En la fecha, nace el Partido Reformista, fundado por Melquíades Álvarez, que tiene entre sus filas a algunos de los más conocidos intelectuales españoles de la nueva generación, como Ortega y Gasset y Azaña. Su programa insiste sobre todo en los contenidos y no en el cambio de régimen; su semejanza mayor la encontramos en los programas del liberalismo radical de la Gran Bretaña de su tiempo. En realidad, en materia de régimen el reformismo lo que hará será reproducir el posibilismo que caracterizará a Castelar hasta el momento de su muerte. Sin embargo, el principal inspirador del reformismo irá evolucionando con el transcurso del tiempo hasta convertirse en algo parecido a un apéndice más del partido liberal, con una zona de influencia clientelar localizada en Asturias.
MANUEL AZAÑA (Jefe de gobierno / Presidente de la II República Española)
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En los días inmediatamente posteriores al golpe de Estado es perceptible una clara popularidad de PRIMO de RIVERA.
Los días inmediatamente posteriores al golpe de Estado es bien perceptible en la prensa madrileña una clara popularidad de PRIMO de RIVERA, excepto en la de tendencia republicana que muestra ciertas reticencias. De una manera inmediata ningún político que hubiera sido sustituido por la dictadura condena el nuevo régimen. Los socialistas aparecen en situación de expectativa frente al golpe y tampoco muestran su apoyo hacia la clase política que ha sido desplazada. En cuanto al resto del movimiento obrero, los comunistas tienen una fuerza muy escasa y también los anarquistas que, a causa del terrorismo, han destruido la suya. Al principio entre el mundo intelectual, que con el paso del tiempo se convertirá en la más clara oposición al régimen primorriverista, los opositores son pocos, tan sólo Miguel de UNAMUNO, Manuel AZAÑA y Ramón Pérez de Ayala se muestran de forma inequívoca en contra del Dictador. A la vista de la situación descrita cabe pensar que si el rey ALFONSO XIII se hubiera opuesto al golpe de Estado del 13 de septiembre hubiera puesto su trono en peligro.
Conocidas figuras hasta entonces identificadas con la Monarquía parlamentaria, abandonan su defensa.
El protagonismo de la oposición al Gobierno corre del lado de la izquierda y, dentro de ella, de la moderada. Por estas fechas, en la UGT y en el Partido Socialista predomina la tendencia antimonárquica que representa Indalecio PRIETO, y la CNT comienza su reconstrucción cuando a nivel provincial se autoriza su legalidad. Pero lo más grave para el régimen es que las clases medias comienzan a mostrar un claro distanciamiento hacia la figura del Rey, a lo que contribuye la decepción sufrida por un buen número de antiguos personajes del régimen monárquico. Así, desde febrero a junio de 1930, conocidas figuras hasta entonces identificadas con la Monarquía parlamentaria, como Miguel Maura Gamazo, José Sánchez Guerra, Niceto Alcalá Zamora, Ángel Ossorio y Gallardo y Manuel Azaña, abandonaron su defensa para pasarse al republicanismo y, de manera apenas oculta, al golpismo.
Se reúnen en un local de San Sebastián, los representantes del republicanismo de todo el Estado.
El 17 de agosto de 1930 se reúnen en un local de la calle Garibay de San Sebastián, los representantes del republicanismo (o sea, los no monárquicos de oposición) de todo el Estado para pactar la instauración de la República. A esta reunión, que posteriormente se conocerá como el “Pacto de San Sebastián”, acuden Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical (PRR), aunque en este momento representando a la Alianza Republicana; Manuel Azaña, de Acción Republicana (AR), también representando a la Alianza Republicana, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza, por el Partido Republicano Radical-Socialista (PRRS); Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, de Derecha Liberal Republicana (DLR); Manuel Carrasco i Formiguera, por Acció Catalana; Macià Mallol, por Acció Republicana de Catalunya; Jaume Aiguader, por Estat Català; Santiago Casares Quiroga por la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA). Como invitados a título individual asistían Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio PRIETO. Se acuerda, entre otras cosas, la creación del denominado Comité de la Conjunción, que pronto se transformará en Gobierno Provisional de la República.
Llegado octubre de 1930, y sin más dilación, se forma el Gobierno provisional republicano de España.
