HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA. De Constantino al Concilio de Trento (313 - 1545)

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Historia de la Igleisa CatólicaHISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA. De Constantino al Concilio de Trento (313 - 1545)

En esta época no es de extrañar que se crea que la piedad hacia los sufrimientos de las víctimas es no sólo debilidad, sino hasta pecado.


Que los hombres que sirven de instrumento a la Inquisición están íntimamente convencidos de que trabajan por la mayor gloria de Dios, no hay nadie que lo pueda poner en duda. Supuesto, pues, este convencimiento que anima aun a personas dotadas de caridad y de amor en otros terrenos, no es de extrañar que crean que la piedad hacia los sufrimientos de las víctimas es no sólo debilidad, sino hasta pecado. Ha de convenirse, sin embargo, en que algunos papas e inquisidores no obrarán -por debilidad o por convencimiento- inspirados por móviles semejantes. El egoismo y el interés son casi siempre el incentivo de las empresas, y la de la conservación de la fe, ni más ni menos que las hazañas puramente mundanas de todos los tiempos, será inspirada muchas veces -algunas casi inconscientemente- más por el orgullo y la ambición que por el sentimiento del deber para con Dios.

Esta pieza también aparece en ... INQUISICIÓN EPISCOPAL (1184-1231)

Todo el peso de la prueba cae sobre el acusado, quien, al mismo tiempo, está privado de medios para defenderse con efectividad.


Todo el peso de la prueba cae sobre el acusado, quien, al mismo tiempo, está privado de medios para defenderse con efectividad. La atmósfera llena de secreto, la prohibición de todo contacto entre el procesado y sus familiares y amigos; la supresión de los nombres de los testigos; la ausencia de un defensor realmente eficaz; el uso de la tortura y la lentitud agotadora del proceso, destrozando los nervios, todos estos inconvenientes se combinarán para hacer extraordinariamente difícil al acusado demostrar su inocencia. Habrá solamente una salida que no presentará obstáculos; hacer lo que la Inquisición quiera, confesar que los cargos contra él son ciertos, declararse penitente y ser reconciliado.

El concilio de Narbona, se ve obligado a idear la Inquisición papal o pontificia.


El concilio de Narbona, en la fecha, se ve obligado a idear la Inquisición papal o pontificia. El párroco que conoce a su grey tiene la obligación de denunciar ante el obispo a cualquier feligrés sospechoso de herejía. Al obispo corresponderá interrogar e investigar al acusado en una inquisitio o pesquisa que si lo encuentra culpable lo pasará al Tribunal eclesiástico presidido por el comisario pontificio. Posteriormente, los condenados por estos Tribunales, habrán de ser remitidos inmediatamente al brazo secular que ejecutará la sentencia. Se ve rápidamente el peligro que encierra este proceso. Cada vez más los inquisidores se verán tentados a utilizar los métodos judiciales en boga en su época, como la tortura, garantías insuficientes para los acusados, etc… Para comprender la Inquisición, es preciso retrotraerse a las condiciones históricas de aquella época donde la tolerancia es desconocida.

Esta corriente y este espíritu, cuyo fiel reflejo es la opinión pública, se proyectará también en la legislación penal de la Edad Media.


Esta corriente y este espíritu, cuyo fiel reflejo es la opinión pública, se proyectará también en la legislación penal de la Edad Media; en ella se verá como los hombres de este tiempo están desposeídos del sentimiento de la piedad en las relaciones de unos con otros: pasar por la rueda, echar en calderas de agua hirviendo, quemar y sepultar en vida, despellejar, descuartizar; tales son los medios ordinarios con los que los redactores de códigos penales se esfuerzan en atajar la corriente avasalladora del crimen que amenaza invadirlo todo. Este espíritu se confirmará en cierta manera con el desarrollo del ascetismo; según éste, la vida es un momento brevísimo, un paso para la eternidad y, por lo mismo, digna de desprecio, y es necesario conquistar el cielo negándose a gozar de los placeres de esta vida y sufriendo todas las tribulaciones. El pecado ha de ser expiado con penitencias voluntarias o forzadas.

El Concilio de Narbona ordena que todos los que renuncien voluntariamente a la herejía deben llevar dos cruces de tela, de color azafrán.


El Concilio de Narbona ordena, por otra parte, que todos los que renuncien voluntariamente a la herejía deben llevar dos cruces de tela, de color azafrán, cuyos dos brazos medirán dos pulgadas y media de ancho, dos palmos y medio de alto y dos palmos de largo, cosidas una encima del pecho y otra a la espalda. Con estas cruces probarán al pueblo que detestan sus errores pasados y que han vuelto a la fe por iniciativa propia. Otras pena que impone la Inquisición son las multas y las fianzas, pero fácilmente degenerarán en abusos. La confiscación de bienes es considerada por el Santo Oficio como un resultado natural de la sentencia y consituye una penalidad terrible a merced del inquisidor y que también dará lugar a numerosísimos y graves abusos.

GREGORIO IX, harto ya de dilaciones, excomulga a FEDERICO II que regresa después de inicar la cruzada.


El nuevo Papa -GREGORIO IX- se parece más a su antepredecesor, Inocencio III, que a su predecesor, Honorio III, y el emperador FEDERICO II se da cuenta enseguida de que no podrá engañarle ni burlarse de él, por lo que decide iniciar la prometida Cruzada. Sin embargo, pocos días después de haber zarpado de Brindisi, regresa, con todas su naves, al puerto de Otranto, en el sur de Italia, alegando que ha enfermado de fiebres. ¿Es otro truco? ¿Es verdad?. En cualquier caso, GREGORIO IX, harto ya de dilaciones, en la fecha, le excomulga.

FEDERICO II emprende la sexta Cruzada, para demostrar que el papa se ha equivocado con él.


FEDERICO II para mostrar al mundo entero que el Papa GREGORIO IX se ha equivocado con él, emprende, en la fecha, la sexta Cruzada, excomulgado y todo… y aunque la cruzada ha de favorecer los intereses del papado, su encarnizado rival, pero en modo alguno los suyos. Pero la excomunión es un arma terrible en manos de los papas. GREGORIO IX no responde con la absolución de FEDERICO, sino que declara que las acciones del emperador en Tierra Santa no pueden calificarse como guerra santa al continuar excomulgado, y procede a liberar a los cruzados del voto de obediencia al emperador, quien se ve obligado a regresar al conocer que el Papa, junto a la Liga Lombarda, está invadiendo su reino de Sicilia.

Uno de los primeros actos del papa GREGORIO IX es canonizar a FRANCISCO de ASIS.


Uno de los primeros actos del papa GREGORIO IX es canonizar a FRANCISCO de Asís apenas dos años después de su muerte. La canonización se celebra con toda solemnidad, en la fecha, en la explanada delante de la iglesia de San Jorge (actual Plaza de Santa Clara), donde el santo ha sido sepultado provisionalmente menos de dos años antes.