Nace de noble familia napolitana, TOMÁS de Aquino. Tras estudiar en la Universidad de Nápoles (1239), Ingresará a los veinte años en la orden de los dominicos. Enviado a París (1245) y a Colonia (1248), estudiará en esta última con ALBERTO MAGNO. En 1256 será profesor con pleno título en la Universidad de París, donde dirigirá las “disputas” y “definiciones” que han llegado hasta nosotros con el título de “De veritate”. En 1265 iniciará su obra maestra, la “Summa Theologica”. Invitado por GREGORIO IX para asisitir al concilio de Lyon (1274), morirá, de camino, en Fossa Nuova. Será canonizado por JUAN XXII (1323) y nombrado Doctor de la Iglesia por PÍO V (1567).

DOMINGO de Guzmán, Francisco de Asís, Buenaventura, Tomás de Aquino, Vicente Ferrer y otros mil, cada uno en su esfera, serán personalidades insignes de los que puede enorgullecerse la humanidad en cualquier época; y, sin embargo, ninguno de ellos dedicará sus esfuerzos a evitar el derramamiento de sangre de los herejes. No puede decirse ciertamente, que los mueva la sed de oro ni de sangre, pues en otros terrenos darán gallarda muestra de despreciar lo primero y no obedecer a lo segundo; creen cumplir con un sagrado deber, y aunque son inteligencias superiores, no logran sobreponerse a la corriente de la época.

La Iglesia empieza a fundar universidades, es decir, la versión moderna de las antiguas academias de Grecia y Roma. En ellas no sólo estudiarán los nobles o los clérigos, sino todos aquellos que deseen hacerlo. De estos años datan los primeros colegios que más tarde se confederarán para formar universidades como las de Oxford y Cambridge en Inglaterra, la Sorbona en Francia, y en Italia, Alemania y España, las universidades de Bolonia, Colonia y Salamanca. En ellas enseñarán religiosos y sacerdotes cuyos nombres han quedado grabados con letras de oro en el libro de la historia, como S.ALBERTO MAGNO, ROGER BACON, o SANTO TOMÁS de AQUINO.

GREGORIO X es un hombre capaz y decidido, para quien la paz en Europa es preocupación prioritaria, por considerarla base indispensable para la gran tarea de unificación y reorganización de la Iglesia que quiere realizar y que, en buena parte, podrá lograr. Contará con asesores como Sto.Tomás de Aquino y S.Buenaventura. También GREGORIO X se preocupará mucho por los Santos Lugares.

Sto.TOMÁS de Aquino hace doctrina de la represión cuando señala que “es más grave corromper la fe, la vida del alma, que alterar la moneda”. Y ya se sabe que en estos tiempos recios el delito de falsificar moneda se pena con la hoguera.

Cuando Sto TOMÁS de Aquino se dirige al II Concilio Ecuménico de Lyon que se celebrará el mes de mayo, le sorprende la muerte. Al fundar Sto TOMAS DE AQUINO (1225-1274) la escolástica, basada en la filosofía de ARISTÓTELES (-384-322), fue prácticamente abandonada la filosofía de PLATÓN (-428-348) que había sido cristianizada por S.AGUSTÍN (354-430). Sto Tomás aplica un cuidadoso razonamiento al proceso que combina el pensamiento aristotélico y la teología católica, y ello contribuye a rehabilitar el valor de la razón, que por tan largo tiempo ha estado subordinada a la fe. Su sistema sigue siendo hoy la base de la doctrina católica.

Para tratar, en parte, sobre los temas propuestos por MIGUEL VIII el Paleólogo en 1263 a la Santa Sede, GREGORIO X ha convocado para la fecha, el II Concilio Ecuménico de Lyon (XIV Concilio Ecuménico). En este Concilio intervendrá S.BUENAVENTURA aunque morirá antes de su conclusión. En este Concilio, en el que participan más de quinientos obispos, 70 abades y unos mil clérigos, se decide la creación de un cónclave o colegio cardenalicio permanente para la elección de los papas, dándose como norma el sistema del Cónclave, ya empleado en la elección de Celestino IV. También se decide la realización de una nueva cruzada, para financiar la cual el Papa consigue de los principales monarcas europeos la concesión por seis años de los llamados “diezmos de Cruzada”.

Un problema gravísimo es el de las ideologías que han surgido al margen del cristianismo, muchas de ellas declaradamente anticatólicas, sin que los pensadores católicos hayan reaccionado. En la Encíclica “Aeterni Patris” (1879), LEÓN XIII recuerda que existe una filosofía y una teología católicas que no han agotado en absoluto su verdad y su fuerza; el pensamiento de Santo Tomás de Aquino sigue vivo y constituye una guia segura para todos los católicos… Y el tomismo florece de nuevo, poniendo de manifiesto que es -y sigue siendo- una especie de Lourdes intelectual que obra milagros en las mentes, sanándolas de los errores de ciertas «filosofías» y aportando sólidos argumentos para rebatir las modernas «herejías». Sin LEÓN XIII, tal vez no habrían surgido filósofos y teólogos católicos de la talla de un Maritain o un Gilson, que han puesto al día el pensamiento de Santo Tomás, actualizándolo sin caer en el modernismo.