Pierre d’Arcis, Obispo de Troyes, prohibe la exhibición de la Síndone.

El Papa Urbano VI convoca, con diez años de antelación a la fecha prevista, el tercer Año Santo mediante la publicación, el 8 de abril de 1389 de la bula Salvator noster, en la que establecía que el intervalo en años jubilares debía reducirse a treinta y tres años en recuerdo y homenaje a la edad de Jesucristo al morir en la cruz.

Fallece el Papa URBANO VI. Este papa, que sin duda hizo todo lo posible por enemistarse con todo el mundo, al final, para recuperar apoyos y autoridad ha convocado hace unos meses un año santo para 1390, que evidentemente no podrá inaugurar personalmente. Su sucesor, lo inaugurará sin demasiado entusiasmo.

BONIFACIO IX -papa- (2/11/1389-1/10/1404). Catorce Cardenales reunidos en Roma eligen a Pedro Tomacelli, Cardenal de Nápoles, que bajo el nombre de BONIFACIO IX logra hacer la paz con Nápoles. Perteneciente a una familia noble pero empobrecida, uno de los primeros actos de su pontificado es la excomunión de CLEMENTE VII que ejerce también el pontificado desde Aviñón. El antipapa CLEMENTE responde con la excomunión de BONIFACIO. De carácter opuesto al de su predecesor, goza en seguida de la simpatía del pueblo.

El año santo de 1390 reportó de nuevo bienestar a los romanos, a pesar de que se abatió sobre la capital una enésima peste que causó estragos entre vecinos y visitantes. Un flagelo que no impidió que la basílica de San Pedro se abarrotara de fieles con motivo de la canonización de santa Brígida de Suecia, en medio de una emocionante ceremonia. Se congregaron legiones de peregrinos y romanos, muchos de ellos hijos o nietos de quienes la habían tachado de bruja y apedreado sus ventanas medio siglo antes.

La frecuencia de los Jubileos cambió después del año 1350 a causa del Gran Cisma de Occidente del año 1378, es decir, debido a un conflicto vinculado con la legitimidad de la elección del Papa. También para este Jubileo se cambió la frecuencia establecida. De hecho Urbano VI lo promulgó para el año 1390, a pesar de que su intención era introducir un nuevo período entre un Jubileo y otro: cada treinta y trés años, en recuerdo de la vida de Jesús. Diversos fueron los motivos que llevaron a postergar este plazo. El Jubileo tuvo lugar en 1390 y fue celebrado por Bonifacio IX, sucesor del desaparecido Urbano VI. En este Jubileo se agrega Sta. María Mayor a las basílicas que los peregrinos deben visitar.

Los nestorianos son prácticamente exterminados a causa de las persecuciones de que son objeto por los mongoles de Tamerlán, a finales del siglo XIV. Muy pocos representantes esta secta herética cristiana sobreirán, pero todavía hoy existen practicantes de la misma.

El enfrentamiento eclesiástico entre BONIFACIO IX y el antipapa CLEMENTE VII se extiende al terreno político y el recién elegido Papa corona, en 1390, rey de Nápoles a Ladislao para enfrentarlo a Luis de Anjou a quien CLEMENTE a su vez ha coronado en 1389. También logra acabar con los últimos rescoldos del movimiento comunal romano recuperando el Castillo de San Angelo y fortificándolo junto con otros puntos estratégicos de Roma.

De hecho, Manuel II Paleólogo siendo el emperador – es decir, autoridad espiritual a la par que política-, tenía sus razones para que la difusión del islam le inquietase. Es en todo caso una época en la que monarcas y gobernantes, sean cristianos o musulmanes, no son en absoluto inmunes al fanatismo religioso. El emperador Manuel II viajará por Europa en busca de ayuda militar contra la amenaza otomana; su padre, Juan V, ya lo había intentado. Ni uno ni otro logran apoyo; Manuel II, que implorará ayuda incluso al Papa, es recibido con honores en las cristianísimas Roma, Venecia, París y Londres, pero nadie dará crédito a sus llamamientos de alerta. En realidad, según los expertos del periodo, ni siquiera él mismo es consciente de que el imperio se eclipsa sin remedio.

Las potencias europeas ven una oportunidad de acabar con el Cisma de Occidente y recurren a un informe que la Universidad de París ha publicado en enero de 1394 proponiendo tres vías no violentas de acabar con el cisma: La “via cessionis», que propuganaba la abdicación voluntaria y simultanea de los dos papas seguida de una nueva elección. La “via compromissi”, que suponía estudiar los derechos de ambos Papas por una comisión arbitral que decidiría quien era el papa legítimo, y La “via concilii”, que defendía la convocatoria de un concilio ecuménico que decretaría quien sería papa. BONIFACIO IX rechaza las tres soluciones por lo que la falta de acuerdo hace que las potencias europeas amenacen a los dos pontífices con retirarles sus respectivos apoyos.