Hacia la década de 390 Filasterio, el anciano obispo de Brescia que ha consagrado la vida entera a recopilar información acerca de las herejías, tiene una lista de 156 bien delimitadas y, al parecer, todas aún florecientes.

El gobernador militar de Tesalónica (Grecia) es asesinado. TEODOSIO I, deseando castigar a los tesalonicenses, les invita a los juegos del circo y organiza con ellos una verdadera carnicería, en la que mueren más de 7.000 personas. Es la primera vez en la historia que un príncipe bautizado comete tamaño acto de crueldad. Tan bárbaro acto merece que AMBROSIO, obispo de Milán y consejero de TEODOSIO I, le excomulgue, estableciendo la primera pugna histórica entre poder temporal y poder espiritual.

En la Nochebuena de 390 la plaza de Milán es testigo del siguiente hecho: TEODOSIO I, el emperador más poderoso de la tierra, se presenta vestido de mendigo, y de viva voz, proclama su culpa y ruega ser perdonado. AMBROSIO le ordena que haga penitencia y ambos se reconcilian.

AGUSTÍN, en la fecha, es ordenado directamente como prebítero en Hipona y funda una comunidad monástica con un grupo de amigos -Elipio, Evodio- a los que dota de una regla: oración, meditación, estudio. Es el comienzo de la Orden de S.AGUSTÍN, o «agustinos».

El mitraísmo queda formalmente prohibido desde el año 391 por el emperador TEODOSIO. El mitraísmo sobrevivirá aún hasta entrado el siglo V en algunas regiones de los Alpes, y volverá a la vida, tenaz pero efímeramente, en las regiones orientales del Imperio, donde se ha originado. Sus conceptos dualistas tendrán un importante papel en el desarrollo del maniqueísmo, religión que resultará otra dura competidora para los cristianos. De hecho, el final del siglo III marca el comienzo de la decadencia del mitraísmo, a causa de las pérdidas territoriales que el Imperio sufre como consecuencia de las invasiones de pueblos bárbaros, y que afectan a territorios fronterizos donde el culto está muy arraigado. La competencia del cristianismo, apoyado por Constantino, roba adeptos al mitraísmo. Hay que tener en cuenta que el mitraísmo excluye a las mujeres, que sí tienen derecho a participar en el culto cristiano. El cristianismo desplaza al mitraísmo durante el siglo IV, hasta convertirse en la única religión oficial del Imperio con TEODOSIO. Habra algunos intentos de revitalizar el culto de Mitra por parte de Juliano «el Apóstata» y del usurpador Eugenio, pero no tendrán demasiado éxito.

El enérgico patriarca de Alejandría (Egipto), TEÓFILO, tiene mucha influencia entre las clases altas de Alejandría como la propia Hipatia (filósofa y maestra neoplatónica griega). Goza de un inmenso poder, y en 391 obtiene del emperador TEODOSIO una orden para demoler los templos paganos de su ciudad, entre ellos el Mitreo, el Serapeo y el de Dionisos, lo que provoca sangrientos disturbios entre paganos y cristianos. Se supone que es entonces cuando es saqueada, o al menos vaciada, la biblioteca de Serapeo, sucesora de la gran Biblioteca de Alejandría. Acaba, pues, formalmente con los vestigios del paganismo en Egipto.

TEODOSIO I a ruego de AMBROSIO persigue a todas las religiones fuera del cristianismo. El cristianismo se convierte, pues, en la única religión del Imperio Romano lo que dará pujanza a las ciudades frente al ruralismo de los dos últimos siglos. La organización jerárquica de la Iglesia en los «conventus» va a significar un factor de cohesión.

El general Arbogasto es nombrado emperador de Occidente con el nombre de EUGENIO, quien con la ayuda de la nobleza pagana de Roma hace establecer de nuevo en Roma el culto pagano, restituyendo al senado la estatua de la Victoria. AMBROSIO de Milán mantendrá una postura ambivalente ante el sucesor de Valentiniano II, al que reconoce pero del que se mantiene apartado.

Concilio de Hipona (África del Norte). En este concilio, los donatistas que no sólo se oponen a que los lapsos vuelvan a desempeñar funciones eclesiales, sino que terminan por cuestionar el valor de los sacramentos administrados por sacerdotes a los que consideran indignos- pierden definitivamente su lucha, cuando hace su aparición el genio brillantísimo de AGUSTÍN. Un compendio de su doctrina sobre los sacramentos podemos encontrarlo en aquella expresión: «¿Es acaso Pedro quien bautiza? ¡Es Cristo quien bautiza!. ¿Es acaso Judas quien bautiza? ¡Es Cristo quien bautiza!». A pesar de que los donatistas se hallan divididos, no cesan en sus actos de fanatismo y violencia.

Bajo Aurelio, obispo de Cartago, se celebran en Cartago, desde 393 hasta 424, diversos concilios que tienen una enorme relevancia en la medida en que las iglesias africanas se niegan en los mismos de manera firme y repetida a reconocer ninguna jurisdicción romana sobre ellos.