En un barrio popular al noreste de Santiago, en abril de 1973, Juan Alsina es nombrado jefe de personal del Hospital San Juan de Dios. Vive con el sacerdote Alfonso Baeza y trabaja en el MOAC.

En Grecia, el 1 de junio de 1973 la junta militar anula la Monarquía y proclama la República, designando como presidente de la misma a PAPADÓPULOS. En agosto será investido como Presidente. Otorgará una extensa amnistía para los delitos políticos y prometerá elecciones para el año siguiente.

Cumplidos cinco años de su llegada a Chile, en 1973, su contrato de misionero debe renovarse o caducar, situación que el vicario Vío se encarga de comunicar al Arzobispado. El 11 de septiembre de 1973 lo sorprende sin que tenga regulada su situación. (Esto motivará que se diga de él más tarde que «ya no era cura», o que había entrado al MIR, y apoyara la versión oficial de que «murió en un enfrentamiento».)

En Chile, el 19 de Septiembre de 1973, el sacerdote Alsina, preocupado por sus compañeros de trabajo, decide ir al hospital, pese a que le aconsejan no hacerlo porque está buscado por los militares. En efecto, en este mismo día, es detenido en el propio establecimiento por una patrulla del regimiento Yungay del ejército, al mando del capitán Mario Caravés. Tras su detención, es golpeado y torturado hasta dejarlo inconsciente. Después es llevado al Internado Barros Arana, habilitado para campo de prisioneros.

El religioso jesuita Esteban Rodríguez va a visitar a Joan Alsina y lo confiesa; también cumple con informar al capitán Mario Carávez (al mando de la «operación limpieza» del Hospital San Juan de Dios y de la universidad Técnica del Estado) que Juan Alsina es efectivamente un sacerdote. Carávez no le cree y pide entonces a otro cura, el capellán Felipe Gutiérrez, que trabaja en el Ministerio de Defensa, que lo visite. A su regreso, Gutiérrez le dice a Carávez: «A éste, si no lo matas, él te matará a ti y a toda tu familia». Más tarde, Joan Alsina  es llevado hasta el Puente Bulnes, que cruza el Río Mapocho, en la capital chilena, donde es fusilado con una ráfaga de ametralladora por el soldado Nelson Bañados. Joan Alsina tenía 31 años.

En la fecha, se inicia, entre fuertes medidas de seguridad policial, el denominado «proceso 1001», contra supuestos dirigentes de CC.OO. (detenidos en 6/1972). Sometidos, desde meses atrás, a un estricto control policial los dirigentes sindicales son apresados cuando intentan reunirse en una localidad cercana a Madrid. Entre los encausados se encuentran Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, Francisco Acosta, Fernando Soto, Pedro Santiesteban, Miguel Ángel Zamora, Luis Fernández Costilla, Marcos Muñoz Zapico y el sacerdote obrero Francisco García Salve. Todos ellos sindicalistas activos ya han estado detenidos pero, al no desistir en sus actitudes, el régimen decide someterles a un proceso ejemplar. El carácter ejemplarizador que se le da al proceso y su inicio el día que muere en atentado el almirante CARRERO BLANCO, hace sospechar que las condenas serán duras, pero nada más serán condenados a largas penas de prisión. La presión internacional consistirá en múltiples gestiones del papa Pablo VI, de muchos obispos españoles y de diversos gobiernos europeos como los de Alemania, Austria, Italia, Bélgica, Gran Bretaña, Noruega y Suecia, entre otros.

El papa PABLO VI escribe al Cardenal Mindszenty pidiéndole que renuncie a la archidiócesis de Esztergom. El Cardenal se niega y PABLO VI lo destituye. Un trago particularmente amargo: la carta de dimisión le es entregada precisamente en la fecha en que se conmemora el 25º. Aniversario de su glorioso encarcelamiento por los comunistas. Mons. Mindszenty ya no es más Arzobispo de Esztergom. El sacrificio ha llegado a su apogeo. Pero crece al mismo tiempo, hasta las estrellas, la figura moral del Pastor que supo dar la vida por sus ovejas, inspirando aliento, fuerza y esperanza invencible a todos los católicos anticomunistas del mundo.

La Santa Sede pierde unos 30 millones de dólares al cerrar en EEUU. el Franklin National Bank, vinculado al Banco Ambrosiano y al Instituto para las Obras Religiosas.

Monseñor Añoveros, obispo de Bilbao, publica una pastoral en la que hace un llamamiento para que se reconozca la identidad cultural y lingüística del pueblo vasco. Esto se hace pocos meses después del asesinato por miembros de ETA del almirante Luis Carrero Blanco. Añoveros es acusado de lanzar ataques subversivos contra la unidad nacional. El nuevo presidente del gobierno, Arias Navarro, presionado por la extrema derecha (el llamado búnker), reduce a Añovero y a su vicario general, monseñor Ubieta López, a arresto domiciliario. No se acepta ninguna reconciliación y se intenta expulsar a Añoveros de España. El obispo se niega a abandonar el país, alegando que sólo lo hará bajo órdenes directas del Papa Pablo VI. Una expulsión forzada sería considerada una violación del Concordato y se llega a amenazar con la excomunión (asunto importante, dada la semi-confesionalidad del régimen). El asunto atrae mucha expectación y se convierte en cuestión extremadamente delicada para el Gobierno español. Arias se ve forzado, finalmente, a retirar la orden. Añoveros no es expulsado pero su sentido común le hará \»desaparecer\» por algún tiempo.

El cardenal Wojtyla desafía al régimen checoslovaco al hablar en el funeral del cardenal Stefan Trochta en Litomerice.