Malhumorado y con cara de no haber dormido, el presidente AZNAR entra en Palacio a las 10h.30m. Preguntado por los reporteros, pronuncia una de esas frases que pasarán a la Historia: -¿Que si habrá crisis? ¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?.

La noticia pronto llega a los oídos del carismático caudillo dirigente de ERC, Francesc MACIÁ, que se apresura a su vez, en medio de la confusión festiva, una hora después, y desde el mismo balcón, proclamar, en nombre del pueblo de Cataluña, «L’Estat Català, que amb tota la cordialitat procurarem integrar a la Federació de Repúbliques Ibèriques«. A media tarde Macià de nuevo se dirige a la multitud pero esta vez desde el balcón de la Diputación de Barcelona, frente por frente con el Ayuntamiento en la misma plaza de Sant Jaume, para comunicarles que había tomado posesión del gobierno de Cataluña y a continuación firmaba un manifiesto en el palacio de la Diputación en que proclamaba de nuevo el «Estat Català» bajo la forma de «una República Catalana«, que pedía a los otros «pueblos de España» su colaboración para crear una Confederació de Pobles Ibèrics: Interpretando el sentimiento y los anhelos del pueblo que nos acaba de dar su sufragio, proclamo la República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica. De acuerdo con el Presidente de la República Federal Española, señor Alcalá Zamora, con el cual hemos ratificado los acuerdos tomados en el pacto de San Sebastián, asumo provisionalmente las funciones de Presidente del Gobierno de Catalunya.  La Federación Ibérica es una concepción de España que defienden los nacionalistas catalanes de raíz federal según la cual la Península Ibérica, con la inclusión de Portugal, se ha de transformar en una asociación libre de Estados nacionales soberanos. Por las calles barcelonesas, gentes enfervorizadas cantan «La Marsellesa», exhibiendo banderas catalanas tricolores y efigies de Galán y García Hernández -los mártires de Jaca-.

El día 14 por la noche, ALFONSO XIII, ya en Cartagena, antes de subir al crucero que lo llevará a Marsella, inquiere sobre si se ha producido un pronunciamiento en su favor: «¿Se ha declarado el estado de guerra?» Al llegar a su destino, quiere saber de nuevo si se ha iniciado ya en alguna parte de su reino la reacción monárquica. Aunque esta pregunta del monarca suele atribuirse a su ingenuidad (al confiar en un movimiento espontáneo que reclamase su retorno), tras ella se halla su esperanza en el recurso a la fuerza.

El día 13 de octubre en un discurso que le consagrará como figura parlamentaria, AZAÑA defiende su posición en relación al tema de las religiones en la Constitución: «La República, dice, ha rasgado los telones de la antigua España oficial monárquica y en virtud del cambio operado, España ha dejado de ser católica». Esta última frase, sacada de su contexto -se refiere a las pautas de la cultura oficial, no a las creencias personales de la población- será profusamente utilizada por la derecha para acusar a los gobernantes republicanos de pretender descristianizar el país. Por otra parte, el líder de AR aprecia en el tema religioso una cuestión básicamente política: «El auténtico problema religioso no puede exceder los límites de la conciencia personal… Nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la tutela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó». Estas tesis acabarán por imponerse.

Ortega y Gasset es el primer «progenitor» de la República que critica abierta y rotundamente, su política, con su tajante anatema de «No es esto; no es esto». Tan clara condena mueve a algunos de sus discípulos a promover un grupo llamado «Frente Español», en cuyo manifiesto fundacional colaboran García Valdecasas, María Zambrano, Juan Antonio Maravall, Rubio Sacristán, Justino de Azcárate y otros insignes republicanos «desanimados» ante el giro de los acontecimientos. Quieren reactivar la noción orteguiana de un «partido nacional, sobre todos los partidos». JOSÉ ANTONIO está a punto de asistir a las reuniones de los promotores de «Frente Español», pero prefiere quedarse al margen, aconsejado por algunos amigos, para evitar recelos o situaciones incómodas.

ROOSEVELT empieza a levantar la moral del americano son sus charlas radiadas «desde el rincón del fuego», con su persuasiva voz de locutor, acuñando la hermosa frase «no debemos tener miedo más que del miedo mismo». Nadie podrá discutir a ROOSEVELT el haber sabido ver que la gran depresión ha significado el fin de una etapa del liberalismo económico que, dejado al libre juego de iniciativas especuladoras, puede provocar la más engañosa de las prosperidades.

En Arnedo (La Rioja), en la fecha, mueren siete trabajadores y quedan heridos treinta más al disolverse a disparos de la Guardia Civil la manifestación que se celebraba ante la casa consistorial del pueblo. Las consecuencias políticas son importantes. Ante la dureza de las medidas tomadas por la Guardia Civil es destituido su director, el general SANJURJO. Posteriormente, es colocado al frente del cuerpo de Carabineros, un puesto de menor relieve, en lo que se interpreta como un castigo por sus críticas a la política gubernamental de orden público. De pronto el general SANJURJO se ha convertido en un enemigo declarado de la República, y como tal empieza a ser visto por quienes sueñan con derribarla. En la calle le abordan con frases como «¡Usted, mi general, es el único que puede salvar España!», que le llenan de satisfacción y le imbuyen responsabilidad histórica.

El 14 de marzo de 1932, en Rochester, George Eastman -inventor de la Kodak y del rollo fotográfico- pone fin a su asombrosa vida con un tiro de pistola, tras escribir una nota que dice: «A mis amigos, mi obra está cumplida, ¿para qué esperar?». Tenía entonces 77 años de edad. Una personalidad tan generosa y noble, inteligente y de una gran sensibilidad, que dio todo de si para el engrandecimiento de los Estados Unidos y de la humanidad, fue también un solitario con sus propias obsesiones. No deseaba que los demás, que nadie, pasara las mismas privaciones que había sufrido en su niñez y adolescencia.

El Estatut otorga a Catalunya facultades legislativas y ejecutivas en materias tales como hacienda, educación y cultura, transportes y comunicaciones, etc., al tiempo, que se garantiza la autonomía lingüística. De esta forma se cierra el ciclo iniciado tras la proclamación en Barcelona de la república catalana dentro de la española, y se comienza a hablar de «región autónoma dentro del Estado español». Francesc MACIÀ, bajando el tono de sus aspiraciones proclamadas el 14 de abril de 1931, anuncia en una alocución por radio desde su despacho, que el Estatut acaba de ser aprobado en el Parlamento de la República: «Después de 218 años en que nuestras libertades fueron holladas por la fuerza, hoy las recobramos por obra del amor y de la fraternidad entre los pueblos de España». El Estatut a pesar de estar considerablemente recortado en relación al texto de Núria, es recibido con alegría en todo Catalunya.

La primera sesión del Parlament català se inicia el 6/12/1932. El día anterior, Francesc MACIÀ, presidente de Catalunya, en un decreto afirmaba: «Al cap de més de dos-cents anys d’haver emmudit, es reuneixen de nou, demà, per primera vegada, Corts Catalanes. El nostre poble tornarà a fer sentir la seva veu, cordial i generosa, a tots els pobles d’Espanya i a totes les nacions del món.»