Llegado octubre, y sin más dilación, se forma el Gobierno provisional republicano. Horas y horas de discusión en la biblioteca de la casa de Miguel MAURA, sentados frente a la gran chimenea. Al principio, las diferencias están bien definidas: por un lado, MAURA y ALCALÁ-ZAMORA; por el otro, todos los demás, partidarios de completar la revolución para evitar cualquier riesgo de vuelta atrás. Esto es, defienden, por ejemplo, la nacionalización de la Banca y el reparto de tierras. Los dos representantes del conservadurismo se oponen, argumentando que sólo logrará consolidarse una república basada en la moderación. Las discusiones se extienden hasta tocar la figura del Rey y el papel de la Iglesia. Los republicanos debaten el papel que ha de asignarse a LERROUX. Éste es, junto con AZAÑA, el republicano por excelencia, pero no está claro dónde puede encajar. Prevalece la propuesta de los socialistas, que también se han incorporado al proyecto republicano, y enviado a Exteriores. La Presidencia del Gobierno provisional republicano no se discute, recae en ALCALÁ-ZAMORA
Alcalá-Zamora presidente provisional de la nueva República y Jefe de su primer gobierno.
Niceto ALCALÁ-ZAMORA y Torres, es proclamado en Madrid, ese mismo día, apoyado por los partidos de izquierda, presidente provisional de la nueva República y Jefe del primer gobierno de la República (14/4/1931-14/10/1931). A las ocho de la tarde del 14 de abril de 1931 la Conjunción se presenta a la multitud como Gobierno provisional y declara establecida la república en toda España. La República se impone sin ninguna revolución, con una opinión pública favorable al republicanismo, un ejército en parte, también, a favor de la República y una clase política monárquica desencantada por las actuaciones de la Corona. AZAÑA se hace cargo del Ministerio de la Guerra y publica inmediatamente los decretos destinados para asegurar el poder, aprovechando el desconcierto momentáneo. Y es que los enemigos de la monarquía, promueven la proclamación espontánea de la República por doquier para, con hechos consumados, situar al Gobierno de AZNAR en una posición insostenible.
La «Ley de Jurisdicciones» está en vigor hasta el 17 de abril de 1931. Se decreta un indulto general.
La «Ley de Jurisdicciones» está en vigor hasta el 17 de abril de 1931, cuando en uno de sus primeros decretos, el ministro de la Guerra del gobierno provisional de la República, Manuel AZAÑA, la deroga. Asímismo se decreta un indulto general.
Manuel AZAÑA, ministro de la Guerra pone en marcha un ambicioso y racional programa de reformas militares.
Manuel AZAÑA, ministro de la Guerra del gobierno provisional de la República, pone en marcha un ambicioso y racional programa de reformas militares nada más tomar posesión de la cartera. De entre los muchos decretos que firma, uno de los más perdurables, es el de reorganización del Ejército de Tierra, fechado en 25 de mayo de 1931, que seguirá vigente, con escasos retoques, en julio de 1936. La reforma militar de Manuel Azaña es necesaria, pero plantea una ejecución que creará malestares innecesarios que, finalmente, mantendrá en el seno de las fuerzas armadas a buen número de adversarios del régimen mientras que provocará la salida de aquéllas de algunos de los republicanos.
Azaña decreta el cierre de la Academia Militar de Zaragoza por considerarla antirrepublicana.
AZAÑA, ministro de la Guerra, decreta el cierre de la Academia Militar de Zaragoza, de la que es director Francisco FRANCO, por considerarla antirrepublicana.
«… en virtud del cambio operado, España ha dejado de ser católica», dice AZAÑA en el Congreso.
El día 13 de octubre en un discurso que le consagrará como figura parlamentaria, AZAÑA defiende su posición en relación al tema de las religiones en la Constitución: «La República, dice, ha rasgado los telones de la antigua España oficial monárquica y en virtud del cambio operado, España ha dejado de ser católica». Esta última frase, sacada de su contexto -se refiere a las pautas de la cultura oficial, no a las creencias personales de la población- será profusamente utilizada por la derecha para acusar a los gobernantes republicanos de pretender descristianizar el país. Por otra parte, el líder de AR aprecia en el tema religioso una cuestión básicamente política: «El auténtico problema religioso no puede exceder los límites de la conciencia personal… Nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la tutela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó». Estas tesis acabarán por imponerse.