A partir de este momento, el problema catalán sigue dos rumbos paralelos. El gobierno intenta formar una comisión con representantes de los distintos partidos para solucionar el problema pero pronto le faltan los apoyos fundamentales, primero de las izquierdas y luego también de las derechas. Al fin presenta a las Cortes un proyecto de ley en el que se trata de manera conjunta la autonomía catalana y la municipal. Por su parte, los catalanes redactan un estatuto de autonomía que intentan sea aprobado amenazando con iniciar un movimiento de protesta civil. La verdad es que en el Parlamento encuentran una actitud que bien se puede calificar de muy poco comprensiva: si Niceto ALCALÁ ZAMORA acusa a CAMBÓ de permanecer dubitativo entre ser el líder de la independencia catalana o el político que pretende dirigir la española, Antonio Maura provoca una reacción fervorosa de españolismo radical con resultado muy negativo para las pretensiones catalanistas. Pero en el momento de la máxima tensión de este problema se produce una grave agitación social en Barcelona que transforma el centro de gravedad de las preocupaciones de los catalanistas.
NICETO ALCALÁ ZAMORA (Presidente de la II República Española)(1931-1936)
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Conocidas figuras hasta entonces identificadas con la Monarquía parlamentaria, abandonan su defensa.
El protagonismo de la oposición al Gobierno corre del lado de la izquierda y, dentro de ella, de la moderada. Por estas fechas, en la UGT y en el Partido Socialista predomina la tendencia antimonárquica que representa Indalecio PRIETO, y la CNT comienza su reconstrucción cuando a nivel provincial se autoriza su legalidad. Pero lo más grave para el régimen es que las clases medias comienzan a mostrar un claro distanciamiento hacia la figura del Rey, a lo que contribuye la decepción sufrida por un buen número de antiguos personajes del régimen monárquico. Así, desde febrero a junio de 1930, conocidas figuras hasta entonces identificadas con la Monarquía parlamentaria, como Miguel Maura Gamazo, José Sánchez Guerra, Niceto Alcalá Zamora, Ángel Ossorio y Gallardo y Manuel Azaña, abandonaron su defensa para pasarse al republicanismo y, de manera apenas oculta, al golpismo.
En Madrid, los salones de conferencias se llenan para escuchar las voz de Maura, Alcalá-Zamora, Guerra, etc.
En Madrid, durante la primavera de 1930, los salones de conferencias se llenan para escuchar la voz de Miguel Maura, Alcalá-Zamora (que solicita para España un régimen político republicano, pero esencialmente conservador desde el punto de vista político, social y religioso), Sánchez Guerra o Melquíades Álvarez (más posibilista que republicano y, por tanto, considera que el tipo de régimen es una cuestión secundaria). Las palabras de todos ellos tienen el poder de marcar el devenir del régimen, sobre todo porque el proceso de reconstrucción de los partidos se ha iniciado y no está nada claro ni quién va a apostar por la monarquía ni si los que la defienden sin tapujos van a concurrir unidos a las elecciones. Los grupos monárquicos son incapaces de organizarse. El liberal Santiago Alba, exiliado voluntariamente en París, es reclamado para que trate de aunar esfuerzos, pero no termina de decidirse, como tampoco lo hará luego, en junio, cuando el Rey le sondee para que se encargue de formar Gobierno.
Se funda la Derecha Liberal Republicana por iniciativa de Niceto ALCALÁ ZAMORA.
La crisis de confianza en los monárquicos alcanza su máximo exponente cuando, a mediados del mes de julio, se funda la Derecha Liberal Republicana por iniciativa de Niceto ALCALÁ ZAMORA, ex ministro monárquico, y Miguel MAURA, hijo del conservador ANTONIO MAURA.
Se reúnen en un local de San Sebastián, los representantes del republicanismo de todo el Estado.
El 17 de agosto de 1930 se reúnen en un local de la calle Garibay de San Sebastián, los representantes del republicanismo (o sea, los no monárquicos de oposición) de todo el Estado para pactar la instauración de la República. A esta reunión, que posteriormente se conocerá como el “Pacto de San Sebastián”, acuden Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical (PRR), aunque en este momento representando a la Alianza Republicana; Manuel Azaña, de Acción Republicana (AR), también representando a la Alianza Republicana, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza, por el Partido Republicano Radical-Socialista (PRRS); Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, de Derecha Liberal Republicana (DLR); Manuel Carrasco i Formiguera, por Acció Catalana; Macià Mallol, por Acció Republicana de Catalunya; Jaume Aiguader, por Estat Català; Santiago Casares Quiroga por la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA). Como invitados a título individual asistían Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio PRIETO. Se acuerda, entre otras cosas, la creación del denominado Comité de la Conjunción, que pronto se transformará en Gobierno Provisional de la República.
Se crea el «Comité de la Conjunción» que pronto se transformará en Gobierno Provisional de la República.
Todos estos partidos participantes en el «Pacto de San Sebastián» están representados juntamente por un comité que se conocerá como «Comité de la Conjunción», encabezado por el moderado ALCALÁ ZAMORA, y dedicado al derrocamiento directo de la monarquía. Aunque no se firma ningún documento formal, todos los partidos convienen en subordinar sus intereses particulares al objetivo común, comprometiéndose también a dar pasos hacia el establecimiento de un amplio sistema de autonomía regional para Catalunya una vez establecida la República.” ALCALÁ ZAMORA, por ser católico convencido y conocido, más que por sus dotes políticas, es elegido presidente de la Conjuncion surgido a raíz del Pacto de San Sebastián. Conviene a los dirigentes republicanos presentar un católico al frente para disipar los temores que el ateísmo y anticlericalismo militante de muchos de sus dirigentes inspiran en el pueblo español.
El «Comité de la Conjunción», celebrará sus encuentros en la residencia de verano de Miguel MAURA.
El «Comité de la Conjunción», en la fecha, se traslada a Fuenterrabía, donde tiene su residencia de verano Miguel MAURA, lo cual sienta un precedente que se continuará en Madrid: los encuentros se celebrarán, a partir de entonces, en el domicilio del político conservador, situado en la calle Príncipe de Vergara. Inmediatamente se traza el plan propagandístico y la estrategia de actuación, a la vez que se perfila el Gobierno provisional que tomará inmediatamente las riendas para mantener el orden, dictar las primeras normas y asegurar una transición rápida y nada traumática. La conspiración republicana está apoyada por el Comité revolucionario presidido por Alcalá Zamora, un conjunto de militares golpistas y prorrepublicanos (López Ochoa, Batet, Riquelme, Fermín Galán…) y un grupo de estudiantes de la FUE capitaneados por Graco Marsá. Por si fuera poco –y como había sucedido en las décadas anteriores–, la masonería prestó su ayuda con enorme entusiasmo, convencida de que tenía al alcance de la mano la posibilidad de crear un régimen a hechura suya.
Llegado octubre de 1930, y sin más dilación, se forma el Gobierno provisional republicano de España.
Llegado octubre, y sin más dilación, se forma el Gobierno provisional republicano. Horas y horas de discusión en la biblioteca de la casa de Miguel MAURA, sentados frente a la gran chimenea. Al principio, las diferencias están bien definidas: por un lado, MAURA y ALCALÁ-ZAMORA; por el otro, todos los demás, partidarios de completar la revolución para evitar cualquier riesgo de vuelta atrás. Esto es, defienden, por ejemplo, la nacionalización de la Banca y el reparto de tierras. Los dos representantes del conservadurismo se oponen, argumentando que sólo logrará consolidarse una república basada en la moderación. Las discusiones se extienden hasta tocar la figura del Rey y el papel de la Iglesia. Los republicanos debaten el papel que ha de asignarse a LERROUX. Éste es, junto con AZAÑA, el republicano por excelencia, pero no está claro dónde puede encajar. Prevalece la propuesta de los socialistas, que también se han incorporado al proyecto republicano, y enviado a Exteriores. La Presidencia del Gobierno provisional republicano no se discute, recae en ALCALÁ-ZAMORA
Alcalá-Zamora presidente provisional de la nueva República y Jefe de su primer gobierno.
Niceto ALCALÁ-ZAMORA y Torres, es proclamado en Madrid, ese mismo día, apoyado por los partidos de izquierda, presidente provisional de la nueva República y Jefe del primer gobierno de la República (14/4/1931-14/10/1931). A las ocho de la tarde del 14 de abril de 1931 la Conjunción se presenta a la multitud como Gobierno provisional y declara establecida la república en toda España. La República se impone sin ninguna revolución, con una opinión pública favorable al republicanismo, un ejército en parte, también, a favor de la República y una clase política monárquica desencantada por las actuaciones de la Corona. AZAÑA se hace cargo del Ministerio de la Guerra y publica inmediatamente los decretos destinados para asegurar el poder, aprovechando el desconcierto momentáneo. Y es que los enemigos de la monarquía, promueven la proclamación espontánea de la República por doquier para, con hechos consumados, situar al Gobierno de AZNAR en una posición insostenible.
Se llega al acuerdo de convertir el propuesto Estat Catalá en la Generalitat de Catalunya.
La decisión de Francesc MACIÀ de proclamar la República Catalana, preocupa al gobierno rovisional de la República Española, ya que su proclamación va más allá de lo que las diferentes fuerzas republicanas han acordado en el «Pacto de San Sebastián» del 17/8/1930. El gobierno provisional de la república presidido por Niceto ALCALÁ ZAMORA no acepta la República Catalana y envía tres ministros (Fernando de los Ríos i los catalanes Marcel-lí Domingo y Lluis Nicolau d’Olwer) para negociar con Masià. En la fecha, después de tensas conversaciones, se llega al acuerdo de convertir el propuesto Estat Catalá en la Generalitat, disuelta hace más de dos siglos y que el gobierno provisional que se ha formado en Barcelona, actúe como gobierno de la Generalitat de Catalunya. La recuperación de un nombre histórico en el cual, en principio, nadie había pensado, permite resolver el conflicto y abre el camino a una nueva forma de autonomía catalana. De este modo se consolidará una sola República en España.