una solución. Varias partidas carlistas se movilizarán contra el gobierno a lo largo del verano de 1869, pero con escaso éxito.

Parece claro, ya por estos años, que en un conflicto con los EEUU., los americanos nos arrebatarían la isla de Cuba. Aunque es cierto que muchos de los prohombres españoles del momento opinan de manera distinta, no cabe duda de que alguna de las mentes más claras del momento así lo advierten. El mismo general PRIM, artífice de «la Gloriosa», a su vuelta de México, para en EEUU. y tiene ocasión de conocer a LINCOLN y a muchos de los militares norteños empeñados en la guerra civil estadounidense. Al llegar a España, PRIM expone en el Senado sus ideas sobre el potencial bélico norteamericano, siendo fácil de adivinar lo que piensa con respecto a Cuba.

Carlos Manuel de CÉSPEDES es elegido presidente de Cuba. El general PRIM comprende que el recién nombrado presidente en Cuba no va a contentar con una simple autonomía y que luchará por la independencia. Decide entonces entablar negociaciones con el entonces representante en Madrid de los EEUU., el ministro Sickles, para estudiar la posibilidad de conceder la independencia a Cuba y Puerto Rico a cambio del pago de una suma de dinero equivalente al valor de los edificios y obras oficiales que quen en manos de los dos países; esta suma sería avalada por los EEUU. hasta que las islas saldaran su cuenta.

Empieza a correr el rumor de que las islas se venden y los españoles de La Habana protestan enérgicamente. Para enrarecer más la situación, en la prensa de Washington la noticia de las conversaciones de Sickles y PRIM tergiversa la verdad. El presidente del Gobierno ha de defenderse en las Cortes: «La Isla no se vende, porque esa venta sería deshonra para España y a España se la vence, más no se la deshonra». A pesar de esto, PRIM continúa las negociaciones con Washington. Los EEUU. exigen la presencia de los representantes de Cuba en las negociaciones, pero los enviados españoles no aceptan su intervención sin que antes hayan cesado las hostilidades y los insurrectos depongan sus armas.

Parece claro, ya por estos años, que en un conflicto con los EEUU., los americanos nos arrebatarían la isla de Cuba. Aunque es cierto que muchos de los prohombres españoles del momento opinan de manera distinta, no cabe duda de que alguna de las mentes más claras del momento así lo advierten. El mismo general PRIM, artífice de «la Gloriosa», a su vuelta de México, para en EEUU. y tiene ocasión de conocer a LINCOLN y a muchos de los militares norteños empeñados en la guerra civil estadounidense. Al llegar a España, PRIM expone en el Senado sus ideas sobre el potencial bélico norteamericano, siendo fácil de adivinar lo que piensa con respecto a Cuba.

Algunos grupos radicales del republicanismo federal inician un levantamiento armado en Tarragona, que se extiende paulatinamente a Barcelona, Zaragoza, puntos del Pirineo aragonés, Valencia y Andalucía. PRIM que se ha reservado la cartera de Guerra, tiene que hacer frente a esta sublevación federal. En octubre quedará prácticamente aplastada aunque algunos episodios se prolongarán hasta enero de 1870. Más tarde se producirán nuevas insurrecciones.

La inmigración catalana a Cuba irá disminuyendo a lo largo del último tercio del siglo XIX para dar paso a las corrientes procedentes de las provincias del Norte y de Canarias. De forma progresiva, asturianos y gallegos compartirán de forma subsidiaria las actividades de intermediación del grupo catalán, al que acabarán sustituyendo casi totalmente.

En la época de los años 70 y 80, Antoni GAUDÍ i Cornet, inflamado por ideas utópicas y revolucionarias, trabaja mucho tiempo, quizá sin cobrar, para la Obrera Mataronense, una de las primeras cooperativas del país, de carácter anarquista y masónico. Y asiste a tertulias de jóvenes rebeldes. GAUDÍ se pone a veces con algún compañero a la puerta de las iglesias blasfemando a gusto y después insultando a los feligreses que salen llamándoles \»llanuts\» o sea, borregos. Por otra parte, practica el oficio haciendo de delineante y de proyectista en talleres de conocidos arquitectos, como Juan Martorell o Francisco del Villar.

Consagración de Marià Fortuny, en la fecha, como pintor del romanticismo catalán. Su consagración llega con el cuadro ‘La Vicaría’. La personalidad artística de Marià Fortuny es una de las más importantes del romanticismo catalán. Nacido en Reus (1838) empieza allí a estudiar pintura con Domènech Soberano. En Barcelona estudia con el escultor Domènec Talern y en la Escuela del Palco. También recibe importante influencia de los pintores Pau Milà y Fontanals y Claudi Lorenzale, que acaban de introducir en Barcelona la corriente denominada de «los natzarens». Fortuny fue a Roma a estudiar con Overbeck, pero es llamado por la Diputación (1860) para hacer de pintor oficial en la campaña del Marroc, dónde desarrolla su personalísima estética. Posteriormente, marcha a París, dónde consigue un gran reconocimiento. Nuevamente en Italia, muere en Nápoles dejando la obra más significativa del romanticismo catalán. Su estilo se puede apreciar en el cuadro ‘La Batalla de Tetuan’ (1864), pintado en Roma